02 marzo, 2011

Las Islas Flotantes




Las Islas Flotantes se crearon durante las cruentas Guerras de los Dioses, en que el Mundo casi queda destruido. En las Islas Flotantes, cuando dio comienzo la Edad de los Elfos, nació uno de los Grandes Linajes de los Hombres, el de los Celtas. Ellos fueron, como todos los hombres, rudimentarios al principio, pero pronto aprendieron a escuchar a la tierra, y de ella, aprendieron mucho. Pero los celtas no fueron los únicos habitantes de aquellas islas, pues allí también nacieron otras criaturas, los seres del bosque... Entra las altas montañas, sus valles y los extensos bosques que cubren las islas, vivían tanto criaturas mágicas, como hadas o árboles conscientes, como pielesverdes y otros monstruos. Allí los celtas prosperaron, y alcanzaron a colonizar todas las islas, cuando aparecieron los elfos...

Anne, primera de Laentis-Anne, guió a los suyos, huyendo de la Tierra de Aradán, alcanzando el Viejo Mundo, a la península que ellos llamaron Ëslinor. Pero algunas de sus naves, por orden mismo de Anne, echaron ancla en las Islas Flotantes, y así ambas civilizaciones se encontraron. Los elfos, al encontrar a los hombres, los tomaron como a cualquier otra criatura del bosque, sin darles importancia. Por aquel entonces los elfos colonizaron gran parte del Viejo Mundo, levantando las grandiosas ciudades que aun los recuerdan, algunas de ellas en las Islas Flotantes.

Y con el paso del tiempo, los celtas evolucionaron, alcanzando conocimientos suficientes como para que los elfos los tuvieran en cuenta. No sólo los elfos de Laentis-Anne encontraron a los celtas en las Islas Flotantes, también descubrieron que había otros pueblos de hombres a lo largo del Viejo Mundo...

Los elfos no se llevaron tan bien con los demás hombres, como con los celtas. Con ellos entablaron una gran amistad, que se prolongó mucho tiempo. Los celtas aprendieron mucho de ellos, y su civilización se desarrolló mucho. Aprendieron de ellos a canalizar el poder de la tierra, de los bosques, y de las aguas. Los druidas, los llamaron, algunos... Juntos a los elfos de Laentis-Anne, los celtas navegaron a la Península de Ëslinor, en el Viejo Mundo, Y así, su civilización se extendió a lo largo del continente, allá donde fueron ellos...

Pero por aquella época ocurrió el Gran Cataclismo, una catástrofe que lo cambió todo. Al surgir el Continente Nuevo de Ülathar de las Profundidades, los océanos se movieron, y las Islas Flotantes, que estaban más alejadas del Viejo Mundo, se aproximaron a la deriva. Terribles terremotos sufrieron las islas, y toda su geografía cambió. Lo que una vez fueron las Islas Flotantes, ahora eran completamente diferentes. Las ciudades de los elfos quedaron arrasadas, y muchos de ellos, como de los celtas o las criaturas del bosque, murieron. Tras aquello, los elfos de Laentis-Anne se marcharon de las islas para siempre...

Así, allí quedaron los celtas, que debieron seguir viviendo en sus tierras sin los elfos. Las Islas Flotantes ahora eran un territorio que parecía inhóspito, de lo diferente que era, y ellos supieron colonizarlo pronto. Los celtas que siguieron viviendo con los elfos en el Viejo Mundo, recobraron el contacto con los de las Islas Flotantes pasado un tiempo, y así aquella civilización continuó creciendo floreciente.
Tiempo después, los hombres, a lo largo del Viejo Mundo, habían evolucionado mucho, y habían ocurrido el inevitable choque de civilizaciones. Los helenos, al sur del Viejo Mundo, que hasta ahora habían sido la gran potencia del Mare Nostrum Interioris, estaban en declive, pues los pridonios les superaban en fuerza militar. Aquellos hombres parecían haber nacido para luchar, su pueblo fue muy grande, y no tardó en alcanzar las Islas Flotantes, y las Península de Ëslinor, donde vivían los elfos de Laenti-Anne, junto a muchos celtas. Los pridonios combatieron a los elfos, y a los celtas en las Islas Flotantes, y grandes territorios les conquistaron.

Arribaron a las islas del sur, y allí comenzó la matanza. Esos hombres no venían en son de paz como los elfos, sino con ansia de conquista. Exigían sublevación y servidumbre, esclavitud entre otras humillaciones, y los celtas no estaban dispuestos a ceder. Las lucha fue terrible, lo llamaron las Guerras de Onairda, que fue una ciudad celta que cayó bajo el poder pridonio, fue arrasada hasta los cimientos. Los celtas fueron retrocediendo hacia el norte, hasta que los pridonios levantaron una gran muralla, y se detuvieron.

Hacía tiempo que en el Viejo Mundo había estallado la Guerra de los Mil Años, y los vesorianos, uno pueblo de hombres que provenía del este, de más allá de las Montañas del Anochecer, había conquistado grandes territorios. Así, el equilibrio que había permitido a los pridonios alcanzar las Islas Flotantes, y acorralar a los celtas en el norte, se había roto, y las tropas fueron retiradas, llevadas al frente, en el Viejo Mundo. Allí los pridonios combatían con los gonotes, que huyendo de los vesorianos, amenazaban con alcanzar sus tierras.

Así, las Islas Flotantes gozaron de paz por un tiempo. Los pridonios, los elfos, los celtas, los gonotes, y los demás pueblos que habitaban el Viejo Mundo, dejaron las islas en calma mientras se enfrentaban a un enemigo mucho mayor. Al final, juntos, acabaron con la amenaza de los vesorianos y las bestias, y la Guerra de los Mil Años dio fin.

Después de aquello, los elfos de Laentis-Anne, abandonaron el Viejo Mundo para siempre, pues sabían que los hombres tenían tanta ansia, que no les permitirían vivir ahí. Así, pridonios, no dudaron en conquistar la Península de Ëslinor, expulsando fácilmente a los celtas que quedaban en ella. Éstos se marcharon a las Islas Flotantes, donde encontraron a los descendientes de sus antepasados. Aquellas familias ya eran muy diferentes, pero aun así, se trataron bien, y tuvieron buena acogida en las islas.

Allí vivieron los celtas mucho tiempo, hasta que al fin, los demás pueblos de los hombres habían crecido tanto en el Viejo Mundo, que sus linajes ya se habían mezclado, y diferentes civilizaciones convivían a su largo y ancho. Algunos de ellos zarparon rumbo a las Islas Flotantes cerca de la misma época. Los primeros fueron los nórdicos, que provenían de la Tierra Helada de Vikinga, que asediaron a los celtas, lanzando encarnizadas incursiones. Los nórdicos levantaron algunas ciudades que aun hoy viven florecientes, y que por aquella época fueron puertos de desembarco de tropas. Después llegaron los ovidios, un pueblo proveniente del mestizaje de pridonios, gonotes y nórdicos. Ellos llegaron al sur, como antaño los pridonios, pero esta vez venían dispuestos a quedarse. Arturus, un caballero que provenía de la Península de Insidia, como habían llamado los hombres a la Península de Ëslinor, desembarcó en la Isla de Iér, cuyas playas se extienden hasta convertirse en estepas de pasto verde, que terminan en la otra orilla de la isla, de la misma forma, con arena blanca...

Los ovidios atacaron a los celtas sin piedad, y como antaño, se vieron replegados hacia el norte. Algunos quedaron, en los Bosques de Aladéi, al sur de la Gran Isla de Thaára, pero la mayoría se ocultaron entre las montañas al norte de la isla. Los nórdicos en aquel momento controlaban gran parte de la Isla de Luthéa, combatiendo también contra los celtas, pero al final se encontraron también con los ovidios.

A aquellas batallas por las Islas Flotantes, lo llamaron las Guerras de Arcturia, pues al terminar, los ovidios dominaban la Gran isla de Thaára, cuando fundaron la Dinastía de Arcturia, proclamándose Arcturus su primer Rey. Más tarde sus vástagos conquistarían la Isla de Luthéa, y las demás que forman las Islas Flotantes, y el Reino de Arcturia alcanzaría de costa a costa, hasta las Islas de los Ahorcados y las de Moréi, al noroeste.

Los ovidios lograrían hacerse con el control de las Islas Flotantes, pero lo que quedó, la cultura que floreció en ellas, fue el resultado inevitable de la mezcla de todos aquellos pueblos. Siempre quedaron celtas, en las montañas al norte de la Gran Isla de Thaára, y los nórdicos no dejarían de lanzar severas incursiones contra el Reino de Arcturia, y así el tiempo se sucedería, y sus habitantes continuarían sufriendo sus penurias, pero también teniendo sus buenos momentos...



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02 marzo, 2011

Las Islas Flotantes




Las Islas Flotantes se crearon durante las cruentas Guerras de los Dioses, en que el Mundo casi queda destruido. En las Islas Flotantes, cuando dio comienzo la Edad de los Elfos, nació uno de los Grandes Linajes de los Hombres, el de los Celtas. Ellos fueron, como todos los hombres, rudimentarios al principio, pero pronto aprendieron a escuchar a la tierra, y de ella, aprendieron mucho. Pero los celtas no fueron los únicos habitantes de aquellas islas, pues allí también nacieron otras criaturas, los seres del bosque... Entra las altas montañas, sus valles y los extensos bosques que cubren las islas, vivían tanto criaturas mágicas, como hadas o árboles conscientes, como pielesverdes y otros monstruos. Allí los celtas prosperaron, y alcanzaron a colonizar todas las islas, cuando aparecieron los elfos...

Anne, primera de Laentis-Anne, guió a los suyos, huyendo de la Tierra de Aradán, alcanzando el Viejo Mundo, a la península que ellos llamaron Ëslinor. Pero algunas de sus naves, por orden mismo de Anne, echaron ancla en las Islas Flotantes, y así ambas civilizaciones se encontraron. Los elfos, al encontrar a los hombres, los tomaron como a cualquier otra criatura del bosque, sin darles importancia. Por aquel entonces los elfos colonizaron gran parte del Viejo Mundo, levantando las grandiosas ciudades que aun los recuerdan, algunas de ellas en las Islas Flotantes.

Y con el paso del tiempo, los celtas evolucionaron, alcanzando conocimientos suficientes como para que los elfos los tuvieran en cuenta. No sólo los elfos de Laentis-Anne encontraron a los celtas en las Islas Flotantes, también descubrieron que había otros pueblos de hombres a lo largo del Viejo Mundo...

Los elfos no se llevaron tan bien con los demás hombres, como con los celtas. Con ellos entablaron una gran amistad, que se prolongó mucho tiempo. Los celtas aprendieron mucho de ellos, y su civilización se desarrolló mucho. Aprendieron de ellos a canalizar el poder de la tierra, de los bosques, y de las aguas. Los druidas, los llamaron, algunos... Juntos a los elfos de Laentis-Anne, los celtas navegaron a la Península de Ëslinor, en el Viejo Mundo, Y así, su civilización se extendió a lo largo del continente, allá donde fueron ellos...

Pero por aquella época ocurrió el Gran Cataclismo, una catástrofe que lo cambió todo. Al surgir el Continente Nuevo de Ülathar de las Profundidades, los océanos se movieron, y las Islas Flotantes, que estaban más alejadas del Viejo Mundo, se aproximaron a la deriva. Terribles terremotos sufrieron las islas, y toda su geografía cambió. Lo que una vez fueron las Islas Flotantes, ahora eran completamente diferentes. Las ciudades de los elfos quedaron arrasadas, y muchos de ellos, como de los celtas o las criaturas del bosque, murieron. Tras aquello, los elfos de Laentis-Anne se marcharon de las islas para siempre...

Así, allí quedaron los celtas, que debieron seguir viviendo en sus tierras sin los elfos. Las Islas Flotantes ahora eran un territorio que parecía inhóspito, de lo diferente que era, y ellos supieron colonizarlo pronto. Los celtas que siguieron viviendo con los elfos en el Viejo Mundo, recobraron el contacto con los de las Islas Flotantes pasado un tiempo, y así aquella civilización continuó creciendo floreciente.
Tiempo después, los hombres, a lo largo del Viejo Mundo, habían evolucionado mucho, y habían ocurrido el inevitable choque de civilizaciones. Los helenos, al sur del Viejo Mundo, que hasta ahora habían sido la gran potencia del Mare Nostrum Interioris, estaban en declive, pues los pridonios les superaban en fuerza militar. Aquellos hombres parecían haber nacido para luchar, su pueblo fue muy grande, y no tardó en alcanzar las Islas Flotantes, y las Península de Ëslinor, donde vivían los elfos de Laenti-Anne, junto a muchos celtas. Los pridonios combatieron a los elfos, y a los celtas en las Islas Flotantes, y grandes territorios les conquistaron.

Arribaron a las islas del sur, y allí comenzó la matanza. Esos hombres no venían en son de paz como los elfos, sino con ansia de conquista. Exigían sublevación y servidumbre, esclavitud entre otras humillaciones, y los celtas no estaban dispuestos a ceder. Las lucha fue terrible, lo llamaron las Guerras de Onairda, que fue una ciudad celta que cayó bajo el poder pridonio, fue arrasada hasta los cimientos. Los celtas fueron retrocediendo hacia el norte, hasta que los pridonios levantaron una gran muralla, y se detuvieron.

Hacía tiempo que en el Viejo Mundo había estallado la Guerra de los Mil Años, y los vesorianos, uno pueblo de hombres que provenía del este, de más allá de las Montañas del Anochecer, había conquistado grandes territorios. Así, el equilibrio que había permitido a los pridonios alcanzar las Islas Flotantes, y acorralar a los celtas en el norte, se había roto, y las tropas fueron retiradas, llevadas al frente, en el Viejo Mundo. Allí los pridonios combatían con los gonotes, que huyendo de los vesorianos, amenazaban con alcanzar sus tierras.

Así, las Islas Flotantes gozaron de paz por un tiempo. Los pridonios, los elfos, los celtas, los gonotes, y los demás pueblos que habitaban el Viejo Mundo, dejaron las islas en calma mientras se enfrentaban a un enemigo mucho mayor. Al final, juntos, acabaron con la amenaza de los vesorianos y las bestias, y la Guerra de los Mil Años dio fin.

Después de aquello, los elfos de Laentis-Anne, abandonaron el Viejo Mundo para siempre, pues sabían que los hombres tenían tanta ansia, que no les permitirían vivir ahí. Así, pridonios, no dudaron en conquistar la Península de Ëslinor, expulsando fácilmente a los celtas que quedaban en ella. Éstos se marcharon a las Islas Flotantes, donde encontraron a los descendientes de sus antepasados. Aquellas familias ya eran muy diferentes, pero aun así, se trataron bien, y tuvieron buena acogida en las islas.

Allí vivieron los celtas mucho tiempo, hasta que al fin, los demás pueblos de los hombres habían crecido tanto en el Viejo Mundo, que sus linajes ya se habían mezclado, y diferentes civilizaciones convivían a su largo y ancho. Algunos de ellos zarparon rumbo a las Islas Flotantes cerca de la misma época. Los primeros fueron los nórdicos, que provenían de la Tierra Helada de Vikinga, que asediaron a los celtas, lanzando encarnizadas incursiones. Los nórdicos levantaron algunas ciudades que aun hoy viven florecientes, y que por aquella época fueron puertos de desembarco de tropas. Después llegaron los ovidios, un pueblo proveniente del mestizaje de pridonios, gonotes y nórdicos. Ellos llegaron al sur, como antaño los pridonios, pero esta vez venían dispuestos a quedarse. Arturus, un caballero que provenía de la Península de Insidia, como habían llamado los hombres a la Península de Ëslinor, desembarcó en la Isla de Iér, cuyas playas se extienden hasta convertirse en estepas de pasto verde, que terminan en la otra orilla de la isla, de la misma forma, con arena blanca...

Los ovidios atacaron a los celtas sin piedad, y como antaño, se vieron replegados hacia el norte. Algunos quedaron, en los Bosques de Aladéi, al sur de la Gran Isla de Thaára, pero la mayoría se ocultaron entre las montañas al norte de la isla. Los nórdicos en aquel momento controlaban gran parte de la Isla de Luthéa, combatiendo también contra los celtas, pero al final se encontraron también con los ovidios.

A aquellas batallas por las Islas Flotantes, lo llamaron las Guerras de Arcturia, pues al terminar, los ovidios dominaban la Gran isla de Thaára, cuando fundaron la Dinastía de Arcturia, proclamándose Arcturus su primer Rey. Más tarde sus vástagos conquistarían la Isla de Luthéa, y las demás que forman las Islas Flotantes, y el Reino de Arcturia alcanzaría de costa a costa, hasta las Islas de los Ahorcados y las de Moréi, al noroeste.

Los ovidios lograrían hacerse con el control de las Islas Flotantes, pero lo que quedó, la cultura que floreció en ellas, fue el resultado inevitable de la mezcla de todos aquellos pueblos. Siempre quedaron celtas, en las montañas al norte de la Gran Isla de Thaára, y los nórdicos no dejarían de lanzar severas incursiones contra el Reino de Arcturia, y así el tiempo se sucedería, y sus habitantes continuarían sufriendo sus penurias, pero también teniendo sus buenos momentos...



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