06 junio, 2011

Monográfico: Koragk, Matabestias

Koragk nació en las Montañas del Anochecer, en el año -120, en una pequeña aldea enana. La villa estaba oculta en los límites del Bosque Oscuro de Alorn-Toth, donde los gonotes les habían permitido vivir. En el momento en que los enanos se ocultaron en las entrañas de la montaña, para no regresar, casí cinco siglos antes del nacimiento de Koragk, su familia se encontraba lejos de una ciudad enana, por la que huir de la superficie, como había ordenado Thüril, el Rey Único. Así, a su llegada a Karak-Lon, de donde procedían, y al encontrarla deshabitada se asentaron en sus ruinas. Allí convivieron mucho tiempo hasta que en -135, los orcos de la Tribu de la Garra Negra, que campaban a sus anchas en las Montañas del Anochecer, los atacaron. Karak-Lon cayó entonces, y los orcos fundaron allí la Garra Negra, donde vivió desde entonces su Señor de la Guerra. La familia de Koragk debió huir entonces al Bosque Oscuro de Alorn-Toth, y allí se asentaron, bajo la protección de los gonotes.

Koragk nació en un momento de mucho dolor. Ya en sus primeros años aprendió a odiar a los orcos, y cuando aun era joven, vio morir a su padre, en un intento fallido por recuperar la vieja ciudad enana... En aquel momento, Koragk juró que derrotaría a los orcos de la Garra Negra.

Cuando creció, no espero para animar a los hombres, y ayudado por los gonotes, asedió la ciudad, sin conseguir tomarla. Derrotado, y dándose por vencido, decide marcharse lejos, y morir luchando, matando bestias. Entonces tenía más de un centenar de años, y no tardó en ganarse el sobrenombre de Matabestias...

Koragk luchó en la Guerra de los Mil Años, pues reunió a muchos, que habiendo escuchado su nombre se le unieron, y juntos lucharon contra los orcos y los vesorianos allá donde los encontraban.

Una noche del año 117, cuando Koragk se encontraba al este de la Península de Ëslinor, donde las bestias ya acosaban a los elfos y a los hombres, vio en el cielo un destello tan poderoso que sólo podía provenir de un lugar. Aquella luz provenía de un punto en el horizonte de la estepa, hacia oriente, y allí debía estar la Corona Radiante de la leyenda.

Por curiosidad, o quizás pensando que si la corona estaba allí, habría bestias buscándola, Koragk organizó un grupo, y fue a ver de qué se trataba. Al ir acercándose, vio que a lo largo de la estepa, los hombres y los elfos estaban construyendo una gran muralla, que separaría la Peninsula de Ëslinor del continente... Realmente temían a aquellas bestias.

Cuando Koragk alcanzó el muro, vio que al norte estaban levantando una fortaleza, era el Paso Norte del Muro de Ëslinor. Allí los hombres, bajo el estandarte del Imperio de Pridionia, levantaban una ciudad que serviría de guarnición y defensa. En aquel momento estaba en construcción, y un puñado de hombres trabajaba allí, cuando ante la sorpresa de todos, dos grandes ejércitos atacaron la ciudadela.

Por el oeste apareció una legión de elfos oscuros, pertenecientes a la Alta Estirpe de Yandalath, bajo las órdenes de Adril de Dorthonion, un despiadado Señor de la Guerra que ansiaba hacerse con la Corona Radiante. Por el oriente, apareció una hueste de pielesverdes, comandados por Ghundard, Señor de la Calavera Llameante. Aquella tribu luchaba junto a los vesorianos, y al ver el destello, habían acudido también a por la corona...

La Batalla por el Paso Norte del Muro de Ëslinor fue dura. Los hombres que la defendían murieron todos, salvo uno, que se lo llevaron los elfos para torturarlo. Éstos huyeron del lugar, pues Ghundard, que era un poderoso hechicero, los derrotó invocando a cruentos demonios que los devoraron. Pero quien se hizo con la Corona Radiante fue Koragk, Matabestias, que al portarla, deslumbró a todos en la ciudadela. Muchos orcos y elfos huyeron, y él se marchó de allí con el poderoso objeto.

Poco después, al saber que Thor-Lunn, era ahora el Rey Único, y que había ordenado regresar a la superficie para combatir a las bestias, acudió hasta él, y le regaló la Corona Radiante, diciéndole que él no era merecedor de ese honor, sino él. Thor-Lunn, agradecido, le encomendó el cometido de marchar hasta Cordonia, hasta Cartesse, y hasta Anora, donde aun habitaban elfos y hombres. Koragk debía pedirles que se unieran a su causa, y que todos juntos lucharan contra los vesorianos.

Koragk, Matabestias, comenzó así su odisea... Fue hasta Cordonia, en el extremo de la Península de Ëslinor, y allí recibió audiencia de la Señora Mielina, quien gobernaba el Reino de Eslián, como emabajador de Thor-Lunn, el Rey Único. Después fue hasta Cartesse, en el corazón de la Gran Isla de Pridonia, y de su Imperio. Pero los hombres no les escucharo al principio. Se reunió también con los aches, en la Ciudad-Estado de Nundinae, y con los helenos de la Isla Rocosa, hasta con los gonotes que acampaban al otro lado del muro que los pridonios habían levantado para mantenerlos fuera de la Tierra de Tronia, y que no tardaron en atravesar...

Tras los gonotes asediar Cartesse, y la balanza en el Viejo Mundo inclinarse definitivamente hacia el lado de las bestias, se firmo la Paz de Cartesse. Pridonios y gonotes dejarían de luchar entre ellos, y se unirían a los elfos contra los vesorianos. En aquel momento, cuando se formó la alianza, se encontraba Koragk, Matabestias, en representación de Thor-Lunn, el Rey Único, Soberano de todos los enanos.

Tras aquello, la Guerra de los Mil Años se convirtió en una encarnizada matanza. La alianza de elfos y hombres combatió a los vesorianos en las estepas del Viejo Mundo, ganándoles terreno. Reconquistaron antiguas ciudades, que ya eran poderosas piezas del imperio vesoriano, como Aluadinia, Oslinath, o Lanthas, a la que renombraron como At-Lanthas. Y en las Montañas del Anochecer, los enanos combatieron a las bestias, ayudado por los elfos de Barafundär, tras la Batalla de Karak-Athor.

Durante aquel tiempo Koragk combatió primero junto a los hombres y elfos en el Viejo Mundo, y después se sumó a los ejércitos enanos, que luchaban en las monatañas. Thor-Lun, para recompensar a Koragk, le entregó un ejército, para que partiera hasta la Garra Negra, y se enfrentara a los orcos. Así, Koragk combatió a los orcos hasta romar la vieja ciudad enana, enviando tropas desde los túneles del subsuelo, y asediando sus muros desde la superficie montañosa. Cuando conquistó la Garra Negra, y la renmbró como Karak-Lon, El Rey Único le dijo a Koragk, que la gobernara. Pero éste, que sólo deseaba morir combatiendo a las bestias, decidió darsela al Rey Thorak, su legítimo heredero, hijo del difunto Rey Thüril.

Entonces, Koragk, Matabestias, partió a enfrentarse a los vesorianos, que por aquel entonces se replegaban en las Torres de Isnara, habiendo perdido sus bastos territorios en el Viejo Mundo. En aquel lugar, en el año 456, se libró la llamada Batalla de las Bestias, en que murió Koragk. El valiente enano luchó valeroso contra Fannygorn, el Supremo, pero éste le dio muerte despiadadamente.

Así, los días de Koragk, Matabestias, terminaron, pero su leyenda creció y fue recordada por siempre...




Koragk, Matabestias, es un personaje de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, en que estoy trabajando ahora. Espero pronto contaros más sobre él y sobre esta historia!!





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25 mayo, 2011

Los Aches

Los aches fueron los hombres que nacieron en la región donde el Río Bringuidamo nace del Ethir Aluadin, que cruza el Viejo Mundo de este a oeste. Allí, donde los ríos moldearían la figura de un alto peñón entre lagos, su cultura prosperó. Los primeros asentamientos datan del comienzo de la Edad de los Elfos, aunque éstos aun tardarían en llegar hasta Aluadinia. Los aches se expandieron pronto por los territorios a ambas orillas del Ethir Aluadin, dominando la tierra que comprende desde las Altas Ered-Ilais, hasta las Montañas de Dölodar, salvo el Bosque de las Tres Lunas, desde donde los pielesverdes siempre los hostigaron.

Cuando los elfos de Laentis-Anne llegaron al Viejo Mundo, ocuparon la Península de Ëslinor, y fundaron el Reino de Eslián. Éstos explorarían todo el Viejo Mundo, levantando grandes ciudades, y por los siguientes ochenta mil años dominarían practicamente el continente.

Pero cuando comenzaban a explorar el Viejo Mundo, los elfos se encontraron con los aches. Ambos pueblos entablaron paz, y los elfos construyeron la ciudad de Lanthas, al noreste de las tierras de los aches, sobre el Río Bragano, donde comenzaban las Tierras de Balhan.

Aquellos fueron tiempos felices, los aches aprendieron muchas cosas de los elfos, y pronto adquirieron gran sabiduría, y su cultura fue floreciente. Sus territorios, bajo el abrigo de los elfos, se epxandieron hacia el norte de las Montañas de Dolodar y las Tierras de Balhan.

Pasado el Gran Cataclismo, que los aches sufrieron sin grandes consecuencias, y que pronto olvidaron, este pueblo creció mucho, y prosperaron sus primeras ciudades. Aluadinia fue siempre para ellos la capital de su cultura, pero grandes fueron también las ciudades de Reinora, Oslinath o Nundinae, que fue su primer puerto. Los aches comerciaron con los elfos de Laentis-Anne, y con los celtas, quienes convivían con ellos. Y por aquel entonces, además, tuvo buenas relaciones con los helenos, que vivían más allá de las Altas Ered-Ilais, al sur.

Más tarde, un gran número de aches que vivían en la Tierra de Balhan, muy lejos de Aluadinia, y con los lazos familiares olvidados, habían formado una propia y rica cultura. Se hacían llamar bahanos. Vivían en clanes, a lo largo de la meseta que divide el Río Bragano, y vivieron independientes de los aches.

Los balhanos fueron los primeros aches en sentir las consecuencias de la Guerra de los Mil Años, que acabaría con su cultura.

De las montañas descendieron los gonotes, una gran número de refugiados de una guerra que estaba arrasando su pueblo, muy al este, en un bosque entre montañas. De allí habían huído, y muchos habían ido a parar a la Tierra de Balhan. Los balhanos los aceptaron y dieron cobijo, y allí convivieron durante los siguientes cinco siglos...

Para cuando los vesorianos invadieron el Viejo Mundo en masa, nadie los estaba esperando. La guerra fue una auténtica masacre. Los gonotes huyeron, como hicieran sus antepasados, hacia el sur, internándose en las tierras de los aches, alcanzando incluso Aluadinia.

Y los balhanos, que combatieron junto a los elfos por la Tierra de Balhan, terminaron desapareciendo como cultura, pues fueron arrasados por completo...

Los aches que ocupaban la región central del Viejo Mundo, acogieron a los gonotes, y se alarmaron ante la amenaza de las bestias.Sus miedos no tardarían en hacerse realidad... En torno al Siglo II, antes del calendario del Viejo Mundo, muchos gonotes vivían a lo largo y ancho de los territorios de los aches. Sus culturas inevitablemente se mezclaron, pero los aches y los gonotes siempre guardaron su identidad como pueblo. Cuando las bestias conquistaran la ciudad elfa de Lanthas, y comenzaran su expansión por el Viejo Mundo, los gonotes y los aches se vieron obligados a ir a la guerra. Aquello fue otra masacre, en que los aches se vieron diezmados, y reducidos a sus territorios alrededor de las Montañas de Dölodar, y la gran mayoría se vio hacinada en la ciudad de Nundinae, oculatos en la cordillera, o exiliados hacia la Península de Ëslinor, debiendo abandonar Aluadinia para siempre...

Por aquel entonces los pridonios, los hombres que provenían de la Gran Isla, se encontraban en expansión. Sus huestes habían dominado la Tierra de Tronia, conquistando la ciudad de Esselnesse a los elfos, y amenazaban con tomar Nundinae. Además, combatían a los elfos también en el norte, en la Península de Ëslinor donde muchos aches huyeron, ocupando todo el este de la península.

Allí se vieron obligados a combatir con los pridonios, pero éstos pronto los dominaron, expulsándolos al sur, hacia las montañas y a Nundinae, su última resistencia.

Los pridonios y los elfos continuaron batallando, mientras los vesorianos atacaron por el este. Las bestias tomaron las Montañas de Dölodar, con legiones de poderoso demonios, y los aches huyeron aterrados.

Los únicos supervivientes alcanzaron Nudninae, y dijeron que eran los últimos. Ningún otro ache había sobrevivido fuera de la ciudad.

Desde entonces los aches vivieron en la Ciudad-Estado de Nundinae, que sufrió el azote de la guerra, pero logró mantenerse siempre defendida.

Los vesorianos conquistarían todo el Viejo Mundo, expulsando a los gonotes de lo que antaños fueran las tierras aches, y Aluadinia quedó al olvido. Todos vivieron en Nundinae, y los vesorianos, auqnue atacaron en multitud de ocasiones, no lograron hacerse con la ciudad. Los aches contaron con la ayuda de los elfos muchas veces, otras con la de los gonotes, y más tarde hasta con la de los pridonios, pues todos se habían unido para luchar contra las bestias.

Cuando terminó la guerra, la Ciudad-Estado de Nundinae fue la última resistencia ache, y éstos siempre vivieron en ella, llegando a ser uno de los mayores puertos comerciales de su época.



Elaces de apoyo:
Balhanos (en el Glosario de la Leyenda de Golöel)
Aluadinia (en el Glosario de la Leyenda de Golöel)


Plano de la expansión de los Aches hasta el comienzo de la Guerra de los Mil Años

17 mayo, 2011

Odín, la Bella

Hoy vengo a hablaros sobre un personaje que me gusta mucho, Odín, la Bella, Señora de la Torre de Ihren, de quien se habla en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años.
Este monográfico está incompleto, pues sé que después de lo narrado a continuación le siguieron pasando cosas a Odín, pero aun las desconozco, así que ya iré ampliando su historia.

Este texto lo escribí el otro día para mi glosario. 
Os advierto que si vais a leer el relato La Torre, esto os desvelará el final. Por ello os aconsejo no leerlo antes.

Ya me decís qué os parece!!



Odín fue una muchacha que nació en el Bosque Oscuro de Alorn-Toth, a comienzos del Siglo V, antes de que comenzara el calendario del Viejo Mundo. Cuando los vesorianos remontaron las monatñas, muchos gonotes se marcharon de donde nacieron, aunque muchos otros se quedaron en su bosque oscuro, en el que resistirían mucho.
Odín, que durante su juventud fue una muchacha muy hermosa, creció feliz, hasta que sus padres se marcharon del bosque. Huyeron hacia el norte, atravesando las montañas, hasta alcanzar Korro Odonen, la ciudad enana que éstos construyeron más al norte. Aquellas familias encontraron entre sus ruinas, pues habían sido abandonadas un siglo atrás, un hogar, y allí decidieron ocultarse, pues se creían rotegidos.
Allí vivió Odín, y con lo hermosa que era, conoció a muchos hombres, hasta que se enamoró de uno. Era un apuesto joven, que la amó mucho, y cuando eran ancianos, y éste murió, ella enloqueció. Se sumió en una tristeza tal, que le sumió en una profunda depresión. Aquel hombre había sido toda su vida, y ahora ya nadie la mimaría... Entonces decidió que ella no deseaba una vida así, sin aquél afecto, así que buscó la forma de tenerlo.
En algún momento fue que dio con un mercader, que vendía una planta que aseguraba la belleza más pura. Al parecer, si una mujer se ponía las flores de la planta a modo de pendientes, en ella brotaría la más infinita belleza. Al parecer, un demonio la había tocado, y le había dado aquellas propiedades mágicas...
Odín se hizo con la planta, y al probarse los pendientes, rejuveneció de súbito, volviendo a tener su hermosura de siempre. Se maravilló tanto con lo ocurrido...
Así, Odín, volvió a ser llamada la Bella. Desde aquello, ella siempre llevaba los pendientes, y permanecía joven por el día, pero al atardecer, los pendientes se marchitaban, y su magia moría con ellas, y ella volvía a ser una anciana.
Odín vivió así muchos años, pues la magia de las flores de aquella planta le hacía librarse de la muerte. Vio morir a muchos, que conoció de jóvenes, y las generaciones se sucedieron.
Dependió de aquellas flores, hasta el punto de obsesionarse y volverse una completa demente. En su ansia por evitar perder aquella planta, averiguó la forma de tener una fuente inagotable de su magia... Debía invocar al demonio que la había hechizado.
Así, Odín comenzó su búsqueda. Fue a la Torre del Recuerdo, que se encontraba muy al sur, y allí conoció los secretos de la demonología. En aquella torre que acababa en el cielo, donde habita el Dios del Recuerdo, se almacenan una gran cantidad de libros, de conocimiento... Y ella robó uno. Con ese libro logró aprender los secretos que guardan la clave para conectar con el inframundo, donde habitan los demonios...
Y al final, Odín regreso a la Torre de Ihren, y para seguir manteniéndose bella, invocó a un demonio. Era una riatura horrenda, que supo dotar a su planta de la magia capaz de hacerla hermosa, y joven, e inmortal...
En su obsesión, Odín tramó un plan para conseguir tantas flores mágicas como quisiera, y que no se le acabaran jamás. Se acercó a Ario, el joven que sería Señor de la Torre algún día, y logró que se enamorara de él. Así, ambos se casaron, Odín se convirtió más tarde en la Señora de la Torre de Ihren.
Como regalo de bodas, ella consiguió que Ario le regalara el jardín más gran posible de aquella planta, que daba sus flores favoritas. Y entre la Torre y el Bosque de las Bestias, a lo largo de todo el extenso valle que los separaba de donde habitaban las bestias, plantaron un jardín con aquella planta, y Odín se sintió enormemente complacida...
Había conseguido ser la Señora de la Torre, y tener tantas flores para mantenerse en el poder todo el tiempo que ella deseara...
Durante aquel tiempo mantuvo preso al demonio que había invocado en un libr mágico, cerrado con un candado. Pero una noche, la última que los gonotes vivieran en la Torre de Ihren, pues huirían tras la amenaza de las bestias, fue descubierta por su propio hijo.
Öddio, el hijo de Ario y Odín, liberó al demonio, y descubrieron que en realidad era una bruja, consumida por su propio delirio, y por una vejez oculta tras un hechizo.
Odín huyó de la Torre de Ihren, y fue volando hasta el extenso jardín a las afueras de ella. Entonces, los terribles guerreros vesorianos aparecieron, y entre ellos el mismísimo Ladrón de Almas...
Así, Odín, que fue conocida una vez como la Bella, se vio obligada a formar parte de la invasión que los vesorianos iniciaron sobre el Viejo Mundo, y que los llevaría a las Guerras de los Mil Años...




Darka.

13 mayo, 2011

Península de Eslinor durante la Guerra de los Mil Años

Estos días estoy escribiendo el Palacio de las Cigüeñas, una de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años. Los hechos narrados en el cuento acontecen durante el primer siglo antes del calendario de los hombres del Viejo Mundo. En esta época, cuando los pridonios ya han conqusitado a los elfos la Tierra de Laneo, y se ha creado la Marca de Utha, cuya defensa reside en Athal, Señor de Utha, transcurre la historia.

Pero el cuento me ha dado mucho qué pensar, y he trazado un plano histórico, con lo acontecido en la Península de Ëslinor durante la Guerra de los Mil Años, tras la cual los elfos se marcharían para siempre, y los hombres la llamarían la Península de Insidia...

Espero que os guste el mapa!


Península de Ëslinor
Durante la Guerra de los Mil Años


05 mayo, 2011

Conversación entre Athal, de Utha, y el Rey Boabdin Segundo

Os presento un fragmento del relato llamado El Palacio de las Cigüeñas, una de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, que estoy escribiendo ahora. Espero pronto poder enseñárosla acabada!!
Este trocito es cuando Athal, Señor de la Marca de Utha, está hablando con Boabdin Segundo, Rey de Arkara, uno de los Cinco Reinos Bereberes.
El elfo ha llegado aquellas costas de Ülathar, donde habitan los bereberes, con la intención de abrir una nueva ruta comercial, y aprender de aquellos hombres que habitan el desierto...


Enlaces de apoyo:
Plano del Nuevo Continente de Ülathar
Plano del Mundo tras el Gran Caclismo (durante la Edad de los Hombres)
Atlas Histórico


(...)

- Es grandioso saber que tus antepasados lograron cruzar Los Desiertos de Arena, y alcanzar esta región de Ülathar... Debió ser una verdadera odisea... Me pregunto por qué lo harían, qué los movería a separarse del pueblo arabi, y alejarse tanto de sus tierras...

- ¿Ülathar, dices?- Le interrumpió el Rey.

- El Continente Nuevo de Ülathar, que pisamos ahora mismo. Así es como lo llamaron mis padres, cuando surgiera de las profundidades del Gran Océano, tras el Gran Cataclismo.

- ¿Cómo dices?- Preguntó el hombre al elfo, realmente sin comprender.- Esta tierra siempre ha estado aquí. Mucho antes de que mis antepasados la pisaran.

Athal sonrió, comprendiendo lo duro que debía ser para un hombre entender aquello.- Los hombres y los elfos somos muy diferentes.- Le dijo a Boabdin mirándole a los ojos.- Vosotros alcanzáis a vivir... ¿Cuánto? Los más viejos pueden morir a los sesenta años... Pero los elfos, a diferencia de los hombres, no morimos de viejos... Yo nací después del Gran Cataclismo, cuando el Mundo ya había cambiado.- Athal se entristeció.- Cuentan que el Mundo era muy diferente a como es ahora, cuando los hombres vivíais en grupos muy reducidos, y los elfos colonizaron todas las costas de todos los continentes. Pero por aquel entonces, estas tierras no existían. Aquí donde nos encontramos, no había más que océano...- El elfo calló un segundo, esperando a que el Rey digiriera aquello.- Pero ocurrió entonces el Gran Cataclismo, que lo cambió todo. Al sur del Viejo Mundo emergió todo un continente, de unas proporciones inmensas, y en su centro, se elevó hasta formar el monte más alto del mundo: un enorme volcán. Estamos pisándolo ahora.

- Pero... Tales sucesos... Jamás se supo de ellos. ¿Por qué?- Quiso saber Boabdin Segundo.

- Como te decía, los hombres no vivís mucho tiempo, vuestras generaciones se suceden a gran velocidad, y por ello concebís el tiempo de otra forma, más limitada... Cuando sucedió esto, los arabis, tu pueblo, habitaban las Selvas de Furia, que se extendían a lo largo de todo lo que hoy comprenden los Desiertos de Ceniza. Tu pueblo aun era joven, y por aquel entonces los relatos pasaban de padre a hijo, se exageraban, se hacían leyendas, o se olvidaban... Ha pasado muchísimo tiempo desde aquello, es probable que el relato de lo sucedido no os llegara.

- ¿Pero cómo es posible?- El Rey Boabdin estaba completamente atónito. No sabía si creer aquello, pero tampoco sabía por qué no creerlo. Era perfectamente posible.

- El por qué del Gran Cataclismo es largo de contar. Pero tras las erupciones volcánicas, las Selvas de Furia ardieron hasta reducirse a los Desiertos de Ceniza, en que siempre vivió tu pueblo.

- No puede ser...- Dijo simplemente el Rey.- ¿Y el volcán?

El elfo sonrió otra vez.- Se halla muy al sur de estas tierras, más allá del desierto. En el corazón de este continente, entre altas montañas, surge imponente el Gran Volcán, que alcanza una altura impresionante. Y en lo alto, en su cráter, vive Mëryl, el Dragón Dorado.- Athal le tomó por el hombro.- Yo tampoco lo he visto, pero créeme que existe...

 (...)



Extraído de El Palacio de las Cigüeñas
Crónicas de la Guerra de los Mil Años
Memorias Olvidadas
Darka Treake

25 abril, 2011

Línea del Tiempo: La Guerra de los Mil Años

Hola!!
Después de pasar toda la semana santa fuera, vengo a mostraros algo en que he estado trabajando. Es la Línea del Tiempo con todos los acontecimientos relevantes que acontecieron durante el periodo que duró la Guerra de los Mil Años.
Está sin terminar, pues aun me quedan muchas cosas por saber, pero durante este tiempo, las bestias invadieron el Viejo Mundo, ocupándolo en casitoda su extensión durante varios siglos. Los enanos se ocultaron en la montaña, aterrados. Los orcos se les unieron, y los pueblos de los hombres que habitaban las Montañas del Anochecer, y las estepas del continente fueron arrasados o se vieron obligados al exilio. Los elfos, al este, luchaban con los pridonios, los hombres que provenían de la Gran Isla, quienes por esta época expandieron su imperio por toda la costa del Viejo Mundo. Pero al final, los elfos, los hombres, y los enanos, que regresaron de las entrañas de la tierra, hicieron frente a los vesorianos y a las bestias, haciéndoles retorceder hasta las Torres de Isnara. Cuando éstas fueron conquistadas, tras la Batalla de las Bestias, los vesorianos huyeron del Viejo Mundo para siempre...

He aquí la Línea del Tiempo que abarca el periodo que duró la Guerra de los Mil Años, la cual iré actualizando, pues estoy escribiendo las Crónicas de las Guerra de los Mil Años, un libro de relatos que trancurren durante esta época oscura...


Línea del Tiempo:
LA GUERRA DE LOS MIL AÑOS






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12 abril, 2011

El Paso Norte del Muro de Ëslinor

He preparado para la semana que viene una partida de warhammer, para que Joey, Drey y yo luchemos durante la Guerra de los Mil Años, por la Corona Radiante. En el tiempo en que se ambienta la batalla, los pridonios, hombres venidos del sur, se han unido a los elfos, tras mucho combatirles, pues la amenaza de los vesorianos es más poderosa que la que puedan ser ellos.
Juntos han comenzado la construcción del Muro de Ëslinor, que separará toda la Península del Viejo Mundo. Y así esperan frenar a las bestias, venidas de más allá de las Montañas del Anochecer.
En este momento, cuando unos pocos pridonios están levantando el extenso muro, allí donde construyen el que será su paso más al norte, sucederá esta batalla.

El Paso Norte está siendo construido sobre las ruinas de una vieja ciudad elfa, que ellos mismos debastaron tiempo atrás. Y entre las ruinas, los pridonios encuentran la Corona Radiante. Al abrir el cofre donde está guardada, su brillo ha sido visto a leguas a la redonda, y los ejércitos se han movilizado. Poco tiempo después, el Paso Norte sería saqueado...

Por el oeste, Adriel de Dorthonion, un elfo oscuro que domina las costas al norte del Mar del Caos, en la lejana Tierra Oscura de Elhada, anda buscando la corona por aquellos lares, y tras el destello, ha encaminado a sus guerreros hasta el Paso Norte.

Por oriente, los defensores del Paso Norte ven acercarse una horda de orcos, gobernados por Ghundard, Señor de la Calavera Llameante, quien está decidido a hacerse con la Corona Radiante, para conquistar el Viejo Mundo.

Y entre el fuerte en construcción, entre las casas que albergarán a los ejércitos pridonios contra los vesorianos en un futuro no lejano, se encuentra oculto Arhicteuthis, el elfo marino, quien anda buscando la corona...


Se trata de una batalla adaptada a modo de escaramuza, para que dos ejércitos, un elfo oscuro y un orco, se enfrenten en un pueblo en construcción. Ambos cuentan con 500 puntos, más su propio personaje, que lo han elegido de entre las opciones el libro de ejército. Esta batalla, a pesar de estar a caballo entre Warhammer y Mordheim, es una partida de rol en sí misma, pues uno de los jugadores es el director de juego, que además manejará a los Defensores del Paso Norte como se describe en las reglas, que darán sus vidas por protegerlo. Se presenan atributos y reglas especiales para los personajes y los Defensores del Paso Norte, inspirados en los romanos de nuestro mundo real, pues esta batalla se ambienta en una época similar, pero en un Mundo imaginario donde puede pasar de todo...

Quien quiera consultar el escenario de batalla que he diseñado, puede descargarlo aquí:

La Batalla
Versión Preliminar




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24 marzo, 2011

El Palacio de las Cigüeñas

EL PALACIO DE LAS CIGÜEÑAS


El mar estaba tranquilo, lucía el sol, y las velas se hinchaban con el viento, dirigiéndoles hacia la costa que dos días atrás había surgido a proa: una extensa línea de tierra que parecía no tener fin. Los elfos de Laentis-Anne eran los mejores navegantes, junto a los de Menedhrassé, de todo el Mundo, o eso decían... Las semanas que había durado el viaje, desde la Península de Ëslinor hasta las costas noroccidentales del Continente Nuevo de Ülathar, habían sido tranquilas, salvo en la mañana décimo tercera, que habían divisado un barco al este, en el horizonte. Aquellas aguas no eran nuevas para los elfos de Laentis-Anne, ya en tiempos remotos, sus padres surcaron aquellos mares, antes de que el continente emergiera de las aguas... Esta vez prefirieron rodear los Mares de Pridonia, navegando el Gran Océano hacia el sur, hasta Ülathar, donde vivían los bereberes, un pueblo de hombres que provenían del este, y que se habían asentado en esas tierras. Los elfos no sabían mucho de aquellos hombres, pero tampoco era la primera vez que navegaban hasta sus costas para comerciar.

Athal, Señor de la Marca de Utha, y almirante al mando de la flota, caminó sobre la cubierta hacia proa, y sus botas resonaron sobre la madera de la nave. Sobre su cabeza, las velas hinchadas lucían el emblema de su casa, pues comandaba aquella flota en su propio nombre, y todos los navegantes lo seguían. Al llegar a proa, observó a través de su catalejo, y vio aquella tierra baldía, donde terminaban los Desiertos de Arena. No comprendía cómo allí podía vivir gente, en medio de nada, del puro desierto. Pero aquellos hombres habían logrado levantar allí una civilización, y ya algunas ciudades comenzaban a nacer. Athal, al ver un puerto en la línea de playa, sacó su cuaderno de bitácora, y desplegó un mapa que tenía de aquella costa. Trazó un punto, marcando el puerto en la carta náutica, y observó para asegurarse que no erraba la situación. Tras guardar cuaderno y catalejo, se dirigió a su tripulación, dando órdenes e indicando el destino. Alcanzarían aquel puerto al anochecer...

- Nobles marineros de Eslian, por fin hemos arribado al punto más occidental donde los arabis han llegado, uno de los Grandes Linajes de los Hombres, nacidos en lo que fueron las Selvas de Furia, y que tras el Gran Cataclismo ardieron hasta reducirse a los Desiertos de Ceniza, donde no volvió a crecer nada. Estos hombres han sufrido serias penurias, pero aun así, han logrado conquistar el norte del Nuevo Continente de Ülathar.- Athal respiró, observando a su tripulación, que le observaba. Extendió el brazo hacia detrás, señalando a proa.- La costa que se extiende ante nosotros es el principio de un inmenso desierto de pura arena, y ellos han encontrado la forma de vivir aquí. Deberíamos admirarlos por ello... Observadlos bien, pues son quienes han heredado estas tierras, surgidas del fondo marino.- El almirante se dirigió de nuevo a proa, para continuar observando la costa, para anotar en sus cartas los accidentes geográficos más pronunciados.- Que cada uno haga bien su trabajo, y esta noche dormiremos sobre tierra firme.- Dijo antes de retirarse.


Continuará...






El Palacio de las Cigüeñas
Darka Treake

18 marzo, 2011

Los Mares de Munesia

Estos días estamos comenzando a planear un gran viaje que tenemos en mente desde hace muchsísimo tiempo. Para verano de 2013, cuando hayamos acabado la tesis, dos amigos y yo, pensamos ir al Pacífico. Pretendemos pasar todo el verano de 2013 de isla en isla, con largas termporadas donde estemos más agusto. La idea de coger un barquito, y recorrer entre islas cercanas no se descarta...
Suena a locura, pero llevamos ahorrando ya mucho tiempo, y aun nos quedan 2 años más, así que lo vemos realmente viable.
Y estos días hemos comenzado los preparativos, a mirar destinos,y formas de llegar. Nuestro punto de reunión (pues estamos en los extremos de España: Galicia, Mallorca y Tenerife) es este blog: μ-Nesia.

Y todo ello me ha hecho pensar en cómo serían esos lugares en Mi Mundo, y he sabido cosas...
Resulta que tras el Gran Cataclismo, en que el Mundo casi se partiera, nació toda una cadena volcánica submarina, que se extendía desde las Tierras Orientales de Catai hasta las Tierras Prohibidas de Hiria, que las separaban más de 3000 millas náuticas, entre 6000 y 7000 Km. Allí donde las erupciones volcánicas alcanzaron la superficie del mar, se formaron innumerables islas, y entre ambos continentes quedó lo que llamaron la Cadena Volcánica de Munesia.

Estas regiones del Gran Océano, que separaban ambos continentes, fueron conocidas como los Mares del Fin del Mundo, pues para lo hombres del Catai, y de los Desiertos de Ceniza y más tarde del Viejo Mundo, aquello significaba el final de las aguas navegables. Algunos colonizaron las islas más cercanas a Catai, el Mar de las Especias lo llamaron, pues en las incontable islas había riquezas exóticas que no se hallaban en ningún otro lugar del Mundo. Las islas volcánicas y coralinas maravillaron a todos.

Los elfos habían mantenido aislada la Tierra de Hiria durante el tiempo que duró su Edad, pero cuando los hombres comenzaron a colonizar el Mundo, les resultó realmente difícil conseguirlo. A muchos les engañaron, haciéndoles creer que en tras aquellas aguas terminaba el Mundo, y por miedo, la mayoría jamás las navegaron. Los Mares del Fin del Mundo fueron una leyenda, y gracias la miedo, los hombres se mantuvieron lejos durante milenios. Pero los elfos de Hirinen y Gelidén, que gobernaban la Cadena Volcánica de Munesia, confiaron en algunos hombres, y les permitieron vivir en aquellas islas alejadas de todo. Los Siluallüi, que nacieron en la Tierra de Hiria y habían entablado muy buenas relaciones con los elfos de Hirinen, lanzaron fuertes oleadas migratorias sobre las nuevas islas formadas, y colonizaron muchas de ellas. Las primeras migraciones sucedieron pronto tras el Gran Cataclismo, en que las islas se formaran. Pero más tarde, en el S. V antes del comienzo del calendario del Viejo Mundo, estos hombres de tez negra y tecnología rudimentaria, colonizaron muchas islas más allá, acercándose peligrosamente a los Kitan y a Catai. Pero los Siluallüi se mantuvieron fieles a los elfos, y no fueron más allá sin su permiso.

Los Kitan, que provenían de Catai, se mantuvieron fieles a los elfos al principio, evitando navegar más allá del Mar de las Especias, pero éstos fueron un pueblo próspero, y bajo la influencia de los elfos de Gelidén, aprendieron la navegación y su cultura se desarrolló rápido, y comenzaron a hacerse preguntas... Al final, trataron de saber más, y así se libraron las Guerras del Fin del Mundo, en que los elfos los rechazaron durante las tres guerras, que se libraron en los Siglos II, XI y XVI.

Los arabis, los hombres que habitaban los Desiertos de Ceniza no fueron diestros en la navegación hasta más tarde, tras la Guerra de los Mil Años, que azotó el Viejo Mundo, muy lejos de los Mares de Munesia. Los arabis establecieron un comercio de especias y otros materiales durante mucho tiempo, gracias al cual mantuvieron el monopolio de las especias, única vía por tierra hasta el Viejo Mundo. jamás entablaron batalla contra los elfos en los Mares de Munesia.

En torno al S. IV antes del calendario de los hombres de occidente, los helenos, bajo el mando de un poderoso emperador, alcanzaron las Tierras Orientales de Catai, y ya así los habitantes del Viejo Mundo se maravillaron con los tesoros exóticos de aquellas aguas. Ellos fueron los primeros habitantes del Viejo Mundo en llegar hasta los Mares de Munesia. Pero el imperio que habían creado sucumbió durante las Guerras de los Mil Años, cuando los arabis reconquistaron los Desiertos de Ceniza, y éstos ya jamás volverían a regresar por tierra.

Más tarde, alentados por la perspectiva, y gracias a los avances en la navegación, los pridonios, uno de los grandes pueblos de los hombres del Viejo Mundo, codiciosos de las maravillas de estas regiones del Mundo, alcanzaron sus costas. Aquel contacto inesperado para los elfos, se saldó en la Guerra de las Especias, que duró largo tiempo, y en la que participaron muchas naciones del Mundo de la época. La intención de los hombres fue instaurar el comerció marítimo de las especias. Los elfos al final se lo permitirían, pero jamás les dejarían ir más allá del Mar de las Especias...



A continuación os presento los mapas que he hecho de los Mares de Munesia, aquella región del océano que los elfos ocultaron a los hombres, los cuales los conocieron como los Mares del Fin del Mundo...

MARES DE MUNESIA



MAPA HISTÓRICO DE LOS MAERES DE MUNESIA
(Trazado por los elfos de Hirinen)

02 marzo, 2011

Las Islas Flotantes




Las Islas Flotantes se crearon durante las cruentas Guerras de los Dioses, en que el Mundo casi queda destruido. En las Islas Flotantes, cuando dio comienzo la Edad de los Elfos, nació uno de los Grandes Linajes de los Hombres, el de los Celtas. Ellos fueron, como todos los hombres, rudimentarios al principio, pero pronto aprendieron a escuchar a la tierra, y de ella, aprendieron mucho. Pero los celtas no fueron los únicos habitantes de aquellas islas, pues allí también nacieron otras criaturas, los seres del bosque... Entra las altas montañas, sus valles y los extensos bosques que cubren las islas, vivían tanto criaturas mágicas, como hadas o árboles conscientes, como pielesverdes y otros monstruos. Allí los celtas prosperaron, y alcanzaron a colonizar todas las islas, cuando aparecieron los elfos...

Anne, primera de Laentis-Anne, guió a los suyos, huyendo de la Tierra de Aradán, alcanzando el Viejo Mundo, a la península que ellos llamaron Ëslinor. Pero algunas de sus naves, por orden mismo de Anne, echaron ancla en las Islas Flotantes, y así ambas civilizaciones se encontraron. Los elfos, al encontrar a los hombres, los tomaron como a cualquier otra criatura del bosque, sin darles importancia. Por aquel entonces los elfos colonizaron gran parte del Viejo Mundo, levantando las grandiosas ciudades que aun los recuerdan, algunas de ellas en las Islas Flotantes.

Y con el paso del tiempo, los celtas evolucionaron, alcanzando conocimientos suficientes como para que los elfos los tuvieran en cuenta. No sólo los elfos de Laentis-Anne encontraron a los celtas en las Islas Flotantes, también descubrieron que había otros pueblos de hombres a lo largo del Viejo Mundo...

Los elfos no se llevaron tan bien con los demás hombres, como con los celtas. Con ellos entablaron una gran amistad, que se prolongó mucho tiempo. Los celtas aprendieron mucho de ellos, y su civilización se desarrolló mucho. Aprendieron de ellos a canalizar el poder de la tierra, de los bosques, y de las aguas. Los druidas, los llamaron, algunos... Juntos a los elfos de Laentis-Anne, los celtas navegaron a la Península de Ëslinor, en el Viejo Mundo, Y así, su civilización se extendió a lo largo del continente, allá donde fueron ellos...

Pero por aquella época ocurrió el Gran Cataclismo, una catástrofe que lo cambió todo. Al surgir el Continente Nuevo de Ülathar de las Profundidades, los océanos se movieron, y las Islas Flotantes, que estaban más alejadas del Viejo Mundo, se aproximaron a la deriva. Terribles terremotos sufrieron las islas, y toda su geografía cambió. Lo que una vez fueron las Islas Flotantes, ahora eran completamente diferentes. Las ciudades de los elfos quedaron arrasadas, y muchos de ellos, como de los celtas o las criaturas del bosque, murieron. Tras aquello, los elfos de Laentis-Anne se marcharon de las islas para siempre...

Así, allí quedaron los celtas, que debieron seguir viviendo en sus tierras sin los elfos. Las Islas Flotantes ahora eran un territorio que parecía inhóspito, de lo diferente que era, y ellos supieron colonizarlo pronto. Los celtas que siguieron viviendo con los elfos en el Viejo Mundo, recobraron el contacto con los de las Islas Flotantes pasado un tiempo, y así aquella civilización continuó creciendo floreciente.
Tiempo después, los hombres, a lo largo del Viejo Mundo, habían evolucionado mucho, y habían ocurrido el inevitable choque de civilizaciones. Los helenos, al sur del Viejo Mundo, que hasta ahora habían sido la gran potencia del Mare Nostrum Interioris, estaban en declive, pues los pridonios les superaban en fuerza militar. Aquellos hombres parecían haber nacido para luchar, su pueblo fue muy grande, y no tardó en alcanzar las Islas Flotantes, y las Península de Ëslinor, donde vivían los elfos de Laenti-Anne, junto a muchos celtas. Los pridonios combatieron a los elfos, y a los celtas en las Islas Flotantes, y grandes territorios les conquistaron.

Arribaron a las islas del sur, y allí comenzó la matanza. Esos hombres no venían en son de paz como los elfos, sino con ansia de conquista. Exigían sublevación y servidumbre, esclavitud entre otras humillaciones, y los celtas no estaban dispuestos a ceder. Las lucha fue terrible, lo llamaron las Guerras de Onairda, que fue una ciudad celta que cayó bajo el poder pridonio, fue arrasada hasta los cimientos. Los celtas fueron retrocediendo hacia el norte, hasta que los pridonios levantaron una gran muralla, y se detuvieron.

Hacía tiempo que en el Viejo Mundo había estallado la Guerra de los Mil Años, y los vesorianos, uno pueblo de hombres que provenía del este, de más allá de las Montañas del Anochecer, había conquistado grandes territorios. Así, el equilibrio que había permitido a los pridonios alcanzar las Islas Flotantes, y acorralar a los celtas en el norte, se había roto, y las tropas fueron retiradas, llevadas al frente, en el Viejo Mundo. Allí los pridonios combatían con los gonotes, que huyendo de los vesorianos, amenazaban con alcanzar sus tierras.

Así, las Islas Flotantes gozaron de paz por un tiempo. Los pridonios, los elfos, los celtas, los gonotes, y los demás pueblos que habitaban el Viejo Mundo, dejaron las islas en calma mientras se enfrentaban a un enemigo mucho mayor. Al final, juntos, acabaron con la amenaza de los vesorianos y las bestias, y la Guerra de los Mil Años dio fin.

Después de aquello, los elfos de Laentis-Anne, abandonaron el Viejo Mundo para siempre, pues sabían que los hombres tenían tanta ansia, que no les permitirían vivir ahí. Así, pridonios, no dudaron en conquistar la Península de Ëslinor, expulsando fácilmente a los celtas que quedaban en ella. Éstos se marcharon a las Islas Flotantes, donde encontraron a los descendientes de sus antepasados. Aquellas familias ya eran muy diferentes, pero aun así, se trataron bien, y tuvieron buena acogida en las islas.

Allí vivieron los celtas mucho tiempo, hasta que al fin, los demás pueblos de los hombres habían crecido tanto en el Viejo Mundo, que sus linajes ya se habían mezclado, y diferentes civilizaciones convivían a su largo y ancho. Algunos de ellos zarparon rumbo a las Islas Flotantes cerca de la misma época. Los primeros fueron los nórdicos, que provenían de la Tierra Helada de Vikinga, que asediaron a los celtas, lanzando encarnizadas incursiones. Los nórdicos levantaron algunas ciudades que aun hoy viven florecientes, y que por aquella época fueron puertos de desembarco de tropas. Después llegaron los ovidios, un pueblo proveniente del mestizaje de pridonios, gonotes y nórdicos. Ellos llegaron al sur, como antaño los pridonios, pero esta vez venían dispuestos a quedarse. Arturus, un caballero que provenía de la Península de Insidia, como habían llamado los hombres a la Península de Ëslinor, desembarcó en la Isla de Iér, cuyas playas se extienden hasta convertirse en estepas de pasto verde, que terminan en la otra orilla de la isla, de la misma forma, con arena blanca...

Los ovidios atacaron a los celtas sin piedad, y como antaño, se vieron replegados hacia el norte. Algunos quedaron, en los Bosques de Aladéi, al sur de la Gran Isla de Thaára, pero la mayoría se ocultaron entre las montañas al norte de la isla. Los nórdicos en aquel momento controlaban gran parte de la Isla de Luthéa, combatiendo también contra los celtas, pero al final se encontraron también con los ovidios.

A aquellas batallas por las Islas Flotantes, lo llamaron las Guerras de Arcturia, pues al terminar, los ovidios dominaban la Gran isla de Thaára, cuando fundaron la Dinastía de Arcturia, proclamándose Arcturus su primer Rey. Más tarde sus vástagos conquistarían la Isla de Luthéa, y las demás que forman las Islas Flotantes, y el Reino de Arcturia alcanzaría de costa a costa, hasta las Islas de los Ahorcados y las de Moréi, al noroeste.

Los ovidios lograrían hacerse con el control de las Islas Flotantes, pero lo que quedó, la cultura que floreció en ellas, fue el resultado inevitable de la mezcla de todos aquellos pueblos. Siempre quedaron celtas, en las montañas al norte de la Gran Isla de Thaára, y los nórdicos no dejarían de lanzar severas incursiones contra el Reino de Arcturia, y así el tiempo se sucedería, y sus habitantes continuarían sufriendo sus penurias, pero también teniendo sus buenos momentos...



Échale un ojo al Atlas Histórico de Mi Mundo

06 junio, 2011

Monográfico: Koragk, Matabestias

Koragk nació en las Montañas del Anochecer, en el año -120, en una pequeña aldea enana. La villa estaba oculta en los límites del Bosque Oscuro de Alorn-Toth, donde los gonotes les habían permitido vivir. En el momento en que los enanos se ocultaron en las entrañas de la montaña, para no regresar, casí cinco siglos antes del nacimiento de Koragk, su familia se encontraba lejos de una ciudad enana, por la que huir de la superficie, como había ordenado Thüril, el Rey Único. Así, a su llegada a Karak-Lon, de donde procedían, y al encontrarla deshabitada se asentaron en sus ruinas. Allí convivieron mucho tiempo hasta que en -135, los orcos de la Tribu de la Garra Negra, que campaban a sus anchas en las Montañas del Anochecer, los atacaron. Karak-Lon cayó entonces, y los orcos fundaron allí la Garra Negra, donde vivió desde entonces su Señor de la Guerra. La familia de Koragk debió huir entonces al Bosque Oscuro de Alorn-Toth, y allí se asentaron, bajo la protección de los gonotes.

Koragk nació en un momento de mucho dolor. Ya en sus primeros años aprendió a odiar a los orcos, y cuando aun era joven, vio morir a su padre, en un intento fallido por recuperar la vieja ciudad enana... En aquel momento, Koragk juró que derrotaría a los orcos de la Garra Negra.

Cuando creció, no espero para animar a los hombres, y ayudado por los gonotes, asedió la ciudad, sin conseguir tomarla. Derrotado, y dándose por vencido, decide marcharse lejos, y morir luchando, matando bestias. Entonces tenía más de un centenar de años, y no tardó en ganarse el sobrenombre de Matabestias...

Koragk luchó en la Guerra de los Mil Años, pues reunió a muchos, que habiendo escuchado su nombre se le unieron, y juntos lucharon contra los orcos y los vesorianos allá donde los encontraban.

Una noche del año 117, cuando Koragk se encontraba al este de la Península de Ëslinor, donde las bestias ya acosaban a los elfos y a los hombres, vio en el cielo un destello tan poderoso que sólo podía provenir de un lugar. Aquella luz provenía de un punto en el horizonte de la estepa, hacia oriente, y allí debía estar la Corona Radiante de la leyenda.

Por curiosidad, o quizás pensando que si la corona estaba allí, habría bestias buscándola, Koragk organizó un grupo, y fue a ver de qué se trataba. Al ir acercándose, vio que a lo largo de la estepa, los hombres y los elfos estaban construyendo una gran muralla, que separaría la Peninsula de Ëslinor del continente... Realmente temían a aquellas bestias.

Cuando Koragk alcanzó el muro, vio que al norte estaban levantando una fortaleza, era el Paso Norte del Muro de Ëslinor. Allí los hombres, bajo el estandarte del Imperio de Pridionia, levantaban una ciudad que serviría de guarnición y defensa. En aquel momento estaba en construcción, y un puñado de hombres trabajaba allí, cuando ante la sorpresa de todos, dos grandes ejércitos atacaron la ciudadela.

Por el oeste apareció una legión de elfos oscuros, pertenecientes a la Alta Estirpe de Yandalath, bajo las órdenes de Adril de Dorthonion, un despiadado Señor de la Guerra que ansiaba hacerse con la Corona Radiante. Por el oriente, apareció una hueste de pielesverdes, comandados por Ghundard, Señor de la Calavera Llameante. Aquella tribu luchaba junto a los vesorianos, y al ver el destello, habían acudido también a por la corona...

La Batalla por el Paso Norte del Muro de Ëslinor fue dura. Los hombres que la defendían murieron todos, salvo uno, que se lo llevaron los elfos para torturarlo. Éstos huyeron del lugar, pues Ghundard, que era un poderoso hechicero, los derrotó invocando a cruentos demonios que los devoraron. Pero quien se hizo con la Corona Radiante fue Koragk, Matabestias, que al portarla, deslumbró a todos en la ciudadela. Muchos orcos y elfos huyeron, y él se marchó de allí con el poderoso objeto.

Poco después, al saber que Thor-Lunn, era ahora el Rey Único, y que había ordenado regresar a la superficie para combatir a las bestias, acudió hasta él, y le regaló la Corona Radiante, diciéndole que él no era merecedor de ese honor, sino él. Thor-Lunn, agradecido, le encomendó el cometido de marchar hasta Cordonia, hasta Cartesse, y hasta Anora, donde aun habitaban elfos y hombres. Koragk debía pedirles que se unieran a su causa, y que todos juntos lucharan contra los vesorianos.

Koragk, Matabestias, comenzó así su odisea... Fue hasta Cordonia, en el extremo de la Península de Ëslinor, y allí recibió audiencia de la Señora Mielina, quien gobernaba el Reino de Eslián, como emabajador de Thor-Lunn, el Rey Único. Después fue hasta Cartesse, en el corazón de la Gran Isla de Pridonia, y de su Imperio. Pero los hombres no les escucharo al principio. Se reunió también con los aches, en la Ciudad-Estado de Nundinae, y con los helenos de la Isla Rocosa, hasta con los gonotes que acampaban al otro lado del muro que los pridonios habían levantado para mantenerlos fuera de la Tierra de Tronia, y que no tardaron en atravesar...

Tras los gonotes asediar Cartesse, y la balanza en el Viejo Mundo inclinarse definitivamente hacia el lado de las bestias, se firmo la Paz de Cartesse. Pridonios y gonotes dejarían de luchar entre ellos, y se unirían a los elfos contra los vesorianos. En aquel momento, cuando se formó la alianza, se encontraba Koragk, Matabestias, en representación de Thor-Lunn, el Rey Único, Soberano de todos los enanos.

Tras aquello, la Guerra de los Mil Años se convirtió en una encarnizada matanza. La alianza de elfos y hombres combatió a los vesorianos en las estepas del Viejo Mundo, ganándoles terreno. Reconquistaron antiguas ciudades, que ya eran poderosas piezas del imperio vesoriano, como Aluadinia, Oslinath, o Lanthas, a la que renombraron como At-Lanthas. Y en las Montañas del Anochecer, los enanos combatieron a las bestias, ayudado por los elfos de Barafundär, tras la Batalla de Karak-Athor.

Durante aquel tiempo Koragk combatió primero junto a los hombres y elfos en el Viejo Mundo, y después se sumó a los ejércitos enanos, que luchaban en las monatañas. Thor-Lun, para recompensar a Koragk, le entregó un ejército, para que partiera hasta la Garra Negra, y se enfrentara a los orcos. Así, Koragk combatió a los orcos hasta romar la vieja ciudad enana, enviando tropas desde los túneles del subsuelo, y asediando sus muros desde la superficie montañosa. Cuando conquistó la Garra Negra, y la renmbró como Karak-Lon, El Rey Único le dijo a Koragk, que la gobernara. Pero éste, que sólo deseaba morir combatiendo a las bestias, decidió darsela al Rey Thorak, su legítimo heredero, hijo del difunto Rey Thüril.

Entonces, Koragk, Matabestias, partió a enfrentarse a los vesorianos, que por aquel entonces se replegaban en las Torres de Isnara, habiendo perdido sus bastos territorios en el Viejo Mundo. En aquel lugar, en el año 456, se libró la llamada Batalla de las Bestias, en que murió Koragk. El valiente enano luchó valeroso contra Fannygorn, el Supremo, pero éste le dio muerte despiadadamente.

Así, los días de Koragk, Matabestias, terminaron, pero su leyenda creció y fue recordada por siempre...




Koragk, Matabestias, es un personaje de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, en que estoy trabajando ahora. Espero pronto contaros más sobre él y sobre esta historia!!





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25 mayo, 2011

Los Aches

Los aches fueron los hombres que nacieron en la región donde el Río Bringuidamo nace del Ethir Aluadin, que cruza el Viejo Mundo de este a oeste. Allí, donde los ríos moldearían la figura de un alto peñón entre lagos, su cultura prosperó. Los primeros asentamientos datan del comienzo de la Edad de los Elfos, aunque éstos aun tardarían en llegar hasta Aluadinia. Los aches se expandieron pronto por los territorios a ambas orillas del Ethir Aluadin, dominando la tierra que comprende desde las Altas Ered-Ilais, hasta las Montañas de Dölodar, salvo el Bosque de las Tres Lunas, desde donde los pielesverdes siempre los hostigaron.

Cuando los elfos de Laentis-Anne llegaron al Viejo Mundo, ocuparon la Península de Ëslinor, y fundaron el Reino de Eslián. Éstos explorarían todo el Viejo Mundo, levantando grandes ciudades, y por los siguientes ochenta mil años dominarían practicamente el continente.

Pero cuando comenzaban a explorar el Viejo Mundo, los elfos se encontraron con los aches. Ambos pueblos entablaron paz, y los elfos construyeron la ciudad de Lanthas, al noreste de las tierras de los aches, sobre el Río Bragano, donde comenzaban las Tierras de Balhan.

Aquellos fueron tiempos felices, los aches aprendieron muchas cosas de los elfos, y pronto adquirieron gran sabiduría, y su cultura fue floreciente. Sus territorios, bajo el abrigo de los elfos, se epxandieron hacia el norte de las Montañas de Dolodar y las Tierras de Balhan.

Pasado el Gran Cataclismo, que los aches sufrieron sin grandes consecuencias, y que pronto olvidaron, este pueblo creció mucho, y prosperaron sus primeras ciudades. Aluadinia fue siempre para ellos la capital de su cultura, pero grandes fueron también las ciudades de Reinora, Oslinath o Nundinae, que fue su primer puerto. Los aches comerciaron con los elfos de Laentis-Anne, y con los celtas, quienes convivían con ellos. Y por aquel entonces, además, tuvo buenas relaciones con los helenos, que vivían más allá de las Altas Ered-Ilais, al sur.

Más tarde, un gran número de aches que vivían en la Tierra de Balhan, muy lejos de Aluadinia, y con los lazos familiares olvidados, habían formado una propia y rica cultura. Se hacían llamar bahanos. Vivían en clanes, a lo largo de la meseta que divide el Río Bragano, y vivieron independientes de los aches.

Los balhanos fueron los primeros aches en sentir las consecuencias de la Guerra de los Mil Años, que acabaría con su cultura.

De las montañas descendieron los gonotes, una gran número de refugiados de una guerra que estaba arrasando su pueblo, muy al este, en un bosque entre montañas. De allí habían huído, y muchos habían ido a parar a la Tierra de Balhan. Los balhanos los aceptaron y dieron cobijo, y allí convivieron durante los siguientes cinco siglos...

Para cuando los vesorianos invadieron el Viejo Mundo en masa, nadie los estaba esperando. La guerra fue una auténtica masacre. Los gonotes huyeron, como hicieran sus antepasados, hacia el sur, internándose en las tierras de los aches, alcanzando incluso Aluadinia.

Y los balhanos, que combatieron junto a los elfos por la Tierra de Balhan, terminaron desapareciendo como cultura, pues fueron arrasados por completo...

Los aches que ocupaban la región central del Viejo Mundo, acogieron a los gonotes, y se alarmaron ante la amenaza de las bestias.Sus miedos no tardarían en hacerse realidad... En torno al Siglo II, antes del calendario del Viejo Mundo, muchos gonotes vivían a lo largo y ancho de los territorios de los aches. Sus culturas inevitablemente se mezclaron, pero los aches y los gonotes siempre guardaron su identidad como pueblo. Cuando las bestias conquistaran la ciudad elfa de Lanthas, y comenzaran su expansión por el Viejo Mundo, los gonotes y los aches se vieron obligados a ir a la guerra. Aquello fue otra masacre, en que los aches se vieron diezmados, y reducidos a sus territorios alrededor de las Montañas de Dölodar, y la gran mayoría se vio hacinada en la ciudad de Nundinae, oculatos en la cordillera, o exiliados hacia la Península de Ëslinor, debiendo abandonar Aluadinia para siempre...

Por aquel entonces los pridonios, los hombres que provenían de la Gran Isla, se encontraban en expansión. Sus huestes habían dominado la Tierra de Tronia, conquistando la ciudad de Esselnesse a los elfos, y amenazaban con tomar Nundinae. Además, combatían a los elfos también en el norte, en la Península de Ëslinor donde muchos aches huyeron, ocupando todo el este de la península.

Allí se vieron obligados a combatir con los pridonios, pero éstos pronto los dominaron, expulsándolos al sur, hacia las montañas y a Nundinae, su última resistencia.

Los pridonios y los elfos continuaron batallando, mientras los vesorianos atacaron por el este. Las bestias tomaron las Montañas de Dölodar, con legiones de poderoso demonios, y los aches huyeron aterrados.

Los únicos supervivientes alcanzaron Nudninae, y dijeron que eran los últimos. Ningún otro ache había sobrevivido fuera de la ciudad.

Desde entonces los aches vivieron en la Ciudad-Estado de Nundinae, que sufrió el azote de la guerra, pero logró mantenerse siempre defendida.

Los vesorianos conquistarían todo el Viejo Mundo, expulsando a los gonotes de lo que antaños fueran las tierras aches, y Aluadinia quedó al olvido. Todos vivieron en Nundinae, y los vesorianos, auqnue atacaron en multitud de ocasiones, no lograron hacerse con la ciudad. Los aches contaron con la ayuda de los elfos muchas veces, otras con la de los gonotes, y más tarde hasta con la de los pridonios, pues todos se habían unido para luchar contra las bestias.

Cuando terminó la guerra, la Ciudad-Estado de Nundinae fue la última resistencia ache, y éstos siempre vivieron en ella, llegando a ser uno de los mayores puertos comerciales de su época.



Elaces de apoyo:
Balhanos (en el Glosario de la Leyenda de Golöel)
Aluadinia (en el Glosario de la Leyenda de Golöel)


Plano de la expansión de los Aches hasta el comienzo de la Guerra de los Mil Años

17 mayo, 2011

Odín, la Bella

Hoy vengo a hablaros sobre un personaje que me gusta mucho, Odín, la Bella, Señora de la Torre de Ihren, de quien se habla en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años.
Este monográfico está incompleto, pues sé que después de lo narrado a continuación le siguieron pasando cosas a Odín, pero aun las desconozco, así que ya iré ampliando su historia.

Este texto lo escribí el otro día para mi glosario. 
Os advierto que si vais a leer el relato La Torre, esto os desvelará el final. Por ello os aconsejo no leerlo antes.

Ya me decís qué os parece!!



Odín fue una muchacha que nació en el Bosque Oscuro de Alorn-Toth, a comienzos del Siglo V, antes de que comenzara el calendario del Viejo Mundo. Cuando los vesorianos remontaron las monatñas, muchos gonotes se marcharon de donde nacieron, aunque muchos otros se quedaron en su bosque oscuro, en el que resistirían mucho.
Odín, que durante su juventud fue una muchacha muy hermosa, creció feliz, hasta que sus padres se marcharon del bosque. Huyeron hacia el norte, atravesando las montañas, hasta alcanzar Korro Odonen, la ciudad enana que éstos construyeron más al norte. Aquellas familias encontraron entre sus ruinas, pues habían sido abandonadas un siglo atrás, un hogar, y allí decidieron ocultarse, pues se creían rotegidos.
Allí vivió Odín, y con lo hermosa que era, conoció a muchos hombres, hasta que se enamoró de uno. Era un apuesto joven, que la amó mucho, y cuando eran ancianos, y éste murió, ella enloqueció. Se sumió en una tristeza tal, que le sumió en una profunda depresión. Aquel hombre había sido toda su vida, y ahora ya nadie la mimaría... Entonces decidió que ella no deseaba una vida así, sin aquél afecto, así que buscó la forma de tenerlo.
En algún momento fue que dio con un mercader, que vendía una planta que aseguraba la belleza más pura. Al parecer, si una mujer se ponía las flores de la planta a modo de pendientes, en ella brotaría la más infinita belleza. Al parecer, un demonio la había tocado, y le había dado aquellas propiedades mágicas...
Odín se hizo con la planta, y al probarse los pendientes, rejuveneció de súbito, volviendo a tener su hermosura de siempre. Se maravilló tanto con lo ocurrido...
Así, Odín, volvió a ser llamada la Bella. Desde aquello, ella siempre llevaba los pendientes, y permanecía joven por el día, pero al atardecer, los pendientes se marchitaban, y su magia moría con ellas, y ella volvía a ser una anciana.
Odín vivió así muchos años, pues la magia de las flores de aquella planta le hacía librarse de la muerte. Vio morir a muchos, que conoció de jóvenes, y las generaciones se sucedieron.
Dependió de aquellas flores, hasta el punto de obsesionarse y volverse una completa demente. En su ansia por evitar perder aquella planta, averiguó la forma de tener una fuente inagotable de su magia... Debía invocar al demonio que la había hechizado.
Así, Odín comenzó su búsqueda. Fue a la Torre del Recuerdo, que se encontraba muy al sur, y allí conoció los secretos de la demonología. En aquella torre que acababa en el cielo, donde habita el Dios del Recuerdo, se almacenan una gran cantidad de libros, de conocimiento... Y ella robó uno. Con ese libro logró aprender los secretos que guardan la clave para conectar con el inframundo, donde habitan los demonios...
Y al final, Odín regreso a la Torre de Ihren, y para seguir manteniéndose bella, invocó a un demonio. Era una riatura horrenda, que supo dotar a su planta de la magia capaz de hacerla hermosa, y joven, e inmortal...
En su obsesión, Odín tramó un plan para conseguir tantas flores mágicas como quisiera, y que no se le acabaran jamás. Se acercó a Ario, el joven que sería Señor de la Torre algún día, y logró que se enamorara de él. Así, ambos se casaron, Odín se convirtió más tarde en la Señora de la Torre de Ihren.
Como regalo de bodas, ella consiguió que Ario le regalara el jardín más gran posible de aquella planta, que daba sus flores favoritas. Y entre la Torre y el Bosque de las Bestias, a lo largo de todo el extenso valle que los separaba de donde habitaban las bestias, plantaron un jardín con aquella planta, y Odín se sintió enormemente complacida...
Había conseguido ser la Señora de la Torre, y tener tantas flores para mantenerse en el poder todo el tiempo que ella deseara...
Durante aquel tiempo mantuvo preso al demonio que había invocado en un libr mágico, cerrado con un candado. Pero una noche, la última que los gonotes vivieran en la Torre de Ihren, pues huirían tras la amenaza de las bestias, fue descubierta por su propio hijo.
Öddio, el hijo de Ario y Odín, liberó al demonio, y descubrieron que en realidad era una bruja, consumida por su propio delirio, y por una vejez oculta tras un hechizo.
Odín huyó de la Torre de Ihren, y fue volando hasta el extenso jardín a las afueras de ella. Entonces, los terribles guerreros vesorianos aparecieron, y entre ellos el mismísimo Ladrón de Almas...
Así, Odín, que fue conocida una vez como la Bella, se vio obligada a formar parte de la invasión que los vesorianos iniciaron sobre el Viejo Mundo, y que los llevaría a las Guerras de los Mil Años...




Darka.

13 mayo, 2011

Península de Eslinor durante la Guerra de los Mil Años

Estos días estoy escribiendo el Palacio de las Cigüeñas, una de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años. Los hechos narrados en el cuento acontecen durante el primer siglo antes del calendario de los hombres del Viejo Mundo. En esta época, cuando los pridonios ya han conqusitado a los elfos la Tierra de Laneo, y se ha creado la Marca de Utha, cuya defensa reside en Athal, Señor de Utha, transcurre la historia.

Pero el cuento me ha dado mucho qué pensar, y he trazado un plano histórico, con lo acontecido en la Península de Ëslinor durante la Guerra de los Mil Años, tras la cual los elfos se marcharían para siempre, y los hombres la llamarían la Península de Insidia...

Espero que os guste el mapa!


Península de Ëslinor
Durante la Guerra de los Mil Años


05 mayo, 2011

Conversación entre Athal, de Utha, y el Rey Boabdin Segundo

Os presento un fragmento del relato llamado El Palacio de las Cigüeñas, una de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, que estoy escribiendo ahora. Espero pronto poder enseñárosla acabada!!
Este trocito es cuando Athal, Señor de la Marca de Utha, está hablando con Boabdin Segundo, Rey de Arkara, uno de los Cinco Reinos Bereberes.
El elfo ha llegado aquellas costas de Ülathar, donde habitan los bereberes, con la intención de abrir una nueva ruta comercial, y aprender de aquellos hombres que habitan el desierto...


Enlaces de apoyo:
Plano del Nuevo Continente de Ülathar
Plano del Mundo tras el Gran Caclismo (durante la Edad de los Hombres)
Atlas Histórico


(...)

- Es grandioso saber que tus antepasados lograron cruzar Los Desiertos de Arena, y alcanzar esta región de Ülathar... Debió ser una verdadera odisea... Me pregunto por qué lo harían, qué los movería a separarse del pueblo arabi, y alejarse tanto de sus tierras...

- ¿Ülathar, dices?- Le interrumpió el Rey.

- El Continente Nuevo de Ülathar, que pisamos ahora mismo. Así es como lo llamaron mis padres, cuando surgiera de las profundidades del Gran Océano, tras el Gran Cataclismo.

- ¿Cómo dices?- Preguntó el hombre al elfo, realmente sin comprender.- Esta tierra siempre ha estado aquí. Mucho antes de que mis antepasados la pisaran.

Athal sonrió, comprendiendo lo duro que debía ser para un hombre entender aquello.- Los hombres y los elfos somos muy diferentes.- Le dijo a Boabdin mirándole a los ojos.- Vosotros alcanzáis a vivir... ¿Cuánto? Los más viejos pueden morir a los sesenta años... Pero los elfos, a diferencia de los hombres, no morimos de viejos... Yo nací después del Gran Cataclismo, cuando el Mundo ya había cambiado.- Athal se entristeció.- Cuentan que el Mundo era muy diferente a como es ahora, cuando los hombres vivíais en grupos muy reducidos, y los elfos colonizaron todas las costas de todos los continentes. Pero por aquel entonces, estas tierras no existían. Aquí donde nos encontramos, no había más que océano...- El elfo calló un segundo, esperando a que el Rey digiriera aquello.- Pero ocurrió entonces el Gran Cataclismo, que lo cambió todo. Al sur del Viejo Mundo emergió todo un continente, de unas proporciones inmensas, y en su centro, se elevó hasta formar el monte más alto del mundo: un enorme volcán. Estamos pisándolo ahora.

- Pero... Tales sucesos... Jamás se supo de ellos. ¿Por qué?- Quiso saber Boabdin Segundo.

- Como te decía, los hombres no vivís mucho tiempo, vuestras generaciones se suceden a gran velocidad, y por ello concebís el tiempo de otra forma, más limitada... Cuando sucedió esto, los arabis, tu pueblo, habitaban las Selvas de Furia, que se extendían a lo largo de todo lo que hoy comprenden los Desiertos de Ceniza. Tu pueblo aun era joven, y por aquel entonces los relatos pasaban de padre a hijo, se exageraban, se hacían leyendas, o se olvidaban... Ha pasado muchísimo tiempo desde aquello, es probable que el relato de lo sucedido no os llegara.

- ¿Pero cómo es posible?- El Rey Boabdin estaba completamente atónito. No sabía si creer aquello, pero tampoco sabía por qué no creerlo. Era perfectamente posible.

- El por qué del Gran Cataclismo es largo de contar. Pero tras las erupciones volcánicas, las Selvas de Furia ardieron hasta reducirse a los Desiertos de Ceniza, en que siempre vivió tu pueblo.

- No puede ser...- Dijo simplemente el Rey.- ¿Y el volcán?

El elfo sonrió otra vez.- Se halla muy al sur de estas tierras, más allá del desierto. En el corazón de este continente, entre altas montañas, surge imponente el Gran Volcán, que alcanza una altura impresionante. Y en lo alto, en su cráter, vive Mëryl, el Dragón Dorado.- Athal le tomó por el hombro.- Yo tampoco lo he visto, pero créeme que existe...

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Extraído de El Palacio de las Cigüeñas
Crónicas de la Guerra de los Mil Años
Memorias Olvidadas
Darka Treake

25 abril, 2011

Línea del Tiempo: La Guerra de los Mil Años

Hola!!
Después de pasar toda la semana santa fuera, vengo a mostraros algo en que he estado trabajando. Es la Línea del Tiempo con todos los acontecimientos relevantes que acontecieron durante el periodo que duró la Guerra de los Mil Años.
Está sin terminar, pues aun me quedan muchas cosas por saber, pero durante este tiempo, las bestias invadieron el Viejo Mundo, ocupándolo en casitoda su extensión durante varios siglos. Los enanos se ocultaron en la montaña, aterrados. Los orcos se les unieron, y los pueblos de los hombres que habitaban las Montañas del Anochecer, y las estepas del continente fueron arrasados o se vieron obligados al exilio. Los elfos, al este, luchaban con los pridonios, los hombres que provenían de la Gran Isla, quienes por esta época expandieron su imperio por toda la costa del Viejo Mundo. Pero al final, los elfos, los hombres, y los enanos, que regresaron de las entrañas de la tierra, hicieron frente a los vesorianos y a las bestias, haciéndoles retorceder hasta las Torres de Isnara. Cuando éstas fueron conquistadas, tras la Batalla de las Bestias, los vesorianos huyeron del Viejo Mundo para siempre...

He aquí la Línea del Tiempo que abarca el periodo que duró la Guerra de los Mil Años, la cual iré actualizando, pues estoy escribiendo las Crónicas de las Guerra de los Mil Años, un libro de relatos que trancurren durante esta época oscura...


Línea del Tiempo:
LA GUERRA DE LOS MIL AÑOS






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12 abril, 2011

El Paso Norte del Muro de Ëslinor

He preparado para la semana que viene una partida de warhammer, para que Joey, Drey y yo luchemos durante la Guerra de los Mil Años, por la Corona Radiante. En el tiempo en que se ambienta la batalla, los pridonios, hombres venidos del sur, se han unido a los elfos, tras mucho combatirles, pues la amenaza de los vesorianos es más poderosa que la que puedan ser ellos.
Juntos han comenzado la construcción del Muro de Ëslinor, que separará toda la Península del Viejo Mundo. Y así esperan frenar a las bestias, venidas de más allá de las Montañas del Anochecer.
En este momento, cuando unos pocos pridonios están levantando el extenso muro, allí donde construyen el que será su paso más al norte, sucederá esta batalla.

El Paso Norte está siendo construido sobre las ruinas de una vieja ciudad elfa, que ellos mismos debastaron tiempo atrás. Y entre las ruinas, los pridonios encuentran la Corona Radiante. Al abrir el cofre donde está guardada, su brillo ha sido visto a leguas a la redonda, y los ejércitos se han movilizado. Poco tiempo después, el Paso Norte sería saqueado...

Por el oeste, Adriel de Dorthonion, un elfo oscuro que domina las costas al norte del Mar del Caos, en la lejana Tierra Oscura de Elhada, anda buscando la corona por aquellos lares, y tras el destello, ha encaminado a sus guerreros hasta el Paso Norte.

Por oriente, los defensores del Paso Norte ven acercarse una horda de orcos, gobernados por Ghundard, Señor de la Calavera Llameante, quien está decidido a hacerse con la Corona Radiante, para conquistar el Viejo Mundo.

Y entre el fuerte en construcción, entre las casas que albergarán a los ejércitos pridonios contra los vesorianos en un futuro no lejano, se encuentra oculto Arhicteuthis, el elfo marino, quien anda buscando la corona...


Se trata de una batalla adaptada a modo de escaramuza, para que dos ejércitos, un elfo oscuro y un orco, se enfrenten en un pueblo en construcción. Ambos cuentan con 500 puntos, más su propio personaje, que lo han elegido de entre las opciones el libro de ejército. Esta batalla, a pesar de estar a caballo entre Warhammer y Mordheim, es una partida de rol en sí misma, pues uno de los jugadores es el director de juego, que además manejará a los Defensores del Paso Norte como se describe en las reglas, que darán sus vidas por protegerlo. Se presenan atributos y reglas especiales para los personajes y los Defensores del Paso Norte, inspirados en los romanos de nuestro mundo real, pues esta batalla se ambienta en una época similar, pero en un Mundo imaginario donde puede pasar de todo...

Quien quiera consultar el escenario de batalla que he diseñado, puede descargarlo aquí:

La Batalla
Versión Preliminar




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24 marzo, 2011

El Palacio de las Cigüeñas

EL PALACIO DE LAS CIGÜEÑAS


El mar estaba tranquilo, lucía el sol, y las velas se hinchaban con el viento, dirigiéndoles hacia la costa que dos días atrás había surgido a proa: una extensa línea de tierra que parecía no tener fin. Los elfos de Laentis-Anne eran los mejores navegantes, junto a los de Menedhrassé, de todo el Mundo, o eso decían... Las semanas que había durado el viaje, desde la Península de Ëslinor hasta las costas noroccidentales del Continente Nuevo de Ülathar, habían sido tranquilas, salvo en la mañana décimo tercera, que habían divisado un barco al este, en el horizonte. Aquellas aguas no eran nuevas para los elfos de Laentis-Anne, ya en tiempos remotos, sus padres surcaron aquellos mares, antes de que el continente emergiera de las aguas... Esta vez prefirieron rodear los Mares de Pridonia, navegando el Gran Océano hacia el sur, hasta Ülathar, donde vivían los bereberes, un pueblo de hombres que provenían del este, y que se habían asentado en esas tierras. Los elfos no sabían mucho de aquellos hombres, pero tampoco era la primera vez que navegaban hasta sus costas para comerciar.

Athal, Señor de la Marca de Utha, y almirante al mando de la flota, caminó sobre la cubierta hacia proa, y sus botas resonaron sobre la madera de la nave. Sobre su cabeza, las velas hinchadas lucían el emblema de su casa, pues comandaba aquella flota en su propio nombre, y todos los navegantes lo seguían. Al llegar a proa, observó a través de su catalejo, y vio aquella tierra baldía, donde terminaban los Desiertos de Arena. No comprendía cómo allí podía vivir gente, en medio de nada, del puro desierto. Pero aquellos hombres habían logrado levantar allí una civilización, y ya algunas ciudades comenzaban a nacer. Athal, al ver un puerto en la línea de playa, sacó su cuaderno de bitácora, y desplegó un mapa que tenía de aquella costa. Trazó un punto, marcando el puerto en la carta náutica, y observó para asegurarse que no erraba la situación. Tras guardar cuaderno y catalejo, se dirigió a su tripulación, dando órdenes e indicando el destino. Alcanzarían aquel puerto al anochecer...

- Nobles marineros de Eslian, por fin hemos arribado al punto más occidental donde los arabis han llegado, uno de los Grandes Linajes de los Hombres, nacidos en lo que fueron las Selvas de Furia, y que tras el Gran Cataclismo ardieron hasta reducirse a los Desiertos de Ceniza, donde no volvió a crecer nada. Estos hombres han sufrido serias penurias, pero aun así, han logrado conquistar el norte del Nuevo Continente de Ülathar.- Athal respiró, observando a su tripulación, que le observaba. Extendió el brazo hacia detrás, señalando a proa.- La costa que se extiende ante nosotros es el principio de un inmenso desierto de pura arena, y ellos han encontrado la forma de vivir aquí. Deberíamos admirarlos por ello... Observadlos bien, pues son quienes han heredado estas tierras, surgidas del fondo marino.- El almirante se dirigió de nuevo a proa, para continuar observando la costa, para anotar en sus cartas los accidentes geográficos más pronunciados.- Que cada uno haga bien su trabajo, y esta noche dormiremos sobre tierra firme.- Dijo antes de retirarse.


Continuará...






El Palacio de las Cigüeñas
Darka Treake

18 marzo, 2011

Los Mares de Munesia

Estos días estamos comenzando a planear un gran viaje que tenemos en mente desde hace muchsísimo tiempo. Para verano de 2013, cuando hayamos acabado la tesis, dos amigos y yo, pensamos ir al Pacífico. Pretendemos pasar todo el verano de 2013 de isla en isla, con largas termporadas donde estemos más agusto. La idea de coger un barquito, y recorrer entre islas cercanas no se descarta...
Suena a locura, pero llevamos ahorrando ya mucho tiempo, y aun nos quedan 2 años más, así que lo vemos realmente viable.
Y estos días hemos comenzado los preparativos, a mirar destinos,y formas de llegar. Nuestro punto de reunión (pues estamos en los extremos de España: Galicia, Mallorca y Tenerife) es este blog: μ-Nesia.

Y todo ello me ha hecho pensar en cómo serían esos lugares en Mi Mundo, y he sabido cosas...
Resulta que tras el Gran Cataclismo, en que el Mundo casi se partiera, nació toda una cadena volcánica submarina, que se extendía desde las Tierras Orientales de Catai hasta las Tierras Prohibidas de Hiria, que las separaban más de 3000 millas náuticas, entre 6000 y 7000 Km. Allí donde las erupciones volcánicas alcanzaron la superficie del mar, se formaron innumerables islas, y entre ambos continentes quedó lo que llamaron la Cadena Volcánica de Munesia.

Estas regiones del Gran Océano, que separaban ambos continentes, fueron conocidas como los Mares del Fin del Mundo, pues para lo hombres del Catai, y de los Desiertos de Ceniza y más tarde del Viejo Mundo, aquello significaba el final de las aguas navegables. Algunos colonizaron las islas más cercanas a Catai, el Mar de las Especias lo llamaron, pues en las incontable islas había riquezas exóticas que no se hallaban en ningún otro lugar del Mundo. Las islas volcánicas y coralinas maravillaron a todos.

Los elfos habían mantenido aislada la Tierra de Hiria durante el tiempo que duró su Edad, pero cuando los hombres comenzaron a colonizar el Mundo, les resultó realmente difícil conseguirlo. A muchos les engañaron, haciéndoles creer que en tras aquellas aguas terminaba el Mundo, y por miedo, la mayoría jamás las navegaron. Los Mares del Fin del Mundo fueron una leyenda, y gracias la miedo, los hombres se mantuvieron lejos durante milenios. Pero los elfos de Hirinen y Gelidén, que gobernaban la Cadena Volcánica de Munesia, confiaron en algunos hombres, y les permitieron vivir en aquellas islas alejadas de todo. Los Siluallüi, que nacieron en la Tierra de Hiria y habían entablado muy buenas relaciones con los elfos de Hirinen, lanzaron fuertes oleadas migratorias sobre las nuevas islas formadas, y colonizaron muchas de ellas. Las primeras migraciones sucedieron pronto tras el Gran Cataclismo, en que las islas se formaran. Pero más tarde, en el S. V antes del comienzo del calendario del Viejo Mundo, estos hombres de tez negra y tecnología rudimentaria, colonizaron muchas islas más allá, acercándose peligrosamente a los Kitan y a Catai. Pero los Siluallüi se mantuvieron fieles a los elfos, y no fueron más allá sin su permiso.

Los Kitan, que provenían de Catai, se mantuvieron fieles a los elfos al principio, evitando navegar más allá del Mar de las Especias, pero éstos fueron un pueblo próspero, y bajo la influencia de los elfos de Gelidén, aprendieron la navegación y su cultura se desarrolló rápido, y comenzaron a hacerse preguntas... Al final, trataron de saber más, y así se libraron las Guerras del Fin del Mundo, en que los elfos los rechazaron durante las tres guerras, que se libraron en los Siglos II, XI y XVI.

Los arabis, los hombres que habitaban los Desiertos de Ceniza no fueron diestros en la navegación hasta más tarde, tras la Guerra de los Mil Años, que azotó el Viejo Mundo, muy lejos de los Mares de Munesia. Los arabis establecieron un comercio de especias y otros materiales durante mucho tiempo, gracias al cual mantuvieron el monopolio de las especias, única vía por tierra hasta el Viejo Mundo. jamás entablaron batalla contra los elfos en los Mares de Munesia.

En torno al S. IV antes del calendario de los hombres de occidente, los helenos, bajo el mando de un poderoso emperador, alcanzaron las Tierras Orientales de Catai, y ya así los habitantes del Viejo Mundo se maravillaron con los tesoros exóticos de aquellas aguas. Ellos fueron los primeros habitantes del Viejo Mundo en llegar hasta los Mares de Munesia. Pero el imperio que habían creado sucumbió durante las Guerras de los Mil Años, cuando los arabis reconquistaron los Desiertos de Ceniza, y éstos ya jamás volverían a regresar por tierra.

Más tarde, alentados por la perspectiva, y gracias a los avances en la navegación, los pridonios, uno de los grandes pueblos de los hombres del Viejo Mundo, codiciosos de las maravillas de estas regiones del Mundo, alcanzaron sus costas. Aquel contacto inesperado para los elfos, se saldó en la Guerra de las Especias, que duró largo tiempo, y en la que participaron muchas naciones del Mundo de la época. La intención de los hombres fue instaurar el comerció marítimo de las especias. Los elfos al final se lo permitirían, pero jamás les dejarían ir más allá del Mar de las Especias...



A continuación os presento los mapas que he hecho de los Mares de Munesia, aquella región del océano que los elfos ocultaron a los hombres, los cuales los conocieron como los Mares del Fin del Mundo...

MARES DE MUNESIA



MAPA HISTÓRICO DE LOS MAERES DE MUNESIA
(Trazado por los elfos de Hirinen)

02 marzo, 2011

Las Islas Flotantes




Las Islas Flotantes se crearon durante las cruentas Guerras de los Dioses, en que el Mundo casi queda destruido. En las Islas Flotantes, cuando dio comienzo la Edad de los Elfos, nació uno de los Grandes Linajes de los Hombres, el de los Celtas. Ellos fueron, como todos los hombres, rudimentarios al principio, pero pronto aprendieron a escuchar a la tierra, y de ella, aprendieron mucho. Pero los celtas no fueron los únicos habitantes de aquellas islas, pues allí también nacieron otras criaturas, los seres del bosque... Entra las altas montañas, sus valles y los extensos bosques que cubren las islas, vivían tanto criaturas mágicas, como hadas o árboles conscientes, como pielesverdes y otros monstruos. Allí los celtas prosperaron, y alcanzaron a colonizar todas las islas, cuando aparecieron los elfos...

Anne, primera de Laentis-Anne, guió a los suyos, huyendo de la Tierra de Aradán, alcanzando el Viejo Mundo, a la península que ellos llamaron Ëslinor. Pero algunas de sus naves, por orden mismo de Anne, echaron ancla en las Islas Flotantes, y así ambas civilizaciones se encontraron. Los elfos, al encontrar a los hombres, los tomaron como a cualquier otra criatura del bosque, sin darles importancia. Por aquel entonces los elfos colonizaron gran parte del Viejo Mundo, levantando las grandiosas ciudades que aun los recuerdan, algunas de ellas en las Islas Flotantes.

Y con el paso del tiempo, los celtas evolucionaron, alcanzando conocimientos suficientes como para que los elfos los tuvieran en cuenta. No sólo los elfos de Laentis-Anne encontraron a los celtas en las Islas Flotantes, también descubrieron que había otros pueblos de hombres a lo largo del Viejo Mundo...

Los elfos no se llevaron tan bien con los demás hombres, como con los celtas. Con ellos entablaron una gran amistad, que se prolongó mucho tiempo. Los celtas aprendieron mucho de ellos, y su civilización se desarrolló mucho. Aprendieron de ellos a canalizar el poder de la tierra, de los bosques, y de las aguas. Los druidas, los llamaron, algunos... Juntos a los elfos de Laentis-Anne, los celtas navegaron a la Península de Ëslinor, en el Viejo Mundo, Y así, su civilización se extendió a lo largo del continente, allá donde fueron ellos...

Pero por aquella época ocurrió el Gran Cataclismo, una catástrofe que lo cambió todo. Al surgir el Continente Nuevo de Ülathar de las Profundidades, los océanos se movieron, y las Islas Flotantes, que estaban más alejadas del Viejo Mundo, se aproximaron a la deriva. Terribles terremotos sufrieron las islas, y toda su geografía cambió. Lo que una vez fueron las Islas Flotantes, ahora eran completamente diferentes. Las ciudades de los elfos quedaron arrasadas, y muchos de ellos, como de los celtas o las criaturas del bosque, murieron. Tras aquello, los elfos de Laentis-Anne se marcharon de las islas para siempre...

Así, allí quedaron los celtas, que debieron seguir viviendo en sus tierras sin los elfos. Las Islas Flotantes ahora eran un territorio que parecía inhóspito, de lo diferente que era, y ellos supieron colonizarlo pronto. Los celtas que siguieron viviendo con los elfos en el Viejo Mundo, recobraron el contacto con los de las Islas Flotantes pasado un tiempo, y así aquella civilización continuó creciendo floreciente.
Tiempo después, los hombres, a lo largo del Viejo Mundo, habían evolucionado mucho, y habían ocurrido el inevitable choque de civilizaciones. Los helenos, al sur del Viejo Mundo, que hasta ahora habían sido la gran potencia del Mare Nostrum Interioris, estaban en declive, pues los pridonios les superaban en fuerza militar. Aquellos hombres parecían haber nacido para luchar, su pueblo fue muy grande, y no tardó en alcanzar las Islas Flotantes, y las Península de Ëslinor, donde vivían los elfos de Laenti-Anne, junto a muchos celtas. Los pridonios combatieron a los elfos, y a los celtas en las Islas Flotantes, y grandes territorios les conquistaron.

Arribaron a las islas del sur, y allí comenzó la matanza. Esos hombres no venían en son de paz como los elfos, sino con ansia de conquista. Exigían sublevación y servidumbre, esclavitud entre otras humillaciones, y los celtas no estaban dispuestos a ceder. Las lucha fue terrible, lo llamaron las Guerras de Onairda, que fue una ciudad celta que cayó bajo el poder pridonio, fue arrasada hasta los cimientos. Los celtas fueron retrocediendo hacia el norte, hasta que los pridonios levantaron una gran muralla, y se detuvieron.

Hacía tiempo que en el Viejo Mundo había estallado la Guerra de los Mil Años, y los vesorianos, uno pueblo de hombres que provenía del este, de más allá de las Montañas del Anochecer, había conquistado grandes territorios. Así, el equilibrio que había permitido a los pridonios alcanzar las Islas Flotantes, y acorralar a los celtas en el norte, se había roto, y las tropas fueron retiradas, llevadas al frente, en el Viejo Mundo. Allí los pridonios combatían con los gonotes, que huyendo de los vesorianos, amenazaban con alcanzar sus tierras.

Así, las Islas Flotantes gozaron de paz por un tiempo. Los pridonios, los elfos, los celtas, los gonotes, y los demás pueblos que habitaban el Viejo Mundo, dejaron las islas en calma mientras se enfrentaban a un enemigo mucho mayor. Al final, juntos, acabaron con la amenaza de los vesorianos y las bestias, y la Guerra de los Mil Años dio fin.

Después de aquello, los elfos de Laentis-Anne, abandonaron el Viejo Mundo para siempre, pues sabían que los hombres tenían tanta ansia, que no les permitirían vivir ahí. Así, pridonios, no dudaron en conquistar la Península de Ëslinor, expulsando fácilmente a los celtas que quedaban en ella. Éstos se marcharon a las Islas Flotantes, donde encontraron a los descendientes de sus antepasados. Aquellas familias ya eran muy diferentes, pero aun así, se trataron bien, y tuvieron buena acogida en las islas.

Allí vivieron los celtas mucho tiempo, hasta que al fin, los demás pueblos de los hombres habían crecido tanto en el Viejo Mundo, que sus linajes ya se habían mezclado, y diferentes civilizaciones convivían a su largo y ancho. Algunos de ellos zarparon rumbo a las Islas Flotantes cerca de la misma época. Los primeros fueron los nórdicos, que provenían de la Tierra Helada de Vikinga, que asediaron a los celtas, lanzando encarnizadas incursiones. Los nórdicos levantaron algunas ciudades que aun hoy viven florecientes, y que por aquella época fueron puertos de desembarco de tropas. Después llegaron los ovidios, un pueblo proveniente del mestizaje de pridonios, gonotes y nórdicos. Ellos llegaron al sur, como antaño los pridonios, pero esta vez venían dispuestos a quedarse. Arturus, un caballero que provenía de la Península de Insidia, como habían llamado los hombres a la Península de Ëslinor, desembarcó en la Isla de Iér, cuyas playas se extienden hasta convertirse en estepas de pasto verde, que terminan en la otra orilla de la isla, de la misma forma, con arena blanca...

Los ovidios atacaron a los celtas sin piedad, y como antaño, se vieron replegados hacia el norte. Algunos quedaron, en los Bosques de Aladéi, al sur de la Gran Isla de Thaára, pero la mayoría se ocultaron entre las montañas al norte de la isla. Los nórdicos en aquel momento controlaban gran parte de la Isla de Luthéa, combatiendo también contra los celtas, pero al final se encontraron también con los ovidios.

A aquellas batallas por las Islas Flotantes, lo llamaron las Guerras de Arcturia, pues al terminar, los ovidios dominaban la Gran isla de Thaára, cuando fundaron la Dinastía de Arcturia, proclamándose Arcturus su primer Rey. Más tarde sus vástagos conquistarían la Isla de Luthéa, y las demás que forman las Islas Flotantes, y el Reino de Arcturia alcanzaría de costa a costa, hasta las Islas de los Ahorcados y las de Moréi, al noroeste.

Los ovidios lograrían hacerse con el control de las Islas Flotantes, pero lo que quedó, la cultura que floreció en ellas, fue el resultado inevitable de la mezcla de todos aquellos pueblos. Siempre quedaron celtas, en las montañas al norte de la Gran Isla de Thaára, y los nórdicos no dejarían de lanzar severas incursiones contra el Reino de Arcturia, y así el tiempo se sucedería, y sus habitantes continuarían sufriendo sus penurias, pero también teniendo sus buenos momentos...



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