09 enero, 2010

La Segunda de las Guerras de la Luna

(Nota: Esta entrada puede entenderse tanto como un relato independiente, o como continuación de la entrada La Leyenda de Golöel - 13 de diciembre de 2009)




Qué triste el cuento que os voy a relatar. Cuando llegue a su fin, os aliavará la idea de encontraros en otro mundo, en el real, lejos de todo lo que acontecerá entre mis palabras. Fue allí, tan lejos, en un lugar donde los hombres viven atemorizados por la magia; donde los deseos aun pueden cumplirse; donde las pesadillas llegan a vivirse; y los demonios caminan erguidos, luchando por lo que a todos pertenece, por lograr arrebatárselo.

Fue así como Golöel, el Demonio Resentido, tras cumplirse su leyenda, y haber sido liberado de la Gran Roca, regresó al mundo para devastarlo. Se irguió, nombrándose el Caballero de la Blanca Luna, y marchó a formar un frente para derrotarlos a todos. Su codicia, flotando en el cielo nocturno, en forma de una Luna preciosa, era un anhelo que bien le había valido la espera.

Bajo su mando, terribles generales lo acompañaron, sembrando de Caos los campos por donde jamás volvería crecer nada. Y entonces estalló la Segunda de las Guerras de la Luna. Furiosas batallas se libraron, donde los hombres hicieron frente a la maldad con coraje. Se derramó tanta sangre, que al final casi no quedaron guerreros en los campos de batalla. Pero cuando la esperanza parecía mermar, un elegido, uno de entre aquellos que hubo liberado al demonio, le embistió con tal fuerza que le hizo retroceder. El cuerpo del elfo que ocupaba Golöel fue decapitado por la espada de aquel guerrero, pero esto no logró acabar con el demonio. Aquello ocurrió en el Cabo Diamante, el más austral del mundo, y fue allí donde Golöel, derrotado, en su forma de espíritu, se echó al mar, y huyó. Aquel guerrero, llamado Phillip, le Rat, fue condecorado entonces con los más altos honores. Aquella fue una victoria decisiva, por largo tiempo celebrada.

Pero Golöel nadó y nadó, y todos lo creyeron perdido, pensando que más allá del mar sólo terminaba el mundo, por donde él habría tenido que huir. No fue así.

El espíritu de aquel demonio nadó atravesando los Mares del Mundo, hasta llegar al Beso de la Luna, aquel punto inalcanzable en que la Luna se refleja sobre la supericie del oceano, marcando un camino infinito y brillante para dar con él.

Entonces Golöel se encontró con la Luna, a quien amaba sobre cualquier otra cosa que existiera, y allí la encandiló y engatusó. Con sus engaños, logró llevársela consigo, y aquella noche, terrible, fue oscura como ninguna antes.

Entonces, la Luna desapareció de los cielos del Mundo.

Golöel se la llevó lejos, a un lugar que creía que no encontrarían. Un lugar al que llamaban el Templo del Adiós, un recóndito sitio al que nadie sabía llegar.

Allí permanecieron juntos largo tiempo, ella engañada y él poseyendola, al fin. El Mundo creyó haber vencido, pero fue Golöel realmente el victorioso. Había logrado su mayor anhelo.

Ahora la bóveda nocturna del Mundo no tenía Luna...

3 comentarios:

Cristina Puig dijo...

Darka me encantó!!! ¿donde puedo leer más??
Un besote,
Cris

Iskandar dijo...

Cuanta desolación, un mundo sin luna... Como dije en el comentario anterior te desenvuelves muy bien en los dos estilos, igual este me gusta más, pero igual solo porque es de lo que he leído más tuyo.
De todas formas enhorabuena.

¡Un abrazo crack!

Maat dijo...

Ohhh! Si las noches de luna nueva ya me parecen deprimentes, no quiero imaginar un mundo sin luna que mirar atentamente en las noches de pensamientos esquivos y sentimientos descontrolados...

Un besote Darka

09 enero, 2010

La Segunda de las Guerras de la Luna

(Nota: Esta entrada puede entenderse tanto como un relato independiente, o como continuación de la entrada La Leyenda de Golöel - 13 de diciembre de 2009)




Qué triste el cuento que os voy a relatar. Cuando llegue a su fin, os aliavará la idea de encontraros en otro mundo, en el real, lejos de todo lo que acontecerá entre mis palabras. Fue allí, tan lejos, en un lugar donde los hombres viven atemorizados por la magia; donde los deseos aun pueden cumplirse; donde las pesadillas llegan a vivirse; y los demonios caminan erguidos, luchando por lo que a todos pertenece, por lograr arrebatárselo.

Fue así como Golöel, el Demonio Resentido, tras cumplirse su leyenda, y haber sido liberado de la Gran Roca, regresó al mundo para devastarlo. Se irguió, nombrándose el Caballero de la Blanca Luna, y marchó a formar un frente para derrotarlos a todos. Su codicia, flotando en el cielo nocturno, en forma de una Luna preciosa, era un anhelo que bien le había valido la espera.

Bajo su mando, terribles generales lo acompañaron, sembrando de Caos los campos por donde jamás volvería crecer nada. Y entonces estalló la Segunda de las Guerras de la Luna. Furiosas batallas se libraron, donde los hombres hicieron frente a la maldad con coraje. Se derramó tanta sangre, que al final casi no quedaron guerreros en los campos de batalla. Pero cuando la esperanza parecía mermar, un elegido, uno de entre aquellos que hubo liberado al demonio, le embistió con tal fuerza que le hizo retroceder. El cuerpo del elfo que ocupaba Golöel fue decapitado por la espada de aquel guerrero, pero esto no logró acabar con el demonio. Aquello ocurrió en el Cabo Diamante, el más austral del mundo, y fue allí donde Golöel, derrotado, en su forma de espíritu, se echó al mar, y huyó. Aquel guerrero, llamado Phillip, le Rat, fue condecorado entonces con los más altos honores. Aquella fue una victoria decisiva, por largo tiempo celebrada.

Pero Golöel nadó y nadó, y todos lo creyeron perdido, pensando que más allá del mar sólo terminaba el mundo, por donde él habría tenido que huir. No fue así.

El espíritu de aquel demonio nadó atravesando los Mares del Mundo, hasta llegar al Beso de la Luna, aquel punto inalcanzable en que la Luna se refleja sobre la supericie del oceano, marcando un camino infinito y brillante para dar con él.

Entonces Golöel se encontró con la Luna, a quien amaba sobre cualquier otra cosa que existiera, y allí la encandiló y engatusó. Con sus engaños, logró llevársela consigo, y aquella noche, terrible, fue oscura como ninguna antes.

Entonces, la Luna desapareció de los cielos del Mundo.

Golöel se la llevó lejos, a un lugar que creía que no encontrarían. Un lugar al que llamaban el Templo del Adiós, un recóndito sitio al que nadie sabía llegar.

Allí permanecieron juntos largo tiempo, ella engañada y él poseyendola, al fin. El Mundo creyó haber vencido, pero fue Golöel realmente el victorioso. Había logrado su mayor anhelo.

Ahora la bóveda nocturna del Mundo no tenía Luna...

3 comentarios:

Cristina Puig dijo...

Darka me encantó!!! ¿donde puedo leer más??
Un besote,
Cris

Iskandar dijo...

Cuanta desolación, un mundo sin luna... Como dije en el comentario anterior te desenvuelves muy bien en los dos estilos, igual este me gusta más, pero igual solo porque es de lo que he leído más tuyo.
De todas formas enhorabuena.

¡Un abrazo crack!

Maat dijo...

Ohhh! Si las noches de luna nueva ya me parecen deprimentes, no quiero imaginar un mundo sin luna que mirar atentamente en las noches de pensamientos esquivos y sentimientos descontrolados...

Un besote Darka