14 marzo, 2010

El Rey Goromer, de Grrim

La puerta del palacio se abrió de golpe, chocando contra la pared, y dejando entrar una bocanada de aire frío y nieve que sacudió a todos los presentes. El fuego en el interior, situado al centro de la estancia, se tambaleó furioso, como si la ventisca que traía el recién llegado hubiera disturbado su calma… El guerrero entró y caminó firme. Iba ataviado con gruesas pieles, un yelmo con cuernos de dragón, y dos pesados martillos a la espalda. Sus botas habían recorrido un largo camino para traerle grandes nuevas al Rey, Goromer, de Grrim. Llegó ante el trono, donde el Rey, ebrio ya a esas horas de la noche, fornicaba con dos mujeres. Éste las empujó de encima suyo, quedó sentado en su trono de roca maciza, completamente desnudo, salvo por su corona de plata, que no se la quitaba ni para dormir. Tomó un sorbo de aguardiente y esperó a que el emisario hiciera una reverencia digna de sí. Sin ella no tendría derecho a hablar ante el Rey de Grrim. El recién llegado, a sabiendas del protocolo, se postró, arrodillando una pierna, se quitó el yelmo, y bajó la cabeza hasta que le dieran palabra.

- Hola, Rogho, llevábamos tiempo esperándote. Habla cuanto antes, y no escatimes en detalles.- La voz del Rey resonó en el gran salón, pues todos los presentes, la música y la fiesta, se habían detenido.

El emisario, sin levantar la cabeza, le habló, mirando a los pies descalzos de aquel hombre al que admiraba, y al que debía su vida y la de sus descendientes.- Mi Rey, es cierto. La Corona Radiante descansa en un trono vacío, esperando a ser ceñida por un alto señor…

- ¡Sí!- Gritó el Rey.- ¡Que suene la música, que continúen los bailes, y que las rameras sigan complaciéndonos! La celebración hasta ahora era por una esperanza. ¡Esta noche brindaremos por nuestra próxima conquista!- Esto último lo dijo de pie, elevando el cuerno que usaba por copa, y los vítores se elevaron en el salón, el gentío volvió a colmarlo todo, el fuego hasta estalló eufórico, y la música lo acompañó, en un redoble de tambores y una mezcla de cánticos y melodías de instrumentos de cuerda.- Mi buen Rogho, descansa esta noche, embriágate con la bebida de tu propia tierra, sáciate con alguna mujer, ¡y más le vale que te de cuánto mereces por tamaño recorrido y tales nuevas! Pues mañana ordenaré talar los bosques, acabaremos con todo árbol que aun se yergue en estas tierras, y pronto las naves estarán listas. En ellas nos haremos a la mar, y juntos regresaremos a la tierra que llaman Himn, donde los hombres esperan un Rey para ser gobernados…

1 comentario:

Iskandar dijo...

Dr Darka, enhorabuena por cómo vas entramando tan vasto mundo, de personajes a cada cual más enigmático, y en un entorno fantástico que describes como si existiese realmente. Hombre, de alguna manera existe; en tu cabeza, y ahora tras escribirlo, en la de los lectores.

¡Un abrazo crack!

14 marzo, 2010

El Rey Goromer, de Grrim

La puerta del palacio se abrió de golpe, chocando contra la pared, y dejando entrar una bocanada de aire frío y nieve que sacudió a todos los presentes. El fuego en el interior, situado al centro de la estancia, se tambaleó furioso, como si la ventisca que traía el recién llegado hubiera disturbado su calma… El guerrero entró y caminó firme. Iba ataviado con gruesas pieles, un yelmo con cuernos de dragón, y dos pesados martillos a la espalda. Sus botas habían recorrido un largo camino para traerle grandes nuevas al Rey, Goromer, de Grrim. Llegó ante el trono, donde el Rey, ebrio ya a esas horas de la noche, fornicaba con dos mujeres. Éste las empujó de encima suyo, quedó sentado en su trono de roca maciza, completamente desnudo, salvo por su corona de plata, que no se la quitaba ni para dormir. Tomó un sorbo de aguardiente y esperó a que el emisario hiciera una reverencia digna de sí. Sin ella no tendría derecho a hablar ante el Rey de Grrim. El recién llegado, a sabiendas del protocolo, se postró, arrodillando una pierna, se quitó el yelmo, y bajó la cabeza hasta que le dieran palabra.

- Hola, Rogho, llevábamos tiempo esperándote. Habla cuanto antes, y no escatimes en detalles.- La voz del Rey resonó en el gran salón, pues todos los presentes, la música y la fiesta, se habían detenido.

El emisario, sin levantar la cabeza, le habló, mirando a los pies descalzos de aquel hombre al que admiraba, y al que debía su vida y la de sus descendientes.- Mi Rey, es cierto. La Corona Radiante descansa en un trono vacío, esperando a ser ceñida por un alto señor…

- ¡Sí!- Gritó el Rey.- ¡Que suene la música, que continúen los bailes, y que las rameras sigan complaciéndonos! La celebración hasta ahora era por una esperanza. ¡Esta noche brindaremos por nuestra próxima conquista!- Esto último lo dijo de pie, elevando el cuerno que usaba por copa, y los vítores se elevaron en el salón, el gentío volvió a colmarlo todo, el fuego hasta estalló eufórico, y la música lo acompañó, en un redoble de tambores y una mezcla de cánticos y melodías de instrumentos de cuerda.- Mi buen Rogho, descansa esta noche, embriágate con la bebida de tu propia tierra, sáciate con alguna mujer, ¡y más le vale que te de cuánto mereces por tamaño recorrido y tales nuevas! Pues mañana ordenaré talar los bosques, acabaremos con todo árbol que aun se yergue en estas tierras, y pronto las naves estarán listas. En ellas nos haremos a la mar, y juntos regresaremos a la tierra que llaman Himn, donde los hombres esperan un Rey para ser gobernados…

1 comentario:

Iskandar dijo...

Dr Darka, enhorabuena por cómo vas entramando tan vasto mundo, de personajes a cada cual más enigmático, y en un entorno fantástico que describes como si existiese realmente. Hombre, de alguna manera existe; en tu cabeza, y ahora tras escribirlo, en la de los lectores.

¡Un abrazo crack!