02 enero, 2007

Planta baja. 05.19 horas.

- ¿Habéis oído eso? Ha sido un grito.- Aladär habló en voz baja, deteniéndose en seco y cogiendo a Agenon que caminaba por delante. Estaban en un largo pasillo, con varias puertas a sus lados, y habían decido no entrar en ninguna, a ver hasta dónde llegaban... Habían ido caminando en silencio, tratando de compartir la luz de una vela en aquel pasillo, hasta girar una esquina a su izquierda. Pero ahora estaban ahí quietos. Escuchando.

- Otra vez, ¿no lo oís?- Volvió a decir.
Silencio.
- Sí, ahora yo lo he oído.- Agenon avanzó hasta una puerta, a su derecha.- Ha venido de aquí.- Se detuvo y escuchó. Ahora lo oía mejor. De dentro, como ahogados, provenían los gritos de un hombre, y los golpes que éste propinaba contra la madera de una puerta. O a eso sonaban desde ahí...
Todos se apelotonaron, con cuidado, a escuchar.

- ¿Qué hacemos?- Era Sofio.- ¿Entramos?
- Sí, entremos, es un hombre, y necesita ayuda.- Agenon habló en voz baja, pero mirándolos.- Más atrás hemos encontrado celdas, puede que continuaran y al otro lado sea una especie de prisión. Y si es alguien a quien esos hobgoblins han encerrado, yo pienso ayudarlo.
Los demás asintieron, desenfundando, y éste abrió la puerta.

Al otro lado no había nadie. Tan sólo una habitación vacía. No había nado salvo tres puertas, una a cada lado, adornadas por una arcada de entrada, y otra al frente, de madera y cerrada. Los gritos, que no habían cesado, provenían de la arcada de la izquierda, y sin dudar, Agenon se dirigió hacia allí. Conducía a un pasillo no muy largo, con dos puertas hechas de barrotes a cada lado, y otra al final, ésta de madera y también cerrada. Fueron avanzando hacia ella, a través del pasillo y observando las celdas a los lados vacías. Hasta que llegaron, en completo silencio por su parte, hasta la puerta.

Alguien había al otro lado, que estaba gritando desconsolado y dando golpes a la puerta, fuertes golpes. Ésta era de madera maciza y robusta, y no tenía pomo. Tan sólo tenía una cerradura que, a diferencia de las del resto, Agenon apreció un extraño símbolo. Aparecía dibujado en un relieve de la cerradura, y tomaba la forma de una especie de tridente deforme.




- ¿Qué hacemos ahora?- Dijo Sofio desde atrás, en voz baja.
- Saquémoslo.- Le respondió Eledar.
- Espera, ¿qué supondría sacarlo? Puede que esté loco...
- ¿Y eso te da miedo, Sofio?- Dijo Agenon, sonriendo.
- Puede también que sepa decirnos qué demonios hace esta torre aquí.- Aladär sentenció con eso, y Agenon, obedeciendo, empujó la puerta.


Al otro lado, sintiendo su presencia, aquel hombre se calló y dejó de dar golpes. El pasillo quedó en completo silencio.

* * *

A sus palabras, en silencio, los cuatro se pusieron en marcha, aunque la voz al otro lado de la puerta sonó fuerte.
- ¿Creéis que podréis escapar con vida de aquí? ¿De verdad? Yo creo que estáis locos... Habéis entrado en el infierno. Como bien habéis dicho éste es el final del mundo. Donde todo termina...- Calló un segundo, aunque no importó, los cuatro valientes ya se habían marchado de aquel pasillo con celdas.- Y no podréis hacer nada por evitarlo.





Extraído del capítulo X del Cuento de Siläe: La Llave de Leviassan.
Nota: Este capítulo en realidad comienza en la Segunda Planta, a las 05.14 horas, pero más tarde la narración llega hasta este momento, pedacito que he decidido dejaros aquí como adelanto.
Además, he añadido el final del capítulo, porque me encanta...
Espero que os guste.

Memorias Olvidadas
Darka Treake
www.modt.net

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02 enero, 2007

Planta baja. 05.19 horas.

- ¿Habéis oído eso? Ha sido un grito.- Aladär habló en voz baja, deteniéndose en seco y cogiendo a Agenon que caminaba por delante. Estaban en un largo pasillo, con varias puertas a sus lados, y habían decido no entrar en ninguna, a ver hasta dónde llegaban... Habían ido caminando en silencio, tratando de compartir la luz de una vela en aquel pasillo, hasta girar una esquina a su izquierda. Pero ahora estaban ahí quietos. Escuchando.

- Otra vez, ¿no lo oís?- Volvió a decir.
Silencio.
- Sí, ahora yo lo he oído.- Agenon avanzó hasta una puerta, a su derecha.- Ha venido de aquí.- Se detuvo y escuchó. Ahora lo oía mejor. De dentro, como ahogados, provenían los gritos de un hombre, y los golpes que éste propinaba contra la madera de una puerta. O a eso sonaban desde ahí...
Todos se apelotonaron, con cuidado, a escuchar.

- ¿Qué hacemos?- Era Sofio.- ¿Entramos?
- Sí, entremos, es un hombre, y necesita ayuda.- Agenon habló en voz baja, pero mirándolos.- Más atrás hemos encontrado celdas, puede que continuaran y al otro lado sea una especie de prisión. Y si es alguien a quien esos hobgoblins han encerrado, yo pienso ayudarlo.
Los demás asintieron, desenfundando, y éste abrió la puerta.

Al otro lado no había nadie. Tan sólo una habitación vacía. No había nado salvo tres puertas, una a cada lado, adornadas por una arcada de entrada, y otra al frente, de madera y cerrada. Los gritos, que no habían cesado, provenían de la arcada de la izquierda, y sin dudar, Agenon se dirigió hacia allí. Conducía a un pasillo no muy largo, con dos puertas hechas de barrotes a cada lado, y otra al final, ésta de madera y también cerrada. Fueron avanzando hacia ella, a través del pasillo y observando las celdas a los lados vacías. Hasta que llegaron, en completo silencio por su parte, hasta la puerta.

Alguien había al otro lado, que estaba gritando desconsolado y dando golpes a la puerta, fuertes golpes. Ésta era de madera maciza y robusta, y no tenía pomo. Tan sólo tenía una cerradura que, a diferencia de las del resto, Agenon apreció un extraño símbolo. Aparecía dibujado en un relieve de la cerradura, y tomaba la forma de una especie de tridente deforme.




- ¿Qué hacemos ahora?- Dijo Sofio desde atrás, en voz baja.
- Saquémoslo.- Le respondió Eledar.
- Espera, ¿qué supondría sacarlo? Puede que esté loco...
- ¿Y eso te da miedo, Sofio?- Dijo Agenon, sonriendo.
- Puede también que sepa decirnos qué demonios hace esta torre aquí.- Aladär sentenció con eso, y Agenon, obedeciendo, empujó la puerta.


Al otro lado, sintiendo su presencia, aquel hombre se calló y dejó de dar golpes. El pasillo quedó en completo silencio.

* * *

A sus palabras, en silencio, los cuatro se pusieron en marcha, aunque la voz al otro lado de la puerta sonó fuerte.
- ¿Creéis que podréis escapar con vida de aquí? ¿De verdad? Yo creo que estáis locos... Habéis entrado en el infierno. Como bien habéis dicho éste es el final del mundo. Donde todo termina...- Calló un segundo, aunque no importó, los cuatro valientes ya se habían marchado de aquel pasillo con celdas.- Y no podréis hacer nada por evitarlo.





Extraído del capítulo X del Cuento de Siläe: La Llave de Leviassan.
Nota: Este capítulo en realidad comienza en la Segunda Planta, a las 05.14 horas, pero más tarde la narración llega hasta este momento, pedacito que he decidido dejaros aquí como adelanto.
Además, he añadido el final del capítulo, porque me encanta...
Espero que os guste.

Memorias Olvidadas
Darka Treake
www.modt.net

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