25 octubre, 2011

El Ritual de las Trece Brujas

Últimamente estoy trabajando mucho en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, concretamente en el Creador de Mundos, que trancurre en el año 52, cuando el Ladrón de Almas conquistó Aluadinia, invocando a un poderoso demonio que casi la destruye.
Hace tiempo que no aparezco por aquí, así que al menos quería dejaros este fragmento del cuento, que además, creo, será el prólogo a las Crónicas, anque aun no estoy seguro.



Como dictaron las profecías, ha llegado el momento, Fannygorn se aproxima, asomándose desde el infinito, otorgando exclusivos poderes de los dioses, a sus seguidores mortales más fieles...

Y allá, en el negro horizonte, en el fondo de la oscuridad, se levantan los mortales teniendo a sus firmes pies invocados demonios, de horrorosas formas y terribles aspectos, con sus enormes y escuálidas alas rojas o negras, sacados de otras dimensiones, con la fuerza de Fannygorn...

Y entonces se cumplirá la eterna promesa, aquellos ridículos mortales, esbirros de “El Supremo”, levantarán la gran puerta, la unión entre el mísero mundo terrenal en que mi atrapada alma se encuentra, y el más allá: la tierra del lamento y el inocente sufrimiento, la dimensión demoníaca que atraerá demonios del porte de montañas, que dejarán un rastro de muerte y corrupción a su paso, huellas marcadas por el dolor de miles de generaciones innecesarias, cuyos descendientes se olvidarán de lo que fue su estúpida vida en armonía e inalterada paz... ¡Escuchad esta palabra, esta ridícula palabra! ¡Oh sí escuchadla, porque su significado va a quedar, por la mano de Fannygorn, olvidada en la memoria de las leyendas y los cuentos para asustar!... 




Gurrein Lunvar durante el Ritual de las Trece Brujas
(extraído del Libro de las Bestias)

18 septiembre, 2011

Crónicas de la Guerra de los Mil Años

Hola!
Vengo a contaros progresos que he ido haciendo estos meses en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, a cuya escritura he regresado tras un pequeño lapso. Como sabeis, el cuento está formado por varios relatos acontecidos a lo largo de un periodo de, aproximadamente, un milenio. Durante aquel tiempo, las bestias invadieron gran parte del Viejo Mundo, en un momento en que sus habitantes, hombres y elfos, estaban en plena expansión. A lo largo de ese tiempo se sucedieron cruentas guerras en todo el Viejo Mundo, y todos sintieron sus azotes... Cuando las bestias amenazaron con la conqusta total, los hombres y los elfos se unieron bajo una misma bandera, e hicieron retrocederlas. La guerra terminó tras la llamada Batalla de las Bestias, acontecida en las Torres de Isnara, cuando los vesorianos fueron expulsados del Viejo Mundo.

Así, a lo largo de todo el cuento, voy contando lo que les ocurría a algunos de sus protagonistas, pues innumerables son los personajes y lugares de esta historia. Para explicarlo mejor, para mostrároslo, he hecho un plano del Viejo Mundo, con los diferentes movimientos de las poblaciones, las conquistas y los exilios... Son doce planos consecutivos de todo el Viejo Mundo, y el norte del Continente Nuevo de Ülathar, pues hasta allí se apreciaron las consecuencias de la Guerra de los Mil Años. Os los muestro más abajo.
Además, he hecho una Línea del Tiempo de la Guerra de los Mil Años, con los principales hitos ocurridos durante este periodo oscuro. En ella se presentan ordenados cronológicamente para organizar mejor el cuento, y facilitar la lectura. También os la muestro más abajo en esta entrada.

Ya tengo escritos algunos de los relatos que formarán el cuento, tengo otros a medias, y varios en la cabeza. Se ordenan cronológicamente de la siguiente manera, atendiendo al calendario de los hombres del Viejo Mundo.

-397  
La Torre 

-308 
La Torre del Recuerdo 
La Corona Radiante I  

-74  
El Palacio de las Cigüeñas 

-3 
Ilan'Dui 
La Corona Radiante II  

52  
El Creador de Mundos 

117 
El Paso Norte del Muro de Ëslinor 
La Corona Radiante III  

196 
Koragk, Matabestias 
La Corona Radiante IV 


208
El Secreto del Monstruo

209 
Thor-Lunn, el Rey Único
La Corona Radiante V  


300
La Paz de Cartesse

456
La Batalla de las Bestias
La Corona Radiante VI  




Por supuesto, este índice no es definitivo, probablemente surjan otros relatos para narrar. Espero pronto poder contaros más sobre este cuento que me tiene entusiasmado. Contar lo que ocurre en todo un continente de Mi Mundo, a lo largo de mil años, no es fácil, pero estoy disfrutando muchísimo.
Tanto, que incluso estoy escribiendo algunos relatos paralelos, que no se incluirían en la historia final, pero que responden algunas preguntas de ella.

A continuación os muestro los planos del Viejo Mundo durante la Guerra de los Mil Años, y la Línea del Tiempo con los principales hechos ocurridos durante ella.
Espero que os gusten!!


Viejo Mundo durante la Guerra de los Mil Años




Línea del Tiempo de la Guerra de los Mil Años





Para saber más:



11 septiembre, 2011

Historia de una Estatua de Piedra

Cuando Lyda se despertó, era un nuevo día. Debía haber dormido toda la noche en medio del bosque, y ahora el sol lucía en lo alto, y al darse cuenta de la ausencia de la lluvia, recordó todo lo acontecido. Fue a levantarse y a correr hacia Dristán, pues se veía incapaz de formular un hechizo, estaba realmente agotada, cuando sintió un dolor punzante en la pierna. Aquél era uno de los mayores dolores físicos que había sentido Lyda, y se vio incapaz de caminar... Pero no se daría por vencida. Comenzó a gatear como podía, pues ahí en medio nadie la socorrería, y si no daba con Dristán, daría con alguien que la ayudara a llegar hasta él. Además, no debía estar ya lejos... ¿Dónde estaría? ¿Sería de nuevo un hombre, un montañés fuerte y guapo, que andaría desorientado por el bosque? Ella sólo pensaba en ese encentro... Gateó, se arrastró y se detuvo largos ratos a descansar. Cruzó todo aquel bosque, a través de barro, musgo, helechos y rocas, hasta que los altos abetos dieron paso al bosque de laurisilva. Allí los árboles de laurel se hacían retorcidos, y tenían hermosos líquenes cayéndoles de las ramas. Los helechos eran de mayor tamaño, y las rocas estaban cubiertas de musgo. Era un frondoso bosque, donde hacía mucho tiempo que nadie estaba, si es que alguien había pasado por ahí alguna vez... Lyda avanzó como pudo entre la maleza, hasta que se dio cuenta de que se encontraba muy cerca. Llevaba todo el día arrastrándose, no había comido, y estaba agotada, pero al fin llegó a donde se dirigía...





Por fin he terminado este cuento, que tanto me gusta. 
Llevo tres años escribiéndolo, aunque confieso que en el último año no lo había tocado. 
No puedo mostrároslo, pues lo voy a enviar al XX Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil. 
Este cuento me gusta mucho, y creo que es una buena idea presentarme.
Ya os iré contando!!

30 agosto, 2011

XX Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil

Hola a tod@s!

Sólo vengo para contaros que estos días mi máxima prioridad es terminar el cuento que voy a presentar al XX Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil. Es un cuento del que mucho os hablé en su día y que no llegué a terminar. Estaba a falta de los tres últimos capítulos, en los que estoy trabajando ahora. El plazo para el concurso acaba el día 15 de septiembre, y espero tenerlo listo y enviado para entonces.
Os estoy hablando de Lyda de Lis. Historia de una Estatua de Piedra, que por cierto pasa a llamarse simplemente: Historia de una Estatua de Piedra.

Llevo unos días revisando notas, releyendo y corrigiendo capítulos, y espero tenerlo listo para la fecha indicada.
Creo que es una buena historia, vamos a ver qué les parece a los señores de Edebé.

Espero pronto contaros más cosas sobre este cuento que me gusta muchísimo!!

Saludos,
Darka.

21 agosto, 2011

La luz a mediodía

En la costa de una de las incontables islas del Mar de Pridonia, existe un castillo en ruinas del que dicen estar encantado. Antaño fue un fuerte defensivo, a la entrada de una bahía resguardada, pero olvidada ya tras aquella guerra odiosa, ahora yacía arruinado, dejando pasar el tiempo sobre el acantilado… Decíase encantado porque en el centro del viejo patio de armas, ahora cubierto de césped y matojos, había un pozo, que habían sellado con unas rejas. Ocurría que a medio día una luz brotaba del fondo del agua del pozo, y a todos tenía maravillado.

Al cargo del castillo en ruinas había un matrimonio, una pareja que, herederos de una vieja fortuna ya gastada por antepasados, se consolaban con cuidar las ruinas de lo que debería haber sido suyo. Él era un hombre bueno, que trabajaba por cuidar aquél lugar que amaba, pero ella era diferente. Diferente a todos los demás. Su mujer pensaba que todavía era una niña, y sin saber su edad real, ni importarle, seguía actuando como una niña. Él la amaba, e incapaz de hacerle entender que era una mujer adulta, había terminado por seguirle el juego, lo que significaba aceptarla tal y como era…

Ella vivía en aquel arruinado castillo jugando por los prados que habían crecido entre murallas y torres derruidas, corriendo de aquí para allá, cazando insectos o saltando a la comba, pero nunca se acercaba al pozo. Le daba mucho miedo aquel agujero negro, que de pronto emanaba una luz tan pura… Su marido, para tranquilizarla, le había dicho que ahí abajo había una sirena, que nadando se había colado por las cuevas submarinas del acantilado, y se había perdido entre las cavernas. Así vivía ahí debajo, y era ella quien proyectaba la luz, para pedir ayuda… Ella cuando lo supo se enfadó mucho, porque no entendía cómo él, sabiéndolo, no había ayudado a la sirena. Pero él la convenció de que a la sirena le gustaba aquel lugar, y que allí estaba bien…

Ella jamás se acercaba al pozo, pero realmente le encantaría ayudar a la sirena. Así que una buena mañana, en que el sol radiante se elevaba en el oriente, tras las montañas cubiertas de bosque, ella se decidió a hacer algo por la sirena. Pensó que a lo mejor, si hacía señas de luz era porque tenía hambre, y no porque quisiera salir, así que se lanzó a la caza de alguna presa para la sirena.

Pasó toda la mañana tratando de atrapar una libélula de color rojo y alas de gran envergadura, que al final terminó en un saco. Ella agotada, se sentó junto al pozo, y se asomó, pero sólo vio agua reflejándola sobre un fondo color celeste.- ¡Hola!- Gritó, pero nada cambió.- He venido a traerte algo de comer…- Dijo más bajo. Entonces abrió el saquito, y la libélula, medio muerta, flotó en el aire, cayendo al agua incapaz de retomar el vuelo. Y ella, que la vio caer desfallecida se sintió realmente culpable de su muerte, y pensó que no podía permitirlo. Encontraría otra cosa para alimentar a la sirena.

Echó a correr hacia las únicas estancias del castillo que habían sido conservadas, y donde ellos vivían, y allí buscó en el cajón de las llaves de su marido. No sabía cuál era la llave que abría la reja del pozo, pero sabía que si existía, tenía que estar en el cajón de las llaves. Así que cogió un buen puñado de ellas, y cargándolas en la falda de su vestido echó a correr de vuelta al pozo... Cuando llegó allí, se asomó con cuidado y vio a la libélula, aun debatiéndose entre ahogarse o sobrevivir. Así que comenzó a probar llaves para tratar de abrir aquel candado. Probó al menos una docena, cuando al fin dio con la que lo abría. La reja resonó contra el suelo al otro lado, y ella se agarró al pequeño bordillo. Allí abajo la libélula aun flotaba con vida, produciendo ondas sobre la superficie de aquel espejo, al que ya se había asomado el sol. Y no había ni rastro de la sirena.

Entonces algo ocurrió ahí abajo. Del fondo del pozo, debajo del agua, comenzó a brotar una luz brillante hacia arriba que la deslumbró por completo. Fue como un haz de luz que surgió proyectado hacia ella, y perdió el equilibrio, la noción del tiempo, y la orientación por completo.

Al instante se despertó, con el golpe al caer al agua. Al darse cuenta se puso muy nerviosa. ¡Se había caído al pozo! Empezó a nadar, ahora temiendo por su vida, pensando que aquello le pasaba por haber lanzado a la libélula para alimentar a la sirena... ¿Qué sería de la sirena?

Estuvo bastante tiempo ahí, gritando sin que nadie la oyera, pues su marido estaba al otro lado del castillo arreglando unos tejados. Pasó un rato, y ella se fue tranquilizando, tratando de idear un modo de salir de allí. Entonces metió la cabeza bajo el agua, ¡y cuál fue su sorpresa al darse cuenta que había fondo! Según le había dicho su marido, allí abajo había una intrincada red de túneles, por los que se había perdido la sirena… Pero era mentira. En lugar de eso, había un fondo a poca profundidad con unas rocas y algo que parecía un… Espejo. Sí, aquello era un espejo. Entonces lo comprendió todo.

Su marido la había estado engañando toda su vida. Allí abajo no había ninguna sirena perdida entre las cuevas. Aquella luz no era más que el sol de medio día, reflejándose en aquel maldito espejo, que los tenía a todos maravillados. Entonces se dio cuenta de que había estado siempre engañada, de que no vivía en un castillo encantado, y de que ella no era una niña… Cuando salió a flote su mundo había cambiado, pero su situación era exactamente la misma, pues seguía en el fondo de aquel pozo.


FIN



Hoy ha sido un buen día. Iskandar, Cris y yo hemos ido en busca de la Torre de las Ánimas, que se halla cerca de Banyalbufar, un pueblito en la Serra de Tramuntana (Mallorca). Hemos ido porque Cris había escrito un cuentito ambientado en aquella torre, y queríamos conocerla. Ha sido un paseo bonito, y la torre es preciosa.
Después hemos ido a la playa de Banyalbufar, y hemos estado ahí un rato, bañandonos en aguas cristalinas y achicharrándonos con el sol abrasador... Hemos entrado a una cuava, y descubierto un castillo en el acantilado. Sí, sí, como suena... Ha sido divertido.
En el agua, nadando, les he propuesto un reto, que cada uno dijera un elemento y con todos ellos hicieramos cada uno cuento. La idea les ha gustado, y hemos terminando añadiéndo un montón de elementos en la historia, jeje.

Eran estos:
- una sirena
- un niña (que después fue un mujer, y terminamos dejándolo a libre elección)
- una luz que emanaba del agua
- una cueva
- un castillo en ruinas
- una libélula
- un bordillo (mejor no preguntéis, pero Cris lo sugirió)

Y nada, mi cuentito ha sido este, el que os dejo ahí arriba. Espero que os haya gustado!!!

Es para vosotros dos.
Espero veros pronto!!!!

Darka.

25 julio, 2011

Crónicas terminadas y empezadas

Hola!!
vengo a contaros que ya he terminado el Palacio de las Cigüeñas, que está en estado de revisión. A ver si pronto puedo enseñaros más. Ésta es una de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, en que se narra la conquista de los pridonios sobre la ciudad elfa de Utha, en -57, que hasta ese momento protegía la Marca de Utha, al sur de la Península de Ëslinor.
Casi cien años después, en el año 52, las bestias llegarían a la Ciudad-Estado de Aluadinia, para conquistarla, momento en el cual se narraría la Crónica que estoy comenzando, y en la que llevo pensando un par de meses. Se va a titular El Creador de Mundos.

En este cuento aparecen muchos personajes relevantres de esta historia, y de todo Mi Mundo, como es Ulara, la Llorona, uno de los Demonios Resentidos que mucho después lucharían en la Guerra de la Roca. Además, aparecería el Ladrón de Almas, quien acaudilla a todas las bestias que han invadido el Viejo Mundo en masa. Y además, aparecerá Odín, de la que se habla también en La Torre, la Crónica que se desarrolla en -397.

Creo que va a ser un buen relato... ¡Mes está gustando mucho!

Os dejo el comienzo de esta Crónica, para ver qué os parece, va?


EL CREADOR DE MUNDOS


La muchacha salió cerrando tras de sí con fuerza, y el portazo resonó en todo el callejón. Apresurada, cerró con llave, y como desfallecida, cayó contra la puerta de espaldas, para llegar hasta el suelo de rodillas. Estaba llorando, y tenía sonrojada su piel llena de pequitas. Su pelo lacio caía cubriéndole el rostro, y con las manos se lo acariciaba como tranquilizándose, como si acabara de terminar algo horrible, y tratara de relajarse. Entonces se dio cuenta de que estaba lloviendo, y regresó a la realidad. Estaba en un callejón que no había visto en su vida, de una gran ciudad. Aquello tenía que ser Aluadinia... Se limpió los mocos con la manga del vestido, y se levantó a duras penas. Entonces alguien abrió la puerta a su espalda, y ella se cayó al suelo.

- ¿Qué es esto? Niña, ¿intentabas forzar mi cerradura?- Era un viejo calvo y con la barba rasurada, que empezó a atizarle con el bastón, entre algún puntapié sin fuerza. Ella rodó para quitárselo de encima, y salió corriendo callejón abajo.

Las casas se apiñaban unas con otras, en un desorden que no comprendía, pero que tenía sentido. Giró el callejón, ya a salvo, y se refugió de la lluvia bajo un toldo. Allí quedó acurrucada otra vez, llorando, completamente desconsolada. Sus lágrimas se mezclaban con las de la lluvia, pero al llegar a sus labios se hacían presentes con ese sabor salado... Miró frente a sí, y vio que justo el muro que tenía delante, era el de un enorme castillo. Más allá, el callejón terminaba en las altas murallas de la ciudad, y al otro lado, la isla donde se levantaba Aluadinia.

Aquella ciudad era una de las más antiguas de todo el Viejo Mundo. Hasta hacía poco, había sido habitada por los aches, una de las razas de los hombres, pero unos setentaicinco años atrás los gonotes habían llegado a estas tierras, en un éxodo obligado, pues huían de las bestias. Ella conocía bien aquella historia. Cuando los gonotes llegaron hasta esta región del Viejo Mundo, ocuparon el bosque, y los aches les permitieron vivir en la ciudad, como refugiados. Una generación se había sucedido, y la ciudad ya estaba muy poblada, había crecido mucho en las últimas décadas. Ahora, tras los muros de la ciudad los hombres habían levantado muchas casas, graneros, establos o molinos, y poblaban aquella isla. Ésta se hallaba en el lugar donde del Ethir Aluadin, o Río Largo, nacía el Bringidamo. El río, con su poderosa fuerza, había moldeado aquella zona rocosa, hallando la forma de atravesarla. Y así se había formado la isla, que se elevaba en su centro, justo donde se erguía el castillo, rodeado de la muralla. Donde estaba ella en aquel momento.

Continuó llorando, sin poder parar, muy apenada, entonces se levantó y comenzó a caminar sin rumbo. Recorrió de vuelta el callejón, y giró varias esquinas sin saber a dónde iba. Ella no quería estar ahí, y al pensarlo, se detuvo, estallando en sollozos. Entonces un niño que corría cerca, se paró a su lado. Ambos estaban completamente empapados, pues la lluvia caía más fuerte.

- ¿Estás bien?- Le preguntó.

Pero ella, en cuanto se percató de su presencia, salió corriendo, cruzándose con él, calle arriba. Subió hasta lo más alto de la colina que coronaba la isla, y de pronto se vio en una gran plaza. A un lado le quedaba el castillo, que se elevaba hermoso, en un tono blanco que terminaba en torreones azules. Los edificios se apiñaban rodeando el castillo, y justo en el centro, había una estructura de piedra circular. Eran tremendos bloques de roca, de dos veces su tamaño, colocados de forma que los de la base, hacía de columnas para soportar a los superiores, que se unían en aquel círculo hermoso. Bajo la estructura, y a diferencia del resto de la ciudad, que estaba adoquinada, había un jardín muy bello, con rosales de todos los colores. Estaba sola en la plaza, salvo por unos guardias en la puerta del gran castillo. Aquella fortaleza sólo podía ser digna de los elfos, pensó ella, y eso la apenó aun más...

Caminó despacio bajo la lluvia hasta una esquina de la plaza, y se acurrucó bajo un tejado. Ya caía la tarde, y pronto llegaría la noche, donde ella se encontraba mucho más a gusto. Continuó llorando, y lloró y lloró desconsolada, sin saber qué iba a hacer ahora. Entonces la lluvia fue amainando, y la noche llegando. Así, la Llorona se quedó profundamente dormida en una esquina de la plaza de la Ciudad-Estado de Aluadinia...


Continuará...

15 julio, 2011

La Batalla de Utha

Una saeta blanca se clavó en la madera de la puerta, donde dos elfos estaban apostados. La flecha vino del sureste, y cruzó la ciudad de Utha tan rápido, que ni un solo pridonio pudo verlo. Uno de los elfos la arrancó de la madera, y ambos abrieron la puerta, entrando al puesto avanzado de guardia, sobre las murallas del Palacio de Oro. Dentro estaba Athal, equipado con su armadura completa, salvo el yelmo, ante una mesa, y a su alrededor, otros elfos que se reunían con el Señor de la Marca. Frente a ellos había un plano de la ciudad desplegado, sujeto por dos espadas sobre la mesa a cada lado, pues antes estuvo enrollado. Había alfileres con pendones clavados sobre la mesa, indicando puntos sobre el mapa. Había varios pendones azules: en el Fuerte del Rey Nemo, al soroeste; además de en el Fuerte de Mistral, el más al norte sobre el río; había otro en el Templo a Aënor, Dios del Gran Océano, en la Ciudadela Occidental; otro en la Torre de Hechicería; y en el Palacio de Oro, que había uno mayor, indicando su posición. Todo lo demás, eran alfileres amarillos, indicando las posiciones enemigas. La ciudad de Utha había estado durante asedio los últimos meses, y los hombres, que habían cruzado el Ethir Luada, habían logrado penetrar en la Ciudadela Occidental, que estaba peor defendida. Estuvo bajo su control durante las semanas anteriores, salvo el Templo, que lo mantuvieron bajo su poder los elfos, apoyados desde las murallas sobre el río. Pero varios días atrás, los pridonios habían logrado atravesar los muros, derribándolos con grandes catapultas. Los Muros de Utha eran conocidos por ser altísimos, de un mármol blanco, rodeando toda la ciudad. Pero ellos habían logrado derribarlos. Ahora la ciudad había sido ocupada por el ejército de Cartesse, y sólo unos pocos puntos quedaban defendidos por los elfos. Utha aun no había caído... Athal odiaba a aquellos hombres, sólo deseaban conquistar más territorio, sin importarles quién viviera allí, pero él no pensaba permitírselo.


Extraído del Palacio de las Cigüeñas
Crónicas de la Guerra de los Mil Años



Hola!
Vengo a hablaros del Palacio de las Cigüeñas, un relato que formará parte de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años. Durante el relato, se narra la última batalla por Utha, en que los elfos tratan de defenderse de Cartesse, la ciudad más poderosa de los hombres.
Para ilustrar el relato, he hecho un mapa de la ciudad, y quería mostrároslo aquí de ante mano, pues el relato aun no está acabado, pero me queda nada!!

Enlaces de apoyo:
Crónicas de la Guerra de los Mil Años


UTHA
Durante el asedio pridonio en -57


19 junio, 2011

Monográfico: Torres Mirdan

Torres Mirdan fue una de las ciudadelas que los elfos de la Alta Estirpe de Laentis-Anne, los Viajeros, construyeron a lo largo del Viejo Mundo cuando se expandieron por éste. Aquellas regiones las encontraron desahabitadas, y en una posición elevada, construyeron las dos torres. Era una formidable castillo, que se elevaba bien alto. Durante mucho tiempo Torres Mirdan fue una importante ciudad elfa, tan lejos como estaba de Artha'Ula, primero, y de Cordonia, después, donde reinaban los elfos de Laentis-Anne.

Poco después de que el Mundo cambiara, ya entrada la Edad de los Hombres, cuando estos comenzaron su gran expansión, los elfos que habitaban Torres Mirdan vieron estallar la Guerra de los Mil Años, en que las bestias cruzarían las Montañas del Anochecer, e invadirían el Viejo Mundo en masa...

Por aquel tiempo, Torres Mirdan era una posición estratégica, a camino entre Iftir y Gordlindon, en las Tierras Bajas que se extendían hacia el este, y Filania hacia el suroeste, sobre el Ethir Aluadin. Tras las primeras invasiones de los vesorianos en las montañas, los gonotes ocuparon las Tierras Bajas, así como las Tierras de Balhan, al norte. En aquellos remotos lugares, los elfos mantuvieron una posición de acogida, y amistad con los hombres que huían de las bestias. Los gonotes habitaron aquellas tierras durante siglos, hasta que los vesorianos les hicieron retroceder... Iftir y Gorlindon cayeron pronto, y Torres Mirdan se temió lo peor.

Cauando llegaron las bestias ante sus puertas, los elfos lucharon con valor, y mucho tiempo aguantaron, en muchos momentos ayudados por los gonotes. Pero al final Torres Mirdan cayó, en la imparable masa de bestias que les atacaron desde el este... Así, la ciudad fue reducida a cenizas, y a todos sus defensores se les dio muerte. Durante aquella dura batalla, que aconteció en 181, se dice que una de las torres de la fortaleza cedió, y se derrumbó en el patio de armas, donde había muchos elfos... Tras lo sucedido, nadie volvió a habitar el lugar en al menos dos cientos treina años...

Los vesorianos continuaron con su ola de destrucción, y al final tomaron también Filania, que corrió la misma suerte que Torres Mirdan. Tras aquellas conquistas, los vesorianos continuaron, hasta tomar el Bosque de las Brujas, expulsando a los gonotes que en él vivían. Hasta allí llegaría entonces Odín, la Bella, quien habitaría el bosque desde entonces. Para ella levantarían el Sitial de las Brujas, y en su bosque crecería la planta que tanto amaba... Ella sería quien, en un intento de complacer al Ladrón de Almas, plantó unas semillas mágicas entre las ruinas de Torres Mirdan.

Así, de entre los escombros, brotó una planta enredadera, que creció y creció hasta engullir lo que quedaba del castillo. De la planta brotaron millares de flores de un color rosa muy bello, y de entre sus pétalos, nacían demonios de todas clases... Aquel lugar fue maldito mucho tiempo, y los vesorianos lo utilizaron para traer demonios al Mundo, a este lado de las Montañas del Anochecer...

Los elfos y los hombres, tras la Paz de Cartesse, y habiendo hecho retroceder a las bestias hasta aquellas tierras, encontraron Torres Mirdan desolada, engullida por la enradadera de flores rosas. Al ver que de aquel lugar manaban los demonios que los vesorianos traían a batalla, decidieron que debían conquistarla, pues era de vital importancia para vencer aquella guerra. Pero ante la imposibilidad, pues el lugar estaba invadido por fieros demonios que la defendían bien, los elfos y los hombres decidieron una resolver la situación de forma drástica. Acamparon rodeando la atalaya, y dispararon miles de flechas en llamas. Así, quemaron Torres Mirdan para matar a la enredadera. El sitio durante semanas, y mantuvieron el fuego vivo durante ese tiempo, hasta que no quedó nada de la planta, al menos no sobre el suelo... La batalla fue sangrienta, pues aun debieron enfrentarse a los demonios que subrevivieron, y aquello jamás lo olvidarían... Al final Torres Mirdan fue reconquistada, en el año 412, tras haber ardido hasta sus cimientos.

Después de aquello, los elfos tomaron la posición, reconstruyendo la fortaleza. Elevaron la torre que hubo caído durante la batalla contra la bestias, hacía más de dos siglos atrás. Y Torres Mirdan volvió a llenarse de esplendor. Durante el resto de la Guerra de los Mil Años, elfos y hombres enviaron grandes ejércitos desde las torres a conquistar las Tierras Bajas, que ayudados por los enanos, cayeron pronto.

Al final ganaron la guerra, y expulsaron a las bestias del Viejo Mundo. Y durante todo aquel tiempo, algo creció de la tierra del castillo. La planta mágica no había muerto, pues sus raíces sobrevivieron al inciendo, y volvió a brotar del suelo, y comenzó a trepar los muros de la fortaleza. Los elfos, que la habitaban, trataron de contener el crecimiento de la planta, y por largo tiempo lo consiguieron, pero cuando la guerra iba dando a su fin, al ver que la Señora Mielina se marcharía cuando todo terminara, decidieron abandonar Torres Mirdan, y marcharse hacia la Península de Ëslinor, de donde partirían los elfos de Laentis-Anne para siempre.

Así, en el año 456, cuando se libró la Batalla de las Bestias, y la Guerra de los Mil Años diera fin, los habitantes de Torres Mirdan se marcharon de allí, y dejaron el lugar abandonado. Entonces la planta enredadera pudo crecer silvestre, y volvió a engullir el castillo, y desde entonces sería conocido por todos como un sitio maldito, al que muy pocos se atrvieron a acercarse, pues según dijeron al volver, estaba infestado de demonios de todas formas...





De las Torres Mirdan se habla en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años.
Para situar la fortaleza en el mapa, consulta la entrada anterior.

11 junio, 2011

La Guerra de los Mil Años

Hoy vengo a hablaros del cuento en que estoy trabajando. Se titula Crónicas de la Guerra de los Mil Años, y para su ambientación, he trazado los movimientos de tropas, con las tierras que se fueron cnquistando, a lo largo de la guerra... Espero que os guste y sirva para seguir el cuento!
Además, pos dejó aquí un reumen de lo que aconteció durante la guerra, y la Línea del Tiempo actualizada.

Enlaces de apoyo:


En el S. VI antes del comienzo del calendario de los hombres, los enanos, bajo el mandato de Thüril, el Rey Único, regresaron a las entrañas de la montaña, sellando sus túneles, para huir del Mundo Exterior. Según ellos, fue para protegerse de la amenaza que se cernía sobre sus Reinos... Se acercaba un mal tan poderoso, que acabaría con toda civilización, y que arrasaría la faz del Viejo Mundo... De esta fecha se data el comienzo de la Guerra de los Mil Años.

La Edad de los Hombres comenzaba, y recién éstos tenían tecnología suficiente para comenzar su expansión. Los helenos y los pridonios eran buenos navegantes, y se disputaban el Mare Nostrum Interioris, hasta entonces de dominio heleno. Pero los pridonios, que se encontraban en el auge de su crecimiento, desembarcaron en el viejo continente, donde se encontraron con los elfos...

La Alta Estirpe de Laentis-Anne llegó al Viejo Mundo muchos milenios antes de este momento, y habían explorado todo el Viejo Mundo, levantando atalayas por toda su geografía, y con ellos convivían los celtas, venidos de las Islas Flotantes. Por aquel tiempo, los aches, una cultura de hombres que había nacido en el corazón del Viejo Mundo, se había expandido por bastas regiones, y convivían también con los elfos en paz.

Pero los pridonios sólo conocían un método: la guerra. Conquistaron Esselnesse, y con ella cayó la Tierra de Tronia. Al norte, invadieron la Península de Ëslinor, y se asentaron en la Tierra de Laneo. Las batallas entre elfos y hombres duraron mucho, lucharon duramente, pero a los elfos les fue imposible frenar a los hombres, que los superaban en número. Hasta que en -46, los pridonios lograron conquistar el sur de la ciudad elfa de Prolia, quedando dividida por el río. Allí fundaron Gran Prolia, y comenzó un status quo que duró los siguientes tres lustros.

Durante todo aquel tiempo, y desde poco después de que los enanos se ocultaran bajo la montaña, los vesorianos, una tribu de hombres que provenían de los Páramos de las Estrellas, el extenso desierto que se halla más allá de las Montañas del Anochecer, donde siempre es de noche, habían invadido el Viejo Mundo.

Los vesorianos se habían aliado con los orcos de las montañas, y echo huir a los gonotes, los hombres que las habitaban. Bajaron de las montañas y atacaron tanto a hombres como a elfos, y grandiosas ciudades cayeron a su paso, como Lanthas, o Gorlindon, la Última, la ciudad elfa más al este, en las Tierras Bajas.

150 años después de que Prolia estuviera dividida por el río, y que hombres y elfos lucharan sin ganar terreno, las bestias surgieron por el este. El primer encuentro fue en 119, cuando un ejército pridonio fue masacrado, al este de la Península de Ëslinor. Derrotas como aquella llevaron a que en 117 los elfos y los pridonios firmaran la paz, durante el Tratado de Prolia. Entonces, juntos, hombres y elfos, levantaron el Muro de Ëslinor para defenderse de las bestias, que separaba la península del Viejo Mundo, y que siempre fue inexpugnable.

En esta época, un hito cambiaría el curso de la guerra: en el año 116, Thüril, el Rey Único, murió en el subsuelo, y Thor-Lunn, que fue nombrado soberano de todos los enanos, decidió regresar a la Superficie a luchar contra las bestias... Así, las primeras ciudades enanas volvieron a resurgir, como Karak-Lunn, o Karak-Ethin.

En occidente, el pueblo gonote, que en grandes olas migratorias había cruzado el Viejo Mundo durante los últimos siglos, huyendo de las bestias, había llegado a los dominios pridonios sobre la Tierra de Tronia, y los primeros enfrentamientos comenzaron. Además, alcanzaron también el sur, cruzando las Montañas Desoladas, invadiendo la Meseta de Issonia, donde habitaban los helenos. Los pridonios, al ver que el Muro de Ëslinor había resistido contra las bestias, en el año 204 levantaron otro que separara la Tierra de Tronia, al que más tarde llamarían la Muralla de los Reyes. Así, lograron mantener a ralla a los gonotes, por un tiempo... Pues cuando las bestias atacaron a los gonotes por el este, éstos no tuvieron más remedio que enfrentarse a los pridonios, viendo que contra los vesorianos les sería imposible vencer. Así, en el año 300, los gonotes cruzaron la Muralla de los Reyes, invadiendo la Tierra de Tronia. Los pridonios se retiraron a la Gran Isla de Pridonia, y su capital, Cartesse, la ciudad más poderosa del Viejo Mundo occidental de por aquel entonces, se temió lo peor...

Sus territorios se veían seriamente amenazados, y ya no controlaban la defensa de aquellas tierras ante las bestias. Pero su preocupación fue mayor cuando los gonotes, en un alarde de bravura, desembarcaron en la Gran Isla, e incluso lograron sitiar Cartesse en el año 319. Mucho tiempo pasaron los pridonios y los gonotes guerreando, pero todos eran conscientes de que la inestabilidad del Viejo Mundo era una olla a presión, y decidieron que aquello no podía continuar. Los elfos reunieron a los señores pridonios y gonotes, junto a heraldos helenos y enanos, y les instaron a aliarse, a unir fuerzas contra las bestias, que tenían subyugado el Viejo Mundo. Les dijeron que los enanos habían regresado de las entrañas de la tierra, y que en las Montañas del Anochecer combatían a los vesorianos y a los orcos, ganando terreno. Los elfos de Barafundär, que hasta ahora habían permanecido ocultos en Loth-Darien, habían salido de su bosque encantado y combatían junto a los enanos en las montañas. Era el momento de unirse, y los pridonios y los gonotes firmaron la Paz de Cartesse.

Así, la alianza de elfos, hombres y enanos marchó contra las bestias, y juntos, lograron ganarles terreno. Duras batallas se sucedieron entonces, pero los vesorianos sufrieron pesadas derrotas, y debieron marcharse de allí. Los elfos reconquistaron grandes ciudades como Aluadinia, Oslinath o Lanthas, a la que renombraron como At-Lanthas, y al final, se libró la Batalla de las Bestias, en las Torres de Isnara, las dos grandes fortalezas que guardaban la entrada al Paso de las Bestias, construidas por los vesorianos mucho tiempo atrás, donde fueron definitivamente derrotados. En 456 la alianza de hombres, elfos y enanos lograron expulsar a los vesorianos, que se retiraron a los Páramos de las Estrellas, dando fin a la Guerra de los Mil Años.


Plano del Viejo Mundo durante la Guerra de los Mil Años



Línea del Tiempo: La Guerra de los Mil Años

06 junio, 2011

Monográfico: Koragk, Matabestias

Koragk nació en las Montañas del Anochecer, en el año -120, en una pequeña aldea enana. La villa estaba oculta en los límites del Bosque Oscuro de Alorn-Toth, donde los gonotes les habían permitido vivir. En el momento en que los enanos se ocultaron en las entrañas de la montaña, para no regresar, casí cinco siglos antes del nacimiento de Koragk, su familia se encontraba lejos de una ciudad enana, por la que huir de la superficie, como había ordenado Thüril, el Rey Único. Así, a su llegada a Karak-Lon, de donde procedían, y al encontrarla deshabitada se asentaron en sus ruinas. Allí convivieron mucho tiempo hasta que en -135, los orcos de la Tribu de la Garra Negra, que campaban a sus anchas en las Montañas del Anochecer, los atacaron. Karak-Lon cayó entonces, y los orcos fundaron allí la Garra Negra, donde vivió desde entonces su Señor de la Guerra. La familia de Koragk debió huir entonces al Bosque Oscuro de Alorn-Toth, y allí se asentaron, bajo la protección de los gonotes.

Koragk nació en un momento de mucho dolor. Ya en sus primeros años aprendió a odiar a los orcos, y cuando aun era joven, vio morir a su padre, en un intento fallido por recuperar la vieja ciudad enana... En aquel momento, Koragk juró que derrotaría a los orcos de la Garra Negra.

Cuando creció, no espero para animar a los hombres, y ayudado por los gonotes, asedió la ciudad, sin conseguir tomarla. Derrotado, y dándose por vencido, decide marcharse lejos, y morir luchando, matando bestias. Entonces tenía más de un centenar de años, y no tardó en ganarse el sobrenombre de Matabestias...

Koragk luchó en la Guerra de los Mil Años, pues reunió a muchos, que habiendo escuchado su nombre se le unieron, y juntos lucharon contra los orcos y los vesorianos allá donde los encontraban.

Una noche del año 117, cuando Koragk se encontraba al este de la Península de Ëslinor, donde las bestias ya acosaban a los elfos y a los hombres, vio en el cielo un destello tan poderoso que sólo podía provenir de un lugar. Aquella luz provenía de un punto en el horizonte de la estepa, hacia oriente, y allí debía estar la Corona Radiante de la leyenda.

Por curiosidad, o quizás pensando que si la corona estaba allí, habría bestias buscándola, Koragk organizó un grupo, y fue a ver de qué se trataba. Al ir acercándose, vio que a lo largo de la estepa, los hombres y los elfos estaban construyendo una gran muralla, que separaría la Peninsula de Ëslinor del continente... Realmente temían a aquellas bestias.

Cuando Koragk alcanzó el muro, vio que al norte estaban levantando una fortaleza, era el Paso Norte del Muro de Ëslinor. Allí los hombres, bajo el estandarte del Imperio de Pridionia, levantaban una ciudad que serviría de guarnición y defensa. En aquel momento estaba en construcción, y un puñado de hombres trabajaba allí, cuando ante la sorpresa de todos, dos grandes ejércitos atacaron la ciudadela.

Por el oeste apareció una legión de elfos oscuros, pertenecientes a la Alta Estirpe de Yandalath, bajo las órdenes de Adril de Dorthonion, un despiadado Señor de la Guerra que ansiaba hacerse con la Corona Radiante. Por el oriente, apareció una hueste de pielesverdes, comandados por Ghundard, Señor de la Calavera Llameante. Aquella tribu luchaba junto a los vesorianos, y al ver el destello, habían acudido también a por la corona...

La Batalla por el Paso Norte del Muro de Ëslinor fue dura. Los hombres que la defendían murieron todos, salvo uno, que se lo llevaron los elfos para torturarlo. Éstos huyeron del lugar, pues Ghundard, que era un poderoso hechicero, los derrotó invocando a cruentos demonios que los devoraron. Pero quien se hizo con la Corona Radiante fue Koragk, Matabestias, que al portarla, deslumbró a todos en la ciudadela. Muchos orcos y elfos huyeron, y él se marchó de allí con el poderoso objeto.

Poco después, al saber que Thor-Lunn, era ahora el Rey Único, y que había ordenado regresar a la superficie para combatir a las bestias, acudió hasta él, y le regaló la Corona Radiante, diciéndole que él no era merecedor de ese honor, sino él. Thor-Lunn, agradecido, le encomendó el cometido de marchar hasta Cordonia, hasta Cartesse, y hasta Anora, donde aun habitaban elfos y hombres. Koragk debía pedirles que se unieran a su causa, y que todos juntos lucharan contra los vesorianos.

Koragk, Matabestias, comenzó así su odisea... Fue hasta Cordonia, en el extremo de la Península de Ëslinor, y allí recibió audiencia de la Señora Mielina, quien gobernaba el Reino de Eslián, como emabajador de Thor-Lunn, el Rey Único. Después fue hasta Cartesse, en el corazón de la Gran Isla de Pridonia, y de su Imperio. Pero los hombres no les escucharo al principio. Se reunió también con los aches, en la Ciudad-Estado de Nundinae, y con los helenos de la Isla Rocosa, hasta con los gonotes que acampaban al otro lado del muro que los pridonios habían levantado para mantenerlos fuera de la Tierra de Tronia, y que no tardaron en atravesar...

Tras los gonotes asediar Cartesse, y la balanza en el Viejo Mundo inclinarse definitivamente hacia el lado de las bestias, se firmo la Paz de Cartesse. Pridonios y gonotes dejarían de luchar entre ellos, y se unirían a los elfos contra los vesorianos. En aquel momento, cuando se formó la alianza, se encontraba Koragk, Matabestias, en representación de Thor-Lunn, el Rey Único, Soberano de todos los enanos.

Tras aquello, la Guerra de los Mil Años se convirtió en una encarnizada matanza. La alianza de elfos y hombres combatió a los vesorianos en las estepas del Viejo Mundo, ganándoles terreno. Reconquistaron antiguas ciudades, que ya eran poderosas piezas del imperio vesoriano, como Aluadinia, Oslinath, o Lanthas, a la que renombraron como At-Lanthas. Y en las Montañas del Anochecer, los enanos combatieron a las bestias, ayudado por los elfos de Barafundär, tras la Batalla de Karak-Athor.

Durante aquel tiempo Koragk combatió primero junto a los hombres y elfos en el Viejo Mundo, y después se sumó a los ejércitos enanos, que luchaban en las monatañas. Thor-Lun, para recompensar a Koragk, le entregó un ejército, para que partiera hasta la Garra Negra, y se enfrentara a los orcos. Así, Koragk combatió a los orcos hasta romar la vieja ciudad enana, enviando tropas desde los túneles del subsuelo, y asediando sus muros desde la superficie montañosa. Cuando conquistó la Garra Negra, y la renmbró como Karak-Lon, El Rey Único le dijo a Koragk, que la gobernara. Pero éste, que sólo deseaba morir combatiendo a las bestias, decidió darsela al Rey Thorak, su legítimo heredero, hijo del difunto Rey Thüril.

Entonces, Koragk, Matabestias, partió a enfrentarse a los vesorianos, que por aquel entonces se replegaban en las Torres de Isnara, habiendo perdido sus bastos territorios en el Viejo Mundo. En aquel lugar, en el año 456, se libró la llamada Batalla de las Bestias, en que murió Koragk. El valiente enano luchó valeroso contra Fannygorn, el Supremo, pero éste le dio muerte despiadadamente.

Así, los días de Koragk, Matabestias, terminaron, pero su leyenda creció y fue recordada por siempre...




Koragk, Matabestias, es un personaje de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, en que estoy trabajando ahora. Espero pronto contaros más sobre él y sobre esta historia!!





.

25 octubre, 2011

El Ritual de las Trece Brujas

Últimamente estoy trabajando mucho en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, concretamente en el Creador de Mundos, que trancurre en el año 52, cuando el Ladrón de Almas conquistó Aluadinia, invocando a un poderoso demonio que casi la destruye.
Hace tiempo que no aparezco por aquí, así que al menos quería dejaros este fragmento del cuento, que además, creo, será el prólogo a las Crónicas, anque aun no estoy seguro.



Como dictaron las profecías, ha llegado el momento, Fannygorn se aproxima, asomándose desde el infinito, otorgando exclusivos poderes de los dioses, a sus seguidores mortales más fieles...

Y allá, en el negro horizonte, en el fondo de la oscuridad, se levantan los mortales teniendo a sus firmes pies invocados demonios, de horrorosas formas y terribles aspectos, con sus enormes y escuálidas alas rojas o negras, sacados de otras dimensiones, con la fuerza de Fannygorn...

Y entonces se cumplirá la eterna promesa, aquellos ridículos mortales, esbirros de “El Supremo”, levantarán la gran puerta, la unión entre el mísero mundo terrenal en que mi atrapada alma se encuentra, y el más allá: la tierra del lamento y el inocente sufrimiento, la dimensión demoníaca que atraerá demonios del porte de montañas, que dejarán un rastro de muerte y corrupción a su paso, huellas marcadas por el dolor de miles de generaciones innecesarias, cuyos descendientes se olvidarán de lo que fue su estúpida vida en armonía e inalterada paz... ¡Escuchad esta palabra, esta ridícula palabra! ¡Oh sí escuchadla, porque su significado va a quedar, por la mano de Fannygorn, olvidada en la memoria de las leyendas y los cuentos para asustar!... 




Gurrein Lunvar durante el Ritual de las Trece Brujas
(extraído del Libro de las Bestias)

18 septiembre, 2011

Crónicas de la Guerra de los Mil Años

Hola!
Vengo a contaros progresos que he ido haciendo estos meses en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, a cuya escritura he regresado tras un pequeño lapso. Como sabeis, el cuento está formado por varios relatos acontecidos a lo largo de un periodo de, aproximadamente, un milenio. Durante aquel tiempo, las bestias invadieron gran parte del Viejo Mundo, en un momento en que sus habitantes, hombres y elfos, estaban en plena expansión. A lo largo de ese tiempo se sucedieron cruentas guerras en todo el Viejo Mundo, y todos sintieron sus azotes... Cuando las bestias amenazaron con la conqusta total, los hombres y los elfos se unieron bajo una misma bandera, e hicieron retrocederlas. La guerra terminó tras la llamada Batalla de las Bestias, acontecida en las Torres de Isnara, cuando los vesorianos fueron expulsados del Viejo Mundo.

Así, a lo largo de todo el cuento, voy contando lo que les ocurría a algunos de sus protagonistas, pues innumerables son los personajes y lugares de esta historia. Para explicarlo mejor, para mostrároslo, he hecho un plano del Viejo Mundo, con los diferentes movimientos de las poblaciones, las conquistas y los exilios... Son doce planos consecutivos de todo el Viejo Mundo, y el norte del Continente Nuevo de Ülathar, pues hasta allí se apreciaron las consecuencias de la Guerra de los Mil Años. Os los muestro más abajo.
Además, he hecho una Línea del Tiempo de la Guerra de los Mil Años, con los principales hitos ocurridos durante este periodo oscuro. En ella se presentan ordenados cronológicamente para organizar mejor el cuento, y facilitar la lectura. También os la muestro más abajo en esta entrada.

Ya tengo escritos algunos de los relatos que formarán el cuento, tengo otros a medias, y varios en la cabeza. Se ordenan cronológicamente de la siguiente manera, atendiendo al calendario de los hombres del Viejo Mundo.

-397  
La Torre 

-308 
La Torre del Recuerdo 
La Corona Radiante I  

-74  
El Palacio de las Cigüeñas 

-3 
Ilan'Dui 
La Corona Radiante II  

52  
El Creador de Mundos 

117 
El Paso Norte del Muro de Ëslinor 
La Corona Radiante III  

196 
Koragk, Matabestias 
La Corona Radiante IV 


208
El Secreto del Monstruo

209 
Thor-Lunn, el Rey Único
La Corona Radiante V  


300
La Paz de Cartesse

456
La Batalla de las Bestias
La Corona Radiante VI  




Por supuesto, este índice no es definitivo, probablemente surjan otros relatos para narrar. Espero pronto poder contaros más sobre este cuento que me tiene entusiasmado. Contar lo que ocurre en todo un continente de Mi Mundo, a lo largo de mil años, no es fácil, pero estoy disfrutando muchísimo.
Tanto, que incluso estoy escribiendo algunos relatos paralelos, que no se incluirían en la historia final, pero que responden algunas preguntas de ella.

A continuación os muestro los planos del Viejo Mundo durante la Guerra de los Mil Años, y la Línea del Tiempo con los principales hechos ocurridos durante ella.
Espero que os gusten!!


Viejo Mundo durante la Guerra de los Mil Años




Línea del Tiempo de la Guerra de los Mil Años





Para saber más:



11 septiembre, 2011

Historia de una Estatua de Piedra

Cuando Lyda se despertó, era un nuevo día. Debía haber dormido toda la noche en medio del bosque, y ahora el sol lucía en lo alto, y al darse cuenta de la ausencia de la lluvia, recordó todo lo acontecido. Fue a levantarse y a correr hacia Dristán, pues se veía incapaz de formular un hechizo, estaba realmente agotada, cuando sintió un dolor punzante en la pierna. Aquél era uno de los mayores dolores físicos que había sentido Lyda, y se vio incapaz de caminar... Pero no se daría por vencida. Comenzó a gatear como podía, pues ahí en medio nadie la socorrería, y si no daba con Dristán, daría con alguien que la ayudara a llegar hasta él. Además, no debía estar ya lejos... ¿Dónde estaría? ¿Sería de nuevo un hombre, un montañés fuerte y guapo, que andaría desorientado por el bosque? Ella sólo pensaba en ese encentro... Gateó, se arrastró y se detuvo largos ratos a descansar. Cruzó todo aquel bosque, a través de barro, musgo, helechos y rocas, hasta que los altos abetos dieron paso al bosque de laurisilva. Allí los árboles de laurel se hacían retorcidos, y tenían hermosos líquenes cayéndoles de las ramas. Los helechos eran de mayor tamaño, y las rocas estaban cubiertas de musgo. Era un frondoso bosque, donde hacía mucho tiempo que nadie estaba, si es que alguien había pasado por ahí alguna vez... Lyda avanzó como pudo entre la maleza, hasta que se dio cuenta de que se encontraba muy cerca. Llevaba todo el día arrastrándose, no había comido, y estaba agotada, pero al fin llegó a donde se dirigía...





Por fin he terminado este cuento, que tanto me gusta. 
Llevo tres años escribiéndolo, aunque confieso que en el último año no lo había tocado. 
No puedo mostrároslo, pues lo voy a enviar al XX Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil. 
Este cuento me gusta mucho, y creo que es una buena idea presentarme.
Ya os iré contando!!

30 agosto, 2011

XX Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil

Hola a tod@s!

Sólo vengo para contaros que estos días mi máxima prioridad es terminar el cuento que voy a presentar al XX Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil. Es un cuento del que mucho os hablé en su día y que no llegué a terminar. Estaba a falta de los tres últimos capítulos, en los que estoy trabajando ahora. El plazo para el concurso acaba el día 15 de septiembre, y espero tenerlo listo y enviado para entonces.
Os estoy hablando de Lyda de Lis. Historia de una Estatua de Piedra, que por cierto pasa a llamarse simplemente: Historia de una Estatua de Piedra.

Llevo unos días revisando notas, releyendo y corrigiendo capítulos, y espero tenerlo listo para la fecha indicada.
Creo que es una buena historia, vamos a ver qué les parece a los señores de Edebé.

Espero pronto contaros más cosas sobre este cuento que me gusta muchísimo!!

Saludos,
Darka.

21 agosto, 2011

La luz a mediodía

En la costa de una de las incontables islas del Mar de Pridonia, existe un castillo en ruinas del que dicen estar encantado. Antaño fue un fuerte defensivo, a la entrada de una bahía resguardada, pero olvidada ya tras aquella guerra odiosa, ahora yacía arruinado, dejando pasar el tiempo sobre el acantilado… Decíase encantado porque en el centro del viejo patio de armas, ahora cubierto de césped y matojos, había un pozo, que habían sellado con unas rejas. Ocurría que a medio día una luz brotaba del fondo del agua del pozo, y a todos tenía maravillado.

Al cargo del castillo en ruinas había un matrimonio, una pareja que, herederos de una vieja fortuna ya gastada por antepasados, se consolaban con cuidar las ruinas de lo que debería haber sido suyo. Él era un hombre bueno, que trabajaba por cuidar aquél lugar que amaba, pero ella era diferente. Diferente a todos los demás. Su mujer pensaba que todavía era una niña, y sin saber su edad real, ni importarle, seguía actuando como una niña. Él la amaba, e incapaz de hacerle entender que era una mujer adulta, había terminado por seguirle el juego, lo que significaba aceptarla tal y como era…

Ella vivía en aquel arruinado castillo jugando por los prados que habían crecido entre murallas y torres derruidas, corriendo de aquí para allá, cazando insectos o saltando a la comba, pero nunca se acercaba al pozo. Le daba mucho miedo aquel agujero negro, que de pronto emanaba una luz tan pura… Su marido, para tranquilizarla, le había dicho que ahí abajo había una sirena, que nadando se había colado por las cuevas submarinas del acantilado, y se había perdido entre las cavernas. Así vivía ahí debajo, y era ella quien proyectaba la luz, para pedir ayuda… Ella cuando lo supo se enfadó mucho, porque no entendía cómo él, sabiéndolo, no había ayudado a la sirena. Pero él la convenció de que a la sirena le gustaba aquel lugar, y que allí estaba bien…

Ella jamás se acercaba al pozo, pero realmente le encantaría ayudar a la sirena. Así que una buena mañana, en que el sol radiante se elevaba en el oriente, tras las montañas cubiertas de bosque, ella se decidió a hacer algo por la sirena. Pensó que a lo mejor, si hacía señas de luz era porque tenía hambre, y no porque quisiera salir, así que se lanzó a la caza de alguna presa para la sirena.

Pasó toda la mañana tratando de atrapar una libélula de color rojo y alas de gran envergadura, que al final terminó en un saco. Ella agotada, se sentó junto al pozo, y se asomó, pero sólo vio agua reflejándola sobre un fondo color celeste.- ¡Hola!- Gritó, pero nada cambió.- He venido a traerte algo de comer…- Dijo más bajo. Entonces abrió el saquito, y la libélula, medio muerta, flotó en el aire, cayendo al agua incapaz de retomar el vuelo. Y ella, que la vio caer desfallecida se sintió realmente culpable de su muerte, y pensó que no podía permitirlo. Encontraría otra cosa para alimentar a la sirena.

Echó a correr hacia las únicas estancias del castillo que habían sido conservadas, y donde ellos vivían, y allí buscó en el cajón de las llaves de su marido. No sabía cuál era la llave que abría la reja del pozo, pero sabía que si existía, tenía que estar en el cajón de las llaves. Así que cogió un buen puñado de ellas, y cargándolas en la falda de su vestido echó a correr de vuelta al pozo... Cuando llegó allí, se asomó con cuidado y vio a la libélula, aun debatiéndose entre ahogarse o sobrevivir. Así que comenzó a probar llaves para tratar de abrir aquel candado. Probó al menos una docena, cuando al fin dio con la que lo abría. La reja resonó contra el suelo al otro lado, y ella se agarró al pequeño bordillo. Allí abajo la libélula aun flotaba con vida, produciendo ondas sobre la superficie de aquel espejo, al que ya se había asomado el sol. Y no había ni rastro de la sirena.

Entonces algo ocurrió ahí abajo. Del fondo del pozo, debajo del agua, comenzó a brotar una luz brillante hacia arriba que la deslumbró por completo. Fue como un haz de luz que surgió proyectado hacia ella, y perdió el equilibrio, la noción del tiempo, y la orientación por completo.

Al instante se despertó, con el golpe al caer al agua. Al darse cuenta se puso muy nerviosa. ¡Se había caído al pozo! Empezó a nadar, ahora temiendo por su vida, pensando que aquello le pasaba por haber lanzado a la libélula para alimentar a la sirena... ¿Qué sería de la sirena?

Estuvo bastante tiempo ahí, gritando sin que nadie la oyera, pues su marido estaba al otro lado del castillo arreglando unos tejados. Pasó un rato, y ella se fue tranquilizando, tratando de idear un modo de salir de allí. Entonces metió la cabeza bajo el agua, ¡y cuál fue su sorpresa al darse cuenta que había fondo! Según le había dicho su marido, allí abajo había una intrincada red de túneles, por los que se había perdido la sirena… Pero era mentira. En lugar de eso, había un fondo a poca profundidad con unas rocas y algo que parecía un… Espejo. Sí, aquello era un espejo. Entonces lo comprendió todo.

Su marido la había estado engañando toda su vida. Allí abajo no había ninguna sirena perdida entre las cuevas. Aquella luz no era más que el sol de medio día, reflejándose en aquel maldito espejo, que los tenía a todos maravillados. Entonces se dio cuenta de que había estado siempre engañada, de que no vivía en un castillo encantado, y de que ella no era una niña… Cuando salió a flote su mundo había cambiado, pero su situación era exactamente la misma, pues seguía en el fondo de aquel pozo.


FIN



Hoy ha sido un buen día. Iskandar, Cris y yo hemos ido en busca de la Torre de las Ánimas, que se halla cerca de Banyalbufar, un pueblito en la Serra de Tramuntana (Mallorca). Hemos ido porque Cris había escrito un cuentito ambientado en aquella torre, y queríamos conocerla. Ha sido un paseo bonito, y la torre es preciosa.
Después hemos ido a la playa de Banyalbufar, y hemos estado ahí un rato, bañandonos en aguas cristalinas y achicharrándonos con el sol abrasador... Hemos entrado a una cuava, y descubierto un castillo en el acantilado. Sí, sí, como suena... Ha sido divertido.
En el agua, nadando, les he propuesto un reto, que cada uno dijera un elemento y con todos ellos hicieramos cada uno cuento. La idea les ha gustado, y hemos terminando añadiéndo un montón de elementos en la historia, jeje.

Eran estos:
- una sirena
- un niña (que después fue un mujer, y terminamos dejándolo a libre elección)
- una luz que emanaba del agua
- una cueva
- un castillo en ruinas
- una libélula
- un bordillo (mejor no preguntéis, pero Cris lo sugirió)

Y nada, mi cuentito ha sido este, el que os dejo ahí arriba. Espero que os haya gustado!!!

Es para vosotros dos.
Espero veros pronto!!!!

Darka.

25 julio, 2011

Crónicas terminadas y empezadas

Hola!!
vengo a contaros que ya he terminado el Palacio de las Cigüeñas, que está en estado de revisión. A ver si pronto puedo enseñaros más. Ésta es una de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, en que se narra la conquista de los pridonios sobre la ciudad elfa de Utha, en -57, que hasta ese momento protegía la Marca de Utha, al sur de la Península de Ëslinor.
Casi cien años después, en el año 52, las bestias llegarían a la Ciudad-Estado de Aluadinia, para conquistarla, momento en el cual se narraría la Crónica que estoy comenzando, y en la que llevo pensando un par de meses. Se va a titular El Creador de Mundos.

En este cuento aparecen muchos personajes relevantres de esta historia, y de todo Mi Mundo, como es Ulara, la Llorona, uno de los Demonios Resentidos que mucho después lucharían en la Guerra de la Roca. Además, aparecería el Ladrón de Almas, quien acaudilla a todas las bestias que han invadido el Viejo Mundo en masa. Y además, aparecerá Odín, de la que se habla también en La Torre, la Crónica que se desarrolla en -397.

Creo que va a ser un buen relato... ¡Mes está gustando mucho!

Os dejo el comienzo de esta Crónica, para ver qué os parece, va?


EL CREADOR DE MUNDOS


La muchacha salió cerrando tras de sí con fuerza, y el portazo resonó en todo el callejón. Apresurada, cerró con llave, y como desfallecida, cayó contra la puerta de espaldas, para llegar hasta el suelo de rodillas. Estaba llorando, y tenía sonrojada su piel llena de pequitas. Su pelo lacio caía cubriéndole el rostro, y con las manos se lo acariciaba como tranquilizándose, como si acabara de terminar algo horrible, y tratara de relajarse. Entonces se dio cuenta de que estaba lloviendo, y regresó a la realidad. Estaba en un callejón que no había visto en su vida, de una gran ciudad. Aquello tenía que ser Aluadinia... Se limpió los mocos con la manga del vestido, y se levantó a duras penas. Entonces alguien abrió la puerta a su espalda, y ella se cayó al suelo.

- ¿Qué es esto? Niña, ¿intentabas forzar mi cerradura?- Era un viejo calvo y con la barba rasurada, que empezó a atizarle con el bastón, entre algún puntapié sin fuerza. Ella rodó para quitárselo de encima, y salió corriendo callejón abajo.

Las casas se apiñaban unas con otras, en un desorden que no comprendía, pero que tenía sentido. Giró el callejón, ya a salvo, y se refugió de la lluvia bajo un toldo. Allí quedó acurrucada otra vez, llorando, completamente desconsolada. Sus lágrimas se mezclaban con las de la lluvia, pero al llegar a sus labios se hacían presentes con ese sabor salado... Miró frente a sí, y vio que justo el muro que tenía delante, era el de un enorme castillo. Más allá, el callejón terminaba en las altas murallas de la ciudad, y al otro lado, la isla donde se levantaba Aluadinia.

Aquella ciudad era una de las más antiguas de todo el Viejo Mundo. Hasta hacía poco, había sido habitada por los aches, una de las razas de los hombres, pero unos setentaicinco años atrás los gonotes habían llegado a estas tierras, en un éxodo obligado, pues huían de las bestias. Ella conocía bien aquella historia. Cuando los gonotes llegaron hasta esta región del Viejo Mundo, ocuparon el bosque, y los aches les permitieron vivir en la ciudad, como refugiados. Una generación se había sucedido, y la ciudad ya estaba muy poblada, había crecido mucho en las últimas décadas. Ahora, tras los muros de la ciudad los hombres habían levantado muchas casas, graneros, establos o molinos, y poblaban aquella isla. Ésta se hallaba en el lugar donde del Ethir Aluadin, o Río Largo, nacía el Bringidamo. El río, con su poderosa fuerza, había moldeado aquella zona rocosa, hallando la forma de atravesarla. Y así se había formado la isla, que se elevaba en su centro, justo donde se erguía el castillo, rodeado de la muralla. Donde estaba ella en aquel momento.

Continuó llorando, sin poder parar, muy apenada, entonces se levantó y comenzó a caminar sin rumbo. Recorrió de vuelta el callejón, y giró varias esquinas sin saber a dónde iba. Ella no quería estar ahí, y al pensarlo, se detuvo, estallando en sollozos. Entonces un niño que corría cerca, se paró a su lado. Ambos estaban completamente empapados, pues la lluvia caía más fuerte.

- ¿Estás bien?- Le preguntó.

Pero ella, en cuanto se percató de su presencia, salió corriendo, cruzándose con él, calle arriba. Subió hasta lo más alto de la colina que coronaba la isla, y de pronto se vio en una gran plaza. A un lado le quedaba el castillo, que se elevaba hermoso, en un tono blanco que terminaba en torreones azules. Los edificios se apiñaban rodeando el castillo, y justo en el centro, había una estructura de piedra circular. Eran tremendos bloques de roca, de dos veces su tamaño, colocados de forma que los de la base, hacía de columnas para soportar a los superiores, que se unían en aquel círculo hermoso. Bajo la estructura, y a diferencia del resto de la ciudad, que estaba adoquinada, había un jardín muy bello, con rosales de todos los colores. Estaba sola en la plaza, salvo por unos guardias en la puerta del gran castillo. Aquella fortaleza sólo podía ser digna de los elfos, pensó ella, y eso la apenó aun más...

Caminó despacio bajo la lluvia hasta una esquina de la plaza, y se acurrucó bajo un tejado. Ya caía la tarde, y pronto llegaría la noche, donde ella se encontraba mucho más a gusto. Continuó llorando, y lloró y lloró desconsolada, sin saber qué iba a hacer ahora. Entonces la lluvia fue amainando, y la noche llegando. Así, la Llorona se quedó profundamente dormida en una esquina de la plaza de la Ciudad-Estado de Aluadinia...


Continuará...

15 julio, 2011

La Batalla de Utha

Una saeta blanca se clavó en la madera de la puerta, donde dos elfos estaban apostados. La flecha vino del sureste, y cruzó la ciudad de Utha tan rápido, que ni un solo pridonio pudo verlo. Uno de los elfos la arrancó de la madera, y ambos abrieron la puerta, entrando al puesto avanzado de guardia, sobre las murallas del Palacio de Oro. Dentro estaba Athal, equipado con su armadura completa, salvo el yelmo, ante una mesa, y a su alrededor, otros elfos que se reunían con el Señor de la Marca. Frente a ellos había un plano de la ciudad desplegado, sujeto por dos espadas sobre la mesa a cada lado, pues antes estuvo enrollado. Había alfileres con pendones clavados sobre la mesa, indicando puntos sobre el mapa. Había varios pendones azules: en el Fuerte del Rey Nemo, al soroeste; además de en el Fuerte de Mistral, el más al norte sobre el río; había otro en el Templo a Aënor, Dios del Gran Océano, en la Ciudadela Occidental; otro en la Torre de Hechicería; y en el Palacio de Oro, que había uno mayor, indicando su posición. Todo lo demás, eran alfileres amarillos, indicando las posiciones enemigas. La ciudad de Utha había estado durante asedio los últimos meses, y los hombres, que habían cruzado el Ethir Luada, habían logrado penetrar en la Ciudadela Occidental, que estaba peor defendida. Estuvo bajo su control durante las semanas anteriores, salvo el Templo, que lo mantuvieron bajo su poder los elfos, apoyados desde las murallas sobre el río. Pero varios días atrás, los pridonios habían logrado atravesar los muros, derribándolos con grandes catapultas. Los Muros de Utha eran conocidos por ser altísimos, de un mármol blanco, rodeando toda la ciudad. Pero ellos habían logrado derribarlos. Ahora la ciudad había sido ocupada por el ejército de Cartesse, y sólo unos pocos puntos quedaban defendidos por los elfos. Utha aun no había caído... Athal odiaba a aquellos hombres, sólo deseaban conquistar más territorio, sin importarles quién viviera allí, pero él no pensaba permitírselo.


Extraído del Palacio de las Cigüeñas
Crónicas de la Guerra de los Mil Años



Hola!
Vengo a hablaros del Palacio de las Cigüeñas, un relato que formará parte de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años. Durante el relato, se narra la última batalla por Utha, en que los elfos tratan de defenderse de Cartesse, la ciudad más poderosa de los hombres.
Para ilustrar el relato, he hecho un mapa de la ciudad, y quería mostrároslo aquí de ante mano, pues el relato aun no está acabado, pero me queda nada!!

Enlaces de apoyo:
Crónicas de la Guerra de los Mil Años


UTHA
Durante el asedio pridonio en -57


19 junio, 2011

Monográfico: Torres Mirdan

Torres Mirdan fue una de las ciudadelas que los elfos de la Alta Estirpe de Laentis-Anne, los Viajeros, construyeron a lo largo del Viejo Mundo cuando se expandieron por éste. Aquellas regiones las encontraron desahabitadas, y en una posición elevada, construyeron las dos torres. Era una formidable castillo, que se elevaba bien alto. Durante mucho tiempo Torres Mirdan fue una importante ciudad elfa, tan lejos como estaba de Artha'Ula, primero, y de Cordonia, después, donde reinaban los elfos de Laentis-Anne.

Poco después de que el Mundo cambiara, ya entrada la Edad de los Hombres, cuando estos comenzaron su gran expansión, los elfos que habitaban Torres Mirdan vieron estallar la Guerra de los Mil Años, en que las bestias cruzarían las Montañas del Anochecer, e invadirían el Viejo Mundo en masa...

Por aquel tiempo, Torres Mirdan era una posición estratégica, a camino entre Iftir y Gordlindon, en las Tierras Bajas que se extendían hacia el este, y Filania hacia el suroeste, sobre el Ethir Aluadin. Tras las primeras invasiones de los vesorianos en las montañas, los gonotes ocuparon las Tierras Bajas, así como las Tierras de Balhan, al norte. En aquellos remotos lugares, los elfos mantuvieron una posición de acogida, y amistad con los hombres que huían de las bestias. Los gonotes habitaron aquellas tierras durante siglos, hasta que los vesorianos les hicieron retroceder... Iftir y Gorlindon cayeron pronto, y Torres Mirdan se temió lo peor.

Cauando llegaron las bestias ante sus puertas, los elfos lucharon con valor, y mucho tiempo aguantaron, en muchos momentos ayudados por los gonotes. Pero al final Torres Mirdan cayó, en la imparable masa de bestias que les atacaron desde el este... Así, la ciudad fue reducida a cenizas, y a todos sus defensores se les dio muerte. Durante aquella dura batalla, que aconteció en 181, se dice que una de las torres de la fortaleza cedió, y se derrumbó en el patio de armas, donde había muchos elfos... Tras lo sucedido, nadie volvió a habitar el lugar en al menos dos cientos treina años...

Los vesorianos continuaron con su ola de destrucción, y al final tomaron también Filania, que corrió la misma suerte que Torres Mirdan. Tras aquellas conquistas, los vesorianos continuaron, hasta tomar el Bosque de las Brujas, expulsando a los gonotes que en él vivían. Hasta allí llegaría entonces Odín, la Bella, quien habitaría el bosque desde entonces. Para ella levantarían el Sitial de las Brujas, y en su bosque crecería la planta que tanto amaba... Ella sería quien, en un intento de complacer al Ladrón de Almas, plantó unas semillas mágicas entre las ruinas de Torres Mirdan.

Así, de entre los escombros, brotó una planta enredadera, que creció y creció hasta engullir lo que quedaba del castillo. De la planta brotaron millares de flores de un color rosa muy bello, y de entre sus pétalos, nacían demonios de todas clases... Aquel lugar fue maldito mucho tiempo, y los vesorianos lo utilizaron para traer demonios al Mundo, a este lado de las Montañas del Anochecer...

Los elfos y los hombres, tras la Paz de Cartesse, y habiendo hecho retroceder a las bestias hasta aquellas tierras, encontraron Torres Mirdan desolada, engullida por la enradadera de flores rosas. Al ver que de aquel lugar manaban los demonios que los vesorianos traían a batalla, decidieron que debían conquistarla, pues era de vital importancia para vencer aquella guerra. Pero ante la imposibilidad, pues el lugar estaba invadido por fieros demonios que la defendían bien, los elfos y los hombres decidieron una resolver la situación de forma drástica. Acamparon rodeando la atalaya, y dispararon miles de flechas en llamas. Así, quemaron Torres Mirdan para matar a la enredadera. El sitio durante semanas, y mantuvieron el fuego vivo durante ese tiempo, hasta que no quedó nada de la planta, al menos no sobre el suelo... La batalla fue sangrienta, pues aun debieron enfrentarse a los demonios que subrevivieron, y aquello jamás lo olvidarían... Al final Torres Mirdan fue reconquistada, en el año 412, tras haber ardido hasta sus cimientos.

Después de aquello, los elfos tomaron la posición, reconstruyendo la fortaleza. Elevaron la torre que hubo caído durante la batalla contra la bestias, hacía más de dos siglos atrás. Y Torres Mirdan volvió a llenarse de esplendor. Durante el resto de la Guerra de los Mil Años, elfos y hombres enviaron grandes ejércitos desde las torres a conquistar las Tierras Bajas, que ayudados por los enanos, cayeron pronto.

Al final ganaron la guerra, y expulsaron a las bestias del Viejo Mundo. Y durante todo aquel tiempo, algo creció de la tierra del castillo. La planta mágica no había muerto, pues sus raíces sobrevivieron al inciendo, y volvió a brotar del suelo, y comenzó a trepar los muros de la fortaleza. Los elfos, que la habitaban, trataron de contener el crecimiento de la planta, y por largo tiempo lo consiguieron, pero cuando la guerra iba dando a su fin, al ver que la Señora Mielina se marcharía cuando todo terminara, decidieron abandonar Torres Mirdan, y marcharse hacia la Península de Ëslinor, de donde partirían los elfos de Laentis-Anne para siempre.

Así, en el año 456, cuando se libró la Batalla de las Bestias, y la Guerra de los Mil Años diera fin, los habitantes de Torres Mirdan se marcharon de allí, y dejaron el lugar abandonado. Entonces la planta enredadera pudo crecer silvestre, y volvió a engullir el castillo, y desde entonces sería conocido por todos como un sitio maldito, al que muy pocos se atrvieron a acercarse, pues según dijeron al volver, estaba infestado de demonios de todas formas...





De las Torres Mirdan se habla en las Crónicas de la Guerra de los Mil Años.
Para situar la fortaleza en el mapa, consulta la entrada anterior.

11 junio, 2011

La Guerra de los Mil Años

Hoy vengo a hablaros del cuento en que estoy trabajando. Se titula Crónicas de la Guerra de los Mil Años, y para su ambientación, he trazado los movimientos de tropas, con las tierras que se fueron cnquistando, a lo largo de la guerra... Espero que os guste y sirva para seguir el cuento!
Además, pos dejó aquí un reumen de lo que aconteció durante la guerra, y la Línea del Tiempo actualizada.

Enlaces de apoyo:


En el S. VI antes del comienzo del calendario de los hombres, los enanos, bajo el mandato de Thüril, el Rey Único, regresaron a las entrañas de la montaña, sellando sus túneles, para huir del Mundo Exterior. Según ellos, fue para protegerse de la amenaza que se cernía sobre sus Reinos... Se acercaba un mal tan poderoso, que acabaría con toda civilización, y que arrasaría la faz del Viejo Mundo... De esta fecha se data el comienzo de la Guerra de los Mil Años.

La Edad de los Hombres comenzaba, y recién éstos tenían tecnología suficiente para comenzar su expansión. Los helenos y los pridonios eran buenos navegantes, y se disputaban el Mare Nostrum Interioris, hasta entonces de dominio heleno. Pero los pridonios, que se encontraban en el auge de su crecimiento, desembarcaron en el viejo continente, donde se encontraron con los elfos...

La Alta Estirpe de Laentis-Anne llegó al Viejo Mundo muchos milenios antes de este momento, y habían explorado todo el Viejo Mundo, levantando atalayas por toda su geografía, y con ellos convivían los celtas, venidos de las Islas Flotantes. Por aquel tiempo, los aches, una cultura de hombres que había nacido en el corazón del Viejo Mundo, se había expandido por bastas regiones, y convivían también con los elfos en paz.

Pero los pridonios sólo conocían un método: la guerra. Conquistaron Esselnesse, y con ella cayó la Tierra de Tronia. Al norte, invadieron la Península de Ëslinor, y se asentaron en la Tierra de Laneo. Las batallas entre elfos y hombres duraron mucho, lucharon duramente, pero a los elfos les fue imposible frenar a los hombres, que los superaban en número. Hasta que en -46, los pridonios lograron conquistar el sur de la ciudad elfa de Prolia, quedando dividida por el río. Allí fundaron Gran Prolia, y comenzó un status quo que duró los siguientes tres lustros.

Durante todo aquel tiempo, y desde poco después de que los enanos se ocultaran bajo la montaña, los vesorianos, una tribu de hombres que provenían de los Páramos de las Estrellas, el extenso desierto que se halla más allá de las Montañas del Anochecer, donde siempre es de noche, habían invadido el Viejo Mundo.

Los vesorianos se habían aliado con los orcos de las montañas, y echo huir a los gonotes, los hombres que las habitaban. Bajaron de las montañas y atacaron tanto a hombres como a elfos, y grandiosas ciudades cayeron a su paso, como Lanthas, o Gorlindon, la Última, la ciudad elfa más al este, en las Tierras Bajas.

150 años después de que Prolia estuviera dividida por el río, y que hombres y elfos lucharan sin ganar terreno, las bestias surgieron por el este. El primer encuentro fue en 119, cuando un ejército pridonio fue masacrado, al este de la Península de Ëslinor. Derrotas como aquella llevaron a que en 117 los elfos y los pridonios firmaran la paz, durante el Tratado de Prolia. Entonces, juntos, hombres y elfos, levantaron el Muro de Ëslinor para defenderse de las bestias, que separaba la península del Viejo Mundo, y que siempre fue inexpugnable.

En esta época, un hito cambiaría el curso de la guerra: en el año 116, Thüril, el Rey Único, murió en el subsuelo, y Thor-Lunn, que fue nombrado soberano de todos los enanos, decidió regresar a la Superficie a luchar contra las bestias... Así, las primeras ciudades enanas volvieron a resurgir, como Karak-Lunn, o Karak-Ethin.

En occidente, el pueblo gonote, que en grandes olas migratorias había cruzado el Viejo Mundo durante los últimos siglos, huyendo de las bestias, había llegado a los dominios pridonios sobre la Tierra de Tronia, y los primeros enfrentamientos comenzaron. Además, alcanzaron también el sur, cruzando las Montañas Desoladas, invadiendo la Meseta de Issonia, donde habitaban los helenos. Los pridonios, al ver que el Muro de Ëslinor había resistido contra las bestias, en el año 204 levantaron otro que separara la Tierra de Tronia, al que más tarde llamarían la Muralla de los Reyes. Así, lograron mantener a ralla a los gonotes, por un tiempo... Pues cuando las bestias atacaron a los gonotes por el este, éstos no tuvieron más remedio que enfrentarse a los pridonios, viendo que contra los vesorianos les sería imposible vencer. Así, en el año 300, los gonotes cruzaron la Muralla de los Reyes, invadiendo la Tierra de Tronia. Los pridonios se retiraron a la Gran Isla de Pridonia, y su capital, Cartesse, la ciudad más poderosa del Viejo Mundo occidental de por aquel entonces, se temió lo peor...

Sus territorios se veían seriamente amenazados, y ya no controlaban la defensa de aquellas tierras ante las bestias. Pero su preocupación fue mayor cuando los gonotes, en un alarde de bravura, desembarcaron en la Gran Isla, e incluso lograron sitiar Cartesse en el año 319. Mucho tiempo pasaron los pridonios y los gonotes guerreando, pero todos eran conscientes de que la inestabilidad del Viejo Mundo era una olla a presión, y decidieron que aquello no podía continuar. Los elfos reunieron a los señores pridonios y gonotes, junto a heraldos helenos y enanos, y les instaron a aliarse, a unir fuerzas contra las bestias, que tenían subyugado el Viejo Mundo. Les dijeron que los enanos habían regresado de las entrañas de la tierra, y que en las Montañas del Anochecer combatían a los vesorianos y a los orcos, ganando terreno. Los elfos de Barafundär, que hasta ahora habían permanecido ocultos en Loth-Darien, habían salido de su bosque encantado y combatían junto a los enanos en las montañas. Era el momento de unirse, y los pridonios y los gonotes firmaron la Paz de Cartesse.

Así, la alianza de elfos, hombres y enanos marchó contra las bestias, y juntos, lograron ganarles terreno. Duras batallas se sucedieron entonces, pero los vesorianos sufrieron pesadas derrotas, y debieron marcharse de allí. Los elfos reconquistaron grandes ciudades como Aluadinia, Oslinath o Lanthas, a la que renombraron como At-Lanthas, y al final, se libró la Batalla de las Bestias, en las Torres de Isnara, las dos grandes fortalezas que guardaban la entrada al Paso de las Bestias, construidas por los vesorianos mucho tiempo atrás, donde fueron definitivamente derrotados. En 456 la alianza de hombres, elfos y enanos lograron expulsar a los vesorianos, que se retiraron a los Páramos de las Estrellas, dando fin a la Guerra de los Mil Años.


Plano del Viejo Mundo durante la Guerra de los Mil Años



Línea del Tiempo: La Guerra de los Mil Años

06 junio, 2011

Monográfico: Koragk, Matabestias

Koragk nació en las Montañas del Anochecer, en el año -120, en una pequeña aldea enana. La villa estaba oculta en los límites del Bosque Oscuro de Alorn-Toth, donde los gonotes les habían permitido vivir. En el momento en que los enanos se ocultaron en las entrañas de la montaña, para no regresar, casí cinco siglos antes del nacimiento de Koragk, su familia se encontraba lejos de una ciudad enana, por la que huir de la superficie, como había ordenado Thüril, el Rey Único. Así, a su llegada a Karak-Lon, de donde procedían, y al encontrarla deshabitada se asentaron en sus ruinas. Allí convivieron mucho tiempo hasta que en -135, los orcos de la Tribu de la Garra Negra, que campaban a sus anchas en las Montañas del Anochecer, los atacaron. Karak-Lon cayó entonces, y los orcos fundaron allí la Garra Negra, donde vivió desde entonces su Señor de la Guerra. La familia de Koragk debió huir entonces al Bosque Oscuro de Alorn-Toth, y allí se asentaron, bajo la protección de los gonotes.

Koragk nació en un momento de mucho dolor. Ya en sus primeros años aprendió a odiar a los orcos, y cuando aun era joven, vio morir a su padre, en un intento fallido por recuperar la vieja ciudad enana... En aquel momento, Koragk juró que derrotaría a los orcos de la Garra Negra.

Cuando creció, no espero para animar a los hombres, y ayudado por los gonotes, asedió la ciudad, sin conseguir tomarla. Derrotado, y dándose por vencido, decide marcharse lejos, y morir luchando, matando bestias. Entonces tenía más de un centenar de años, y no tardó en ganarse el sobrenombre de Matabestias...

Koragk luchó en la Guerra de los Mil Años, pues reunió a muchos, que habiendo escuchado su nombre se le unieron, y juntos lucharon contra los orcos y los vesorianos allá donde los encontraban.

Una noche del año 117, cuando Koragk se encontraba al este de la Península de Ëslinor, donde las bestias ya acosaban a los elfos y a los hombres, vio en el cielo un destello tan poderoso que sólo podía provenir de un lugar. Aquella luz provenía de un punto en el horizonte de la estepa, hacia oriente, y allí debía estar la Corona Radiante de la leyenda.

Por curiosidad, o quizás pensando que si la corona estaba allí, habría bestias buscándola, Koragk organizó un grupo, y fue a ver de qué se trataba. Al ir acercándose, vio que a lo largo de la estepa, los hombres y los elfos estaban construyendo una gran muralla, que separaría la Peninsula de Ëslinor del continente... Realmente temían a aquellas bestias.

Cuando Koragk alcanzó el muro, vio que al norte estaban levantando una fortaleza, era el Paso Norte del Muro de Ëslinor. Allí los hombres, bajo el estandarte del Imperio de Pridionia, levantaban una ciudad que serviría de guarnición y defensa. En aquel momento estaba en construcción, y un puñado de hombres trabajaba allí, cuando ante la sorpresa de todos, dos grandes ejércitos atacaron la ciudadela.

Por el oeste apareció una legión de elfos oscuros, pertenecientes a la Alta Estirpe de Yandalath, bajo las órdenes de Adril de Dorthonion, un despiadado Señor de la Guerra que ansiaba hacerse con la Corona Radiante. Por el oriente, apareció una hueste de pielesverdes, comandados por Ghundard, Señor de la Calavera Llameante. Aquella tribu luchaba junto a los vesorianos, y al ver el destello, habían acudido también a por la corona...

La Batalla por el Paso Norte del Muro de Ëslinor fue dura. Los hombres que la defendían murieron todos, salvo uno, que se lo llevaron los elfos para torturarlo. Éstos huyeron del lugar, pues Ghundard, que era un poderoso hechicero, los derrotó invocando a cruentos demonios que los devoraron. Pero quien se hizo con la Corona Radiante fue Koragk, Matabestias, que al portarla, deslumbró a todos en la ciudadela. Muchos orcos y elfos huyeron, y él se marchó de allí con el poderoso objeto.

Poco después, al saber que Thor-Lunn, era ahora el Rey Único, y que había ordenado regresar a la superficie para combatir a las bestias, acudió hasta él, y le regaló la Corona Radiante, diciéndole que él no era merecedor de ese honor, sino él. Thor-Lunn, agradecido, le encomendó el cometido de marchar hasta Cordonia, hasta Cartesse, y hasta Anora, donde aun habitaban elfos y hombres. Koragk debía pedirles que se unieran a su causa, y que todos juntos lucharan contra los vesorianos.

Koragk, Matabestias, comenzó así su odisea... Fue hasta Cordonia, en el extremo de la Península de Ëslinor, y allí recibió audiencia de la Señora Mielina, quien gobernaba el Reino de Eslián, como emabajador de Thor-Lunn, el Rey Único. Después fue hasta Cartesse, en el corazón de la Gran Isla de Pridonia, y de su Imperio. Pero los hombres no les escucharo al principio. Se reunió también con los aches, en la Ciudad-Estado de Nundinae, y con los helenos de la Isla Rocosa, hasta con los gonotes que acampaban al otro lado del muro que los pridonios habían levantado para mantenerlos fuera de la Tierra de Tronia, y que no tardaron en atravesar...

Tras los gonotes asediar Cartesse, y la balanza en el Viejo Mundo inclinarse definitivamente hacia el lado de las bestias, se firmo la Paz de Cartesse. Pridonios y gonotes dejarían de luchar entre ellos, y se unirían a los elfos contra los vesorianos. En aquel momento, cuando se formó la alianza, se encontraba Koragk, Matabestias, en representación de Thor-Lunn, el Rey Único, Soberano de todos los enanos.

Tras aquello, la Guerra de los Mil Años se convirtió en una encarnizada matanza. La alianza de elfos y hombres combatió a los vesorianos en las estepas del Viejo Mundo, ganándoles terreno. Reconquistaron antiguas ciudades, que ya eran poderosas piezas del imperio vesoriano, como Aluadinia, Oslinath, o Lanthas, a la que renombraron como At-Lanthas. Y en las Montañas del Anochecer, los enanos combatieron a las bestias, ayudado por los elfos de Barafundär, tras la Batalla de Karak-Athor.

Durante aquel tiempo Koragk combatió primero junto a los hombres y elfos en el Viejo Mundo, y después se sumó a los ejércitos enanos, que luchaban en las monatañas. Thor-Lun, para recompensar a Koragk, le entregó un ejército, para que partiera hasta la Garra Negra, y se enfrentara a los orcos. Así, Koragk combatió a los orcos hasta romar la vieja ciudad enana, enviando tropas desde los túneles del subsuelo, y asediando sus muros desde la superficie montañosa. Cuando conquistó la Garra Negra, y la renmbró como Karak-Lon, El Rey Único le dijo a Koragk, que la gobernara. Pero éste, que sólo deseaba morir combatiendo a las bestias, decidió darsela al Rey Thorak, su legítimo heredero, hijo del difunto Rey Thüril.

Entonces, Koragk, Matabestias, partió a enfrentarse a los vesorianos, que por aquel entonces se replegaban en las Torres de Isnara, habiendo perdido sus bastos territorios en el Viejo Mundo. En aquel lugar, en el año 456, se libró la llamada Batalla de las Bestias, en que murió Koragk. El valiente enano luchó valeroso contra Fannygorn, el Supremo, pero éste le dio muerte despiadadamente.

Así, los días de Koragk, Matabestias, terminaron, pero su leyenda creció y fue recordada por siempre...




Koragk, Matabestias, es un personaje de las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, en que estoy trabajando ahora. Espero pronto contaros más sobre él y sobre esta historia!!





.